De momento son encuestas. Con margen de error, con muestras más o menos significativas. En el caso de la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), con un alto porcentaje de indecisos. Pero según todas ellas, el PSOE no vencerá al PP el próximo 20 de diciembre. Alguna, como la que este viernes publica El Confidencial, apunta a la peor de las pesadillas para el hoy líder de la oposición: quedar cuarto en la batalla por la Moncloa.
De producirse el peor de los augurios, el cambio en la geografía política española sería absoluto y el PSOE dejaría de ser un partido importante para simplemente complementar al PP y a la nueva política en el Congreso de los Diputados. "Para mí, si no gana el PSOE las elecciones, será un fracaso", dijo este jueves Pedro Sánchez, el candidato. Estos son los factores que podrían abonar el camino al naufragio socialista:
SÁNCHEZ NO GANÓ EL PRIMER DEBATE
Fue un debate a tres y Sánchez estuvo en el centro en todos los sentidos. Su atril estaba en esa posición, su indumentaria oscilaba entre la corbata de Albert Rivera y la camisa por fuera de Pablo Iglesias. A falta del Partido Popular, fue el más atacado.
Aunque muchos coinciden en señalar que el primer debate le salió mejor a Sánchez que el segundo, lo cierto es que no logró imponerse claramente a Iglesias y Rivera, que aprovecharon la ocasión para equipararse a uno de los dos grandes partidos del país que durante décadas han marcado la política española. Mientras él sentía los navajazos de la nueva política, Rajoy se mantenía cómodamente al margen.
SÁNCHEZ PERDIÓ EL SEGUNDO DEBATE
El debate a cuatro fue otra historia. Pablo Iglesias logró sobresalir en un encuentro mucho más esperado. Contaba con la presencia de la vicepresidencia del Gobierno. Aunque la participación de Soraya Sáenz de Santamaría fuese en sí misma un recordatorio de la ausencia de Mariano Rajoy, la cita concitó un gran interés y Atresmedia, el grupo empresarial al que pertenecen Antena 3, La Sexta y Onda Cero, hizo una intensa campaña de promoción hasta lograr que el programa fuese visto por más de nueve millones de espectadores.
Pedro Sánchez abusó de las sonrisas forzadas cuando era atacado por sus rivales y recurrió en varias ocasiones a generalidades que no podían competir con el verbo fácil y afilado de Iglesias. El minuto final fue una clara prueba. Aunque Santamaría estuvo plana y Rivera nervioso, el debate sobre el debate declaró en muchos medios y foros perdedor al candidato socialista, mientras el presidente del Gobierno seguía con su campaña alejado de la prensa.
EL TRIPARTITO Y LOS PACTOS ENDEMONIADOS
El primer día de campaña oficial, Sánchez estaba en Cataluña, talismán para el PSOE siempre que ha ganado las elecciones y territorio hostil en las últimas convocatorias. El partido se propone recuperarlo, pero ese día no trajo suerte. En el foro de El Periódico, Sánchez respondió a la enésima pregunta de los pactos de una manera distinta. Ante las cámaras, aseguró que “hay continuidad si gana Rajoy con un voto más al PSOE. Si gana el PSOE con un voto más al PP habrá cambio político en España y por tanto podremos hablar con el resto de fuerzas políticas sobre un cambio común”. En otras palabras, si no gana el PSOE, no habría pacto con otras fuerzas políticas para desbancar al PP.
Horas después, por vías oficiales, el PSOE desmintió tal afirmación y descartó no pactar con otras fuerzas políticas para llegar a la Moncloa si queda segundo, como Ciudadanos o Podemos. El titular del día siguiente en algunos medios fue el del tripartito. Aunque no lo dijo explícitamente en ningún momento, Sánchez alentó la posibilidad de pactar al mismo tiempo con dos partidos antagónicos, algo que podría dañar su credibilidad como alternativa. El fantasma del tripartito en Cataluña, con Esquerra Republicana e Iniciativa per Catalunya hizo saltar todas las alarmas. Muchos, entre ellos la hoy candidata por Barcelona, Carme Chacón, ven en ese tripartito uno de los grandes errores del PSC. ERC contagió después su independentismo a la extinta CiU e ICV se presentó en las últimas elecciones con Podemos defendiendo el derecho a decidir.
LAS ENCUESTAS
El último sondeo del CIS fue demoledor para la moral socialista. En el PSOE reaccionaron con una mezcla de incredulidad, enfado y pánico. El propio Sánchez no se cree que el PP podría tener entre 77 y 89 diputados y ha acusado al PP de manipular la encuesta, pero lo cierto es que los datos de la muestra, muy amplia y con 17.452 entrevistas realizadas, es muy concienzuda.
El PSOE baja en número de diputados en la mayoría de puestos clave y sólo lograría en Madrid cinco de los 36 en juego pese a que la candidatura la encabeza el secretario general de los socialistas. En Cataluña cedería entre siete y ocho diputados y en Andalucía, donde Susana Díaz hace campaña “dejándose la piel”, como ella dice, entre dos y seis. La encuesta del CIS coloca a Ciudadanos a poco más de un punto por detrás de los socialistas, pero fue hecha hace semanas, por lo que es posible que Albert Rivera hubiese igualado o superado al PSOE cuando se publicó. Otras, como la publicada por Telecinco esta semana, ya coloca al PSOE como segunda fuerza.
LA LUCHA POR LA SEGUNDA PLAZA
Con todas las encuestas situando al PP como ganador, los partidos emergentes han emprendido la lucha por el segundo puesto. Además, Ciudadanos y Podemos pueden sumar muchos votos en el tradicionalmente amplio electorado socialista, que incluye desde la izquierda al centro, pasando por sectores que han oscilado entre el PP y el PSOE. Los debates, en los que el único presidenciable de los dos grandes partidos ha sido Sánchez, también han contribuido a ello. Mientras que Iglesias equipara al PP con el PSOE y pugna por el voto más izquierdista, Ciudadanos lucha por hacerse un hueco en el centro y pescar a ambos lados del espectro ideológico.
Con uno y otro ataque, visto en el PSOE como un “todos contra Sánchez”, el espacio político socialista se va empequeñeciendo. Sánchez usa mucho más tiempo en defenderse de los partidos emergentes que en atacar al PP, su gran rival por la Moncloa.
LOS BAILES, BERTÍN Y LAS HORMIGAS
El equipo de Sánchez ha considerado desde el principio de la campaña que su candidato tiene que mostrarse cercano. La estrategia comunicativa le ha traído no pocos disgustos, empezando por las críticas de Susana Díaz cuando Sánchez llamó a Jorge Javier Vázquez, que se encontraba en antena, para explicarle la postura del PSOE sobre el toro de la Vega.
Aunque el tiempo ha arrastrado a los demás candidatos a formatos televisivos más personales y heterodoxos, también ha propiciado críticas y hasta burlas del candidato, que ha sido invitado a bailar, cantar, jugar al baloncesto o hacer trucos de magia. En muchas de esas entrevistas, como la de El Hormiguero o El Programa de Ana Rosa, por citar dos de esta semana, el candidato ha tenido que hacer frente a duras críticas. A Sánchez, a quien generalmente se le ve buen talante en televisión, se le notó el nerviosismo y hasta la incomodidad por lo que considera ataques injustificados a una campaña sin momentos brillantes, pero tampoco errores.