No se prodiga en entrevistas con la prensa. Sin embargo, Soraya Sáenz de Santamaría se relaciona bien con los periodistas, como lo demuestra cada viernes cuando interviene como portavoz del Gobierno tras la reunión del Consejo de Ministros. Sus colaboradores dicen que es tan afable como rigurosa. Ella es quien hace funcionar la maquinaria del Gobierno. A raíz del clima de diálogo abierto por Mariano Rajoy y Carles Puigdemont, la vicepresidenta se ha reunido con Oriol Junqueras para explorar los 46 puntos que propone negociar el presidente de la Generalitat.
El presidente Rajoy le ha encargado que ponga en marcha un diálogo con la Generalitat que no se había producido en toda la legislatura. ¿Qué impresión tiene de su primer encuentro con Oriol Junqueras?
Es una oportunidad que la Generalitat haya dejado de centrar su agenda únicamente en el proceso de independencia, que esté dispuesta a dialogar con el Gobierno sobre asuntos importantes para Catalunya. Hay que aprovecharlo y estamos dispuestos a hacerlo. La reunión con Junqueras fue cordial, difícil porque hay temas en los que nunca nos pondremos de acuerdo, pero ha empezado a dar sus frutos. Nos pidió la convocatoria de la Junta de Seguridad, ya ha habido una reunión de ministro y conseller, hemos reforzado la colaboración en materia antiterrorista y se está trabajando en la convocatoria de la junta para cuando no estemos en funciones.
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De los 46 puntos que entregó Puigdemont a Rajoy, ¿en cuáles se puede avanzar?
Hemos trabajado muy bien este tiempo en infraestructuras con importantes avances en el corredor mediterráneo y las interconexiones energéticas. Ahora hay que aprovechar la recuperación y mayor holgura económica. También podemos avanzar en la financiación autonómica.
El director de La Vanguardia y la vicepresidenta, en la Moncloa
El director de La Vanguardia y la vicepresidenta, en la Moncloa (Pedro Madueño)
¿Por qué cree que antes no fue posible el diálogo?
Hubo un momento en el que Mas circunscribió la agenda de la Generalitat al proceso independentista. Sobre un tema que no es de disposición de ningún gobierno, ni de su presidente, ni cabe dentro de lo que es nuestro marco de convivencia es imposible abordar un diálogo, y se tensan mucho las cosas cuando alguien parece dispuesto a saltarse ese marco constitucional.
Si tuviera que hacer un diagnóstico de lo que ha ocurrido en Catalunya en los últimos cuatro años, ¿qué diría?
Aunque el independentismo viene de lejos, Artur Mas hizo del independentismo una respuesta frente a la crisis económica que le acuciaba y en lugar de trabajar juntos para afrontarla, abrió otro tipo de crisis contra el resto de España. Los populismos y el independentismo han cabalgado a lomos de la crisis.
¿Y el Gobierno?
Hemos dado la respuesta que se debía dar. De hecho, es la misma que el PSOE y C’s incluían en su acuerdo. No es posible hacer un referéndum de autodeterminación. Pero sí que creo que en la siguiente legislatura hay que abordar temas muy importantes para Catalunya.
¿El recurso del PP contra el Estatut fue un error?
No sólo recurrió el PP, también el Defensor del Pueblo, cargo que ocupaba un exministro socialista, y cinco comunidades autónomas. El error fue no plantear reformas estatutarias con el consenso de al menos los dos grandes partidos, obviando a una parte importante de la Cámara y con muchas tensiones en el PSOE.
¿No cree excesivo el recurso constante al Tribunal Constitucional por parte del Gobierno y de la Generalitat?
Pedí a Junqueras que hagamos un esfuerzo en las comisiones bilaterales. Lógicamente, en los temas de soberanismo, este gobierno y cualquiera que respete el marco constitucional no puede transigir, pero en materia competencial o de defensa de la igualdad hemos llegado a acuerdos. Hay que fortalecer esa vía.
Uno de los recursos afecta a la ley de emergencia social. ¿No se hubiera podido recurrir sin que se ejecutara la suspensión sobre las medidas para paliar los desahucios?
No se recurrió toda la ley. Hay un informe del Consejo de Estado que dice que la parte de pobreza energética es constitucional. Sobre la parte de desahucios, hay aspectos muy concretos que no lo son y que ya aparecían en leyes de Andalucía, Navarra y Canarias. Todas están recurridas y suspendidas. No ha habido distinción. La Generalitat no puede escudarse en la suspensión de determinados artículos cuando hay una parte de la norma que se puede desarrollar.
