http://www.infolibre.es/noticias/politica/2016/03/16/las_mujeres_victimas_del_franquismo_piden_justicia_argentina_46475_1012.html
Lidia Falcón O'Neil fue detenida siete veces entre los años 1960 y 1974 "en base a los delitos de opinión y asociación ilícita", y procesada en varias ocasiones por la publicación de artículos de opinión. Fue encarcelada en repetidas ocasiones en las prisiones de Barcelona y Madrid. Falcón sufrió torturas, "claramente dirigidas a su condición de mujer joven", que consistieron en golpes en el estómago y en el hígado bajo el grito de "ahora ya no parirás más, puta bruja".
Violencia sexual, tortura y humillación
El perito de la querella, Bartomeu Garí, destacó que "a las mujeres se les aplicó otra modalidad represiva mucho más brutal". Este tipo de violencia, según el abogado Carlos Slepou, "no suele ser objeto de denuncia, por pudor o por vergüenza", de modo que "romper esto es sumamente importante".
Aunque la represión franquista recayó sobre las espaldas de hombres y mujeres, la motivación, las causas y los efectos son necesariamente distintos. La organización relata que los "crímenes de género" incluyeron aspectos como la violencia sexual, habitualmente ejercida por "los funcionarios de prisiones o por falangistas que entraban en las cárceles a visitar a las mujeres de manera recurrente". Las mujeres eran detenidas y violadas, no sólo por su lucha política, sino también por el "delito consorte, es decir, por ser familiar de hombres con ideas contrarias a las del régimen".
Por otro lado, el régimen franquista se caracterizó por negar la existencia de presas políticas, que fueron tratadas como delincuentes comunes. "Las torturas a las que fueron dometidas las mujeres se ejercían con el mismo odio y fuerza que hacia los hombres, pero había un componente de género específico hacia ellas, tanto en los insultos como en el uso particular y sexuado de la violencia, las descargas genitales y golpes en el bajo vientre".
Fue común, asimismo, el robo de bebés, que ronda los "30.960 niños y niñas". Los hijos de las mujeres que eran asesinadas fueron entregados a familias de militares franquistas para "eliminar la semilla marxista" y darles una educación afín al régimen. Hasta los años 80, muchas mujeres sufrieron el robo de sus hijos en los hospitales bajo la excusa de enfermedad grave y posterior muerte del bebé.
Finalmente, las mujeres fueron sometidas a humillaciones relacionadas con cortes de pelo al cero y purgas con aceite de ricino. Las mujeres, "que no podían controlar sus esfínteres", eran obligadas a pasear por las calles de su pueblo o ciudad, bajo las burlas y agresiones de sus vecinos.