Re: España país de pandereta y genocidio
¿Por qué ganó Franco la guerra?
Stanley Payne es sin duda el mejor especialista extranjero en nuestra historia reciente, y con diferencia, aun si otros le aventajan en proyección mediática. Su último libro, ¿Por qué la República perdió la guerra? (Espasa Forum),es una excelente síntesis no solo de la contienda, también del proceso que condujo a ella, y de la situación general europea, que en la mayoría de las historias españolas queda excesivamente difuminada o reducida a dos o tres clichés sin el menor valor analítico.
Los estudios de Payne se caracterizan por su atención concienzuda a muy diversos factores; no cae en el simplismo, generalmente inducido por la ideología, que se ha hecho tan común. También deja claro que la Segunda dejó de serlo para convertirse en una especie de Tercera República nunca plenamente institucionalizada –porque perdió la guerra– pero que llevaba a una democracia popular bajo dominio de los stalinistas, como proclamaron a menudo los interesados, convertidos en el sector hegemónico del Frente Popular, aunque actualmente ellos y sus corifeos, tipo Viñas o Preston, pretenden lo contrario: siempre fue la "república democrática" del 14 de abril.
En mi opinión actual, la república del 14 de abril no feneció el 18 de julio, al desatarse la revolución, como pensaba hace unos años, sino ya en las elecciones de febrero de 1936. Elecciones algo más que anómalas, no democráticas, y planteadas por la izquierda, bajo la consigna sarcástica de "republicanización del estado", como paso para la construcción de un régimen al estilo del PRI mejicano, en unos casos, y como prólogo inmediato a una revolución obrerista, en otros. Los líderes frentepopulistas adelantaron que no admitirían los resultados de las urnas si ganaba la derecha, como no habían aceptado los de 1933. Aquellos comicios pusieron fin a la legalidad republicana, sustituyéndola por un régimen que, por su mencionada falta de consolidación, prefiero por mi parte llamar, simplemente, "de Frente Popular".
Como explica Payne, las izquierdas no desdeñaban una guerra civil; es más, muchas de ellas la querían ya desde 1934, dando por hecho que sería corta y terminaría con su triunfo aplastante y definitivo. De ahí la constante y sangrienta provocación a las derechas y a los militares conservadores ya desde las mismas elecciones de febrero del 36, culminada en el asesinato del líder opositor Calvo Sotelo. Este crimen constituyó por sí solo la definitiva declaración de guerra, ante la cual las derechas debían elegir entre contestar en sus propios términos, o resignarse mansamente a la aniquilación. Como todo el mundo sabe, optó por lo primero. Su golpe inicial, planeado por Mola, fracasó, lo que dio origen a una contienda larga que perdieron quienes estaban seguros de ganarla.
¿Cómo pudo ocurrir, habida cuenta de que en un principio el Frente Popular ganó las principales ciudades y comunicaciones, todas las reservas financieras, casi toda la industria bélica y no bélica, la mitad del ejército de tierra, más de la mitad de las fuerzas de seguridad –mejor entrenadas que las tropas de reemplazo– y mucho más de la mitad de la aviación y la marina?
Muchos de los vencidos, anarquistas, republicanos de izquierda, comunistas y socialistas, han especulado abundantemente sobre las causas de una derrota tan inesperada y tan completa. Payne recoge tales explicaciones, casi todas parcialmente válidas, que básicamente se reducen a una unidad del Frente Popular puramente negativa, es decir, contra el enemigo común, pero lastrada internamente por conflictos entre partidos y regiones. Sin duda, esta fue una causa esencial del fracaso, pero, aun con ello, las izquierdas supieron organizar un ejército temible, que movilizó bastantes más tropas que los nacionales, logró frenar a éstos en ocasiones y, en otras, tomó la iniciativa. Tales éxitos fueron obra, ante todo, de los comunistas, en pugna con las tendencias anárquicas y derrotistas de sus aliados-rivales del Frente Popular. No ofrece duda la resolución del PCE y sus mentores extranjeros para adueñarse del ejército y la policía, a fin de determinar la evolución política tras la eventual victoria. Plan que estuvieron muy cerca de cumplir.
Así, los fracasos bélicos estuvieron influidos por las peleas entre las izquierdas, que derivaron en dos pequeñas pero sangrientas guerras civiles entre ellas; pero fundamentalmente obedecieron a errores estratégicos y tácticos: las grandes ofensivas del Frente Popular fueron transformadas por Franco en contraofensivas, generalmente victoriosas. En cuanto a la aviación y la marina, las izquierdas las emplearon por lo común de forma defectuosa, dispersa o apenas operativa (en el caso naval).
Se trató de una guerra atípica, porque los dos bandos no solo debieron dirigir las operaciones bélicas, sino al mismo tiempo construir un estado y un ejército y asegurar la unidad política interna. Y también en estos tres aspectos Franco superó a sus enemigos.
Hay, sin embargo, un aspecto que casi nunca examinan los estudiosos, manifiesto en el hecho de que todas las acciones realmente heroicas correspondieron a los nacionales, como he indicado recientemente. Es decir, el bando nacional estaba mucho más motivado que el contrario, como demuestra también el débil esfuerzo productivo de los trabajadores del Frente Popular en pro de la victoria de los (teóricamente) suyos.