Puigdemont dice que el Gobierno español no tiene una propuesta para Catalunya, ¿la tiene?
El señor Puigdemont no tiene una propuesta para Catalunya, tiene una propuesta para los independentistas catalanes. Este Gobierno tiene una propuesta para aquellos catalanes que quieren verse reconocidos en una España unida y diversa.
¿Cuál es?
La recuperación económica nos puede servir para poner en marcha reformas que beneficien a Catalunya y que se reclaman desde hace tiempo. La financiación autonómica que pactó ERC con el PSOE no ha sido un buen modelo, hay que volver a ponerlo sobre la mesa, y espero que la Generalitat participe en el debate. También creo que el Gobierno tiene que hacerse mucho más presente en Catalunya. Los catalanes son una prioridad, como el resto de los españoles, y, además, son un elemento clave para que este país salga de la crisis y salga fortalecido. Tenemos que hacer el esfuerzo de hacer visible nuestra preocupación y nuestra atención a sus problemas.
¿Resolver el llamado problema catalán es una prioridad?
Será una prioridad atender las demandas que Catalunya haga dentro del marco constitucional, como cualquier otra comunidad. Podemos avanzar en proyectos muy importantes como el corredor ferroviario, en I+D+i o las interconexiones con Francia.
¿No les ha faltado un poco de mano izquierda?
El Gobierno siempre ha procurado que los servicios públicos, las necesidades de los proveedores y el día a día de los catalanes no se vieran afectados por el debate soberanista. Pero indudablemente, con la ayuda de muchos interlocutores allí, soy de las que piensan que tenemos que esforzarnos en transmitir el trabajo que hemos hecho y cuidar ese aspecto emocional, que es importante. No hay que darlo por supuesto.
¿Reformar la Constitución es necesario o prescindible?
Se han hecho reformas de la Constitución y pueden hacerse siempre y cuando se tengan muy claros los objetivos. Se tiene que partir de un consenso previo. El objetivo que nos tenemos que marcar es que cualquier reforma constitucional salga con un consenso al menos idéntico a la Constitución de 1978. Salir fortalecida y no debilitada.
¿Es practicable en la próxima legislatura?
Con el panorama que hemos visto en el Congreso, yo sería prudente. Dicen que la política es abrir procesos. La buena política es cerrar bien esos procesos.
¿Volver a elecciones es un fracaso de la política española?
Devolver de nuevo la responsabilidad a los ciudadanos no es bueno. No se ha podido llegar a un acuerdo, y los ciudadanos tienen que tomar nota de lo que ha pasado porque creo que también ha retratado a muchos.
¿Hasta qué punto la falta de diálogo del PP con la oposición ha impedido un acuerdo?
Durante esta legislatura hemos llegado a acuerdos importantes, como el pacto antiyihadista. ¡Fíjese! Antes de iniciar la legislatura hicimos una reforma de la Constitución con el PSOE. Es cierto que el PSOE no nos ha acompañado en las principales reformas económicas, pero un tercio de las leyes aprobadas en el Congreso han tenido al menos el apoyo de los socialistas. No siempre se encuentra compañía en época de reformas y cuando hay que hacer la tarea difícil.
Entonces, ¿qué ha pasado?
Nos hemos encontrado a un PSOE que ha vetado cualquier diálogo con el PP cuando el resultado electoral era muy claro: un partido que gana las elecciones y un resultado que obliga a ese diálogo. Una gran coalición habría sido un elemento importante de madurez democrática en nuestro país. Sánchez no ha querido, pues vamos a unas elecciones.
¿Se entendería esa gran coalición en España?
Si lo han entendido en quince estados europeos, ¿por qué no aquí? Pero ahora estamos en otra dinámica.
Estamos viendo un tono bastante agresivo hacia Ciudadanos. ¿eso puede enturbiar un posible pacto postelectoral?
No es una campaña agresiva, es descriptiva. Igual que con el PSOE. Ni más ni menos, la gente ha visto lo que ha pasado estos meses. Ciudadanos ha pactado con el PSOE para que Pedro Sánchez sea presidente.
¿Cómo interpreta que la prioridad de Albert Rivera haya sido pactar con el PSOE y no con el PP?
