Este martes, José Miguel Barragán, el líder de Coalición Canaria -una de las formaciones con menos representación del parlamento español- declaraba haberse encontrado en Moncloa con un Mariano Rajoy "optimista pero realista" y abierto a un Gobierno en minoría con abstenciones estratégicas.
Las palabras del dirigente canario han reforzado las especulaciones de las discretas conversaciones que el presidente del Gobierno y su equipo estarían manteniendo con diferentes interlocutores. "Desesperación de algunos, frente al sigilo y el fondo del líder popular", apunta un destacado dirigente del PP al respecto. Dos herramientas que parten en dos "la liturgia política y descoloca las posiciones del resto de fuerzas políticas y de unos cuantos medios de comunicación".
En una semana y media después las elecciones del 26J, Rajoy se muestra tranquilo. Dicen que tiene motivos para ello y se apunta a una conversación secreta -lo que niegan las partes- con el socialista Pedro Sánchez tras la noche electoral en la que se habría dejado "algo atado", una suerte de pacto. Aunque no por ello deja de ser consciente de la quasi imposibilidad de alcanzar un gran coalición, tiene esperanzas en un pacto de mínimos que de estabilidad y logre el apoyo mayoritario a los Presupuestos Generales del Estado de 2017, además de una serie de medidas consensuadas con el PSOE y apartando aquello con lo que se discrepe con el principal partido de la oposición.
El entorno del presidente sigue a pie juntillas las órdenes del líder popular. Discreción y mucho énfasis y tacto a la hora de pedir la ayuda del PSOE. Molesto con las interferencias, la semana pasada dejaba ver desde Bruselas su malestar con el relato "radiofónico" sobre todo lo atañe a las negociaciones: llamadas, encuentros, fotos, entrevistas. El popular, abonado a su hermetismo, está dispuesto a intercambiar posiciones de poder. Se habla de la presidencia del Congreso, de la Comisión Constitucional de la Cámara Baja, de la reforma de la Carta Magna y quien sabe si algún ministerio.
Tranquilo, pero sin pausa... la consigna ahora es dar tiempo a Pedro Sánchez para que éste encuentre la comprensión de las bases socialistas y el partido vaya madurando una solución que evite, aunque sea in extremis, la convocatoria de unas terceras elecciones. La cuestión es cómo. Aunque "el tiempo de descuento será determinante" en la negociación, afinan fuentes del Partido Popular.
Superada la reunión del Comité Federal del PSOE de este sábado, donde se prevé un 'no' rotundo a la abstención y la gran coalición con el PP, el equipo de Rajoy da por sentadas las presiones. Se trata de un lenguaje político que da tiempo a los flecos, al precio a pagar, a las contraprestaciones como solicitó el exministro socialista Josep Borrell a comienzos de semana. No habrá "nada a cambio de nada", vino a decir el que fuera titular de Hacienda en uno de los gobiernos de Felipe González. "A sudar la camiseta, a dejar de sestear, de leer el Marca", insisten distintas voces del PSOE.
La misteriosa estrategia de Sánchez
Por el momento, la actuación de Pedro Sánchez parece análoga a la de Rajoy. Silencio, discreción y que sea el partido el que se pronuncie. Llega a la reunión de Ferraz de este sábado tocado por los resultados, pero no herido del todo. Susana Díaz, su auténtica rival, tampoco acude al encuentro con las mejores cartas credenciales. Así pues, la idea de pedir su cabeza del actual secretario general no parece que se vaya a protagonizar el sanedrín socialista. El plan es valorar el resultado y fijar una posición frente a Rajoy. Aunque se adivina un paisaje con menos vetos. De hecho, Sánchez no descarta que tras esta asamblea se celebren otros comités para volver a preguntar a sus barones y a los líderes regionales, incluso a sus bases. A lo mejor, deben pensar en el Partido Socialista, todavía hay tiempo para decir 'no', luego aún no toca cambiar de postura.
Así pues, es previsible que, a la hora del capítulo de las negociaciones, y con el 'no' del Comité Federal del próximo 9 de julio, el PSOE reivindicará de nuevo la derogación de la reforma laboral, la Ley de Seguridad Ciudadana, peleará por la reforma de la Constitución y por la eliminación de la LOMCE... Unas demandas que de un modo u otro habrán de ser debatidas si, como dijo Jordi Sevilla, el PP quiere que llegue el tiempo del "luego, ya veremos".
En ese impasse, en el que los populares dan por hecho el primer batacazo orgánico del PSOE, y consumida la primera sesión de investidura, a las 48 horas vendrá la segunda antes de unos cuantos días de rigor y echar el cierre a otra corta legislatura con la sombra de unas terceras elecciones. Ahí es donde el PP piensa que el otro interlocutor mostrará su disposición para arbitrar alguna fórmula -original como propuso el expresidente Zapatero- para permitir la reelección del presidente en funciones. Una receta envuelta en mínima abstención o en un decálogo de pactos de Estado de los que está por ver su profundidad y calado.
Pero la opción socialista no es la única a barajar. Hoy, el diario El Mundo se hace eco de la abstención no solo del Partido Socialista, también de la de Ciudadanos, dispuestos a última hora a desatascar la actual situación. Los dos partidos esperarán a que Rajoy sea declarado el candidato oficial, lo que ocurrirá una vez que se reúna con el Rey. La otra iniciativa es la de lograr el apoyo de CC, PNV, Ciudadanos, e incluso CDC. Esta es también la postura que La Razón defiende desde portada. Según las fuentes de este periódico, Rajoy quiere sumar a CC y PNV para no ir solo a la investidura y visualizar que el PP no está aislado para de este modo presionar a PSOE y C's con la abstención. El País, por su parte, destaca que Rajoy utilizará las exigencias de Bruselas para presionar al PSOE.