Re: Pérdida de la nacionalidad de origen
La inquietud por las consecuencias de la declaración de independencia -quiebra del sistema financiero, fuga de bancos, las pensiones sin pagar, salida automática del euro y de la UE, entre otras contrariedades potencialmente muy enojosas- ha llevado al 'think tank' del 'prusés' a buscar soluciones imaginativas para sosegar al personal y asegurarse los votos vacilantes. Y ha dado con la luminosa idea de la doble nacionalidad, que la otra noche defendía con ardor -aunque no sé si realmente convencido de lo que decía- Oriol Junqueras: - ¡Nadie puede arrebatarle a ningún catalán su nacionalidad española! -decía el separatista, ante el senatorial rostro de expresión entre escéptica y estupefacta de Margallo. A las malas -viene diciendo el 'Astuto' presidente de la Generalitat-, como Madrid nos ponga trabas nos negaremos a pagar la deuda autonómica y se la endosaremos al Reino de España. Mientras, nuestra pertenencia a la UE queda asegurada gracias a la figura de la doble nacionalidad; el catalán seguirá siendo español, y por consiguiente España pagará su pensión.Qué alivio. Sólo la gente de poca fantasía se extraña de un nacionalismo que quiere separarse de la deuda que él mismo dispara año tras año y simultáneamente exige mantener la adscripción a todas las ventajas y privilegios del viejo Estado. O sea para que me entiendas: se trata de 'desconectar' y 'conectarse' a voluntad. La idea, la verdad que es buena y tranquilizadora. Digna del gran filósofo Rubert de Ventós, consejero sucesivamente de Pujol, de Maragall y de Mas, que postula que para amar a España lo primero es romper con ella: primero separarse, para a renglón seguido abrazarse otra vez a ella, y ahora de todo corazón, de buen rollo, sin recelos. No me extrañaría que esta idea de la doble nacionalidad se le hubiese ocurrido a esa admirable eminencia intelectual.Ahora de lo que se trataría es de desarrollar la idea según la lógica de la equidad y la democracia -que es la única aceptable en el moderno contexto europeo-, y del 'derecho a decidir' que a todos nos asiste por igual, haciéndola extensiva a todos los ciudadanos españoles, que sin dejar de serlo también podrían ser simultáneamente catalanes.O sea: ciudadanos de España (un país cutre, intolerante, con un pasado plagado de guerras civiles y derrotas) y también de la República Catalana (un país flamante, a estrenar, libre de deudas y de corrupción, pacífico, próspero, con cuarenta y tantos millones de ciudadanos). Dos pasaportes. Una bicoca.