En su origen, Ciudadanos, que nace en Catalunya, cubre un espacio que el PSC deja huérfano. Lo que me sorprendió es que en este país siempre se había respetado la buena costumbre constitucional de que gobernara el más votado. Ciudadanos pactó un programa de gobierno con el PSOE que era la derogación de las reformas del PP, y eso no lo puedo compartir.
¿Cree que una gran coalición es posible con Pedro Sánchez al frente del PSOE?
El motor del Gobierno. Santamaría coordina el Ejecutivo desde la Moncloa
El motor del Gobierno. Santamaría coordina el Ejecutivo desde la Moncloa
No voy a caer en el error de otros de decirle a un partido a quién tiene que poner al frente. Pero también creo que los partidos deben tener liderazgos fuertes. La fortaleza de los liderazgos permite atreverse a pactos como una gran coalición. La debilidad de Sánchez ha sido una de las grandes dificultades para poder llegar a un acuerdo.
¿Sería más fácil con Susana Díaz?
No lo sé. No entro en quién debe estar al frente, pero insisto en que me gustaría que fuera un liderazgo fuerte y con personalidad.
El mensaje del presidente pasa por advertir de lo que podría ocurrir si gobernara Podemos.
Los populismos son uno de los mayores cánceres de cualquier democracia. Nacen con muchas expectativas, acaban generando mucha frustración, pero en medio el deterioro que causan a las instituciones y a los estados en términos de pobreza y de pérdida de democracia son muy importantes. Creo que es bueno advertir de eso.
¿Las nuevas elecciones y la dificultad para alcanzar mayorías hacen más necesaria la reforma de la ley electoral?
Hay cosas de la ley electoral que hay que reformar. Lo que hemos visto son escenarios en que no es posible conformar gobiernos adecuadamente o que haya grandes dosis de inestabilidad en los ayuntamientos. Yo empezaría por ahí.
Mariano Rajoy no irá de mitin a Barcelona. ¿Cómo hay que interpretarlo?
Todavía no tengo la agenda de campaña. Sé que estará en Catalunya y estará mucho. Y a lo largo de este tiempo ha estado muy pendiente de Catalunya y muchísimo en Barcelona. Ahora, para nosotros, el escaño de Lleida es prioritario.
Hay una demanda urgente de regeneración en la sociedad española. Más que nueva política lo que se reclama es que la política se base en otros parámetros. La corrupción ha castigado mucho al PSOE y al Partido Popular…
Y a Convergència…
¿Hasta qué punto los dos grandes partidos han sido incapaces de responder a ese sentir de los ciudadanos?
Hubiera sido bueno que en todas las medidas aprobadas contra la corrupción fuéramos juntos. La corrupción no es algo de partidos, es de personas, y el esfuerzo lo tenemos que hacer individualmente los políticos para que la ejemplaridad, la honradez y la rendición de cuentas de nuestra gestión sean constantes. En este sentido, los nuevos partidos han envejecido rapidísimamente y mal en estos cuatro meses. Ante la corrupción no hay impunidad. Se persigue y se castiga. Es cierto que muchas veces tarda mucho y los casos se arrastran, pero no puede haber impunidad.
¿No le preocupa que la corrupción de algunos haya estigmatizado a todos los que se dedican a la política?
El otro día oí a una persona que decía que lo de las vocaciones políticas será peor que lo de las vocaciones religiosas....
España ha perdido peso en las instituciones europeas. ¿Uno de los retos del próximo gobierno será recuperar visibilidad en Europa?
Estamos en el consejo de seguridad de las Naciones Unidas, y en el G-20 hemos pasado de ocupar un puesto a que las reformas españolas sean ejemplo de buena política económica. El haber hecho los deberes nos tiene que llevar a liderar muchos procesos en la UE.
¿La salida del Reino Unido de la UE sería un desastre?
Lo que la UE ha supuesto para todos los estados miembros después de la Segunda Guerra Mundial tiene que pesar mucho más que los problemas puntuales.
¿La fractura de Europa podría dar alas, por ejemplo, a los independentistas?
Sería contraproducente para todos que se interpretara de esa manera. El mundo no va en esa dirección. Creo que Europa ha dejado bien claro que lo que necesita son estados fuertes y unidos en políticas comunes.
Vamos a unas cuestiones algo más personales. Nadie duda de su preparación y de su coordinación de gobierno, pero hay quien le imputa poca cintura política.
