Los festejos celebrados en las plazas caen un 8%.
Este año a la tauromaquia le tocaba sacar pecho en lo artístico, porque ha emergido una nueva hornada de grandes toreros, y en lo jurídico y político, porque el Tribunal Constitucional ha fallado que los toros no se pueden prohibir ni en Cataluña ni en ningún otro lugar de España. Pero el balance de la temporada que acaba de terminar es, al final, agridulce. Marcado a fuego por la muerte del torero Víctor Barrio en julio, el ciclo taurino español ha finalizado con poco fuelle, sumido en una nueva recesión económica.
El mercado taurino no cae tanto como otras disciplinas culturales, pero aún no ha tocado suelo. El número de festejos mayores -corridas de toros, novilladas, toreo a caballo y festivales benéficos- celebrados en España cayó un 8,3% con respecto a la temporada anterior. Se han celebrado 1.050 tardes de toros, 95 menos que el año anterior, según las estadísticas de la temporada que hoy publican en primicia EXPANSIÓN y la revista 6Toros6.
Al tiempo, los "festejos populares" -los que se celebran en las calles- están marcando récords históricos y se han disparado más del 16% en los dos últimos años, ya que muchos municipios pequeños están optando por sustituir las novilladas por encierros, que son más baratos. Además, ahora no se celebran tantos festivales (se han desplomado un 15,5%), por los costes que acarrean, y se sustituyen por exhibiciones públicas de toreo, que cumplen mejor con su función benéfica y, además, dan cabida a jóvenes promesas.
La reducción de los festejos celebrados en las plazas de toros se ha concentrado en cuatro autonomías: Madrid, Castilla-La Mancha (que se convierte en la más taurina de España, con 200 festejos), Castilla y León y Extremadura, que han celebrado 100 festejos menos que en 2015. En el resto de España, la tauromaquia repunta -ver gráfico adjunto-.
El número de corridas de toros ha descendido este año a 443, siete menos que en 2015 (-1,5%). Esta cifra da la medida de la verdadera salud económica del sector. En la década de los 80, que no se considera un decenio de decadencia, la media fue de 476 corridas al año, cifra muy parecida a la de este año.
Más datos de 2016: los festejos de rejoneo han totalizado 195 (-4,8%) y se han celebrado 216 novilladas con picadores, 42 menos que el año anterior (-16,3%). Es decir, la cantera sufre más las embestidas de la crisis, lo que merma las perspectivas futuras.
Otra parte de la recesión taurina se debe a que se han anulado corridas por causas políticas. Pero, al igual que el Constitucional, los juzgados locales han determinado en 2016, de forma categórica, que abolir excede la "discrecionalidad municipal". Por ello, el Ayuntamiento de Barcelona no podrá zancadillear la vuelta de los toros a la ciudad. Pero ésa ya es una historia de 2017.