Agradezco que se ponga en valor que la gente venga al gobierno con una cierta experiencia porque la silla no es fácil. Concibo la política como tener las ideas claras, saber defenderlas y materializarlas en proyectos. La negociación es un elemento para ello. Si la cintura política es esta nueva política del teatrillo y el postureo, ahí no me van a encontrar. Reivindicar la política es también tomársela en serio.
¿Cree que España está preparada para que haya una mujer presidenta?
Ha habido mujeres en muchas instituciones. Ahora lo que tenemos que hacer es prepararnos para tener un gobierno cuanto antes. Dentro de dos meses. Espero que presidido por Mariano Rajoy.
No me ha respondido.
Desde hace muchos años España está preparada.
¿Le gustaría repetir como vicepresidenta?
Me centro en el presente. Veo que la vicepresidencia se ha convertido en algo muy codiciado en los cambalaches políticos que hemos vivido. Creo que es un puesto que hay que ejercer con mucha seriedad y lealtad al presidente. Lo digo por los que andan otorgándoselo.
En su mandato, ¿ha experimentado la soledad del poder?
La responsabilidad, sí. Muchas veces. Han sido años muy difíciles en los que ha habido que tomar muchas decisiones, pero el presidente del Gobierno me ha dado mucha seguridad a la hora de afrontar las cosas con una perspectiva muy serena y reflexiva. Ha sido un valor seguro en esta crisis y, al menos a mí, me ha dado seguridad.
¿Cuáles han sido el mejor y el peor momento de su mandato?
El peor, las presiones por el rescate. Era muy duro que todos te empujaran a pedirlo cuando tú eras consciente del daño que podía generar al país.
¿En el Gobierno había favorables al rescate?
No. Lo que había era una gran prudencia. Lo pidió mucha gente, pero el presidente del Gobierno resistió porque era consciente de que los perjuicios iban a ser no para los que lo pedían, sino para aquellos de cuyas nóminas, pensiones y servicios públicos iban a salir las devoluciones de ese rescate.
¿Y el momento bueno?
Ha habido muchos. Cada liberación tras un secuestro de yihadistas, cuando se curó la enfermera afectada de ébola, cada dato económico bueno, sobre todo los primeros…
¿Y un tema pendiente?
Hemos hecho reformas sin presupuesto. A mí me gustaría poder hacerlas con presupuesto. Yo no he inaugurado prácticamente nada. Pero hay muchas cosas que, invirtiendo poco, el beneficio es muy grande.
¿Cómo lleva el cargo su familia?
Con mucha tranquilidad y mucha distancia. Eso es bueno.
¿Su hijo no protesta?
Con cuatro años se entera ya de algunas cosas. Hay cosas que hago que le parecen raras. Lo que no le gusta nada es que tenga cenas de trabajo. El recado de todos los días es: “Dile a Rajoy que a ver si puedes venir prontito”…
Del café con Merkel al baile de ‘El hormiguero’
El despacho de Soraya Sáenz de Santamaría está ordenado, aunque abundan los papeles. Es posible que entre estas carpetas haya algún secreto de Estado, pues el Centro Nacional de Inteligencia depende de la vicepresidenta, e incluso un dibujo de su hijo de cuatro años, tantos como el tiempo que lleva en el cargo. Una fotografía enmarcada del pequeño Iván en la bañera destaca en su mesa. El resto de las imágenes enmarcadas del despacho no pasan desapercibidas y, más allá de una caricatura de Gallego & Rey, todas ayudan a hacer la lectura de su paso por la Moncloa. Están situadas estratégicamente en un mueble librería que divide el área de trabajo de un salón donde se desarrolla la entrevista. Colocada en lo más alto, se puede ver a Sáenz de Santamaría tomando café con Angela Merkel, una imagen de un encuentro de hace tres años, del que la canciller salió encantada. Poco antes de las elecciones, el Suddeutsche Zeitung la llamó “la Merkel española”.
Por debajo, queda otro retrato de cuando la vicepresidenta bajaba de un avión para estar con las tropas españolas en Afganistán. Casi a su lado, se la puede ver con Fátima Báñez, con quien comparte gabinete y amistad. En un tercer nivel hay una instantánea de ella junto con otras ministras del Gobierno el día de la coronación de Felipe VI y una fotografía de su baile en el programa El hormiguero, de Antena 3, donde se atrevió a seguir el ritmo con un cuerpo de danza. Sáenz de Santamaría asegura que no se lo preparó y que, cuando la convencieron, se dejó llevar por la música y cree que no lo hizo mal.