Lo peor para el PSOE no es la semana de penitencia que ha pasado, sino la falta de certezas que su situación interna proyecta en el futuro inmediato. Mariano Rajoy y el PP ansían saber si los socialistas se abstendrán en otra investidura, y lo hacen con la misma urgencia que parsimonia necesita una organización obligada a abandonar traumáticamente diez meses de «no es no».
La decisión «no está tomada», avisaba el viernes el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, uno de los barones que participó en el movimiento interno para derribar a Pedro Sánchez hace una semana, pero que no comparte que haya que abstenerse.
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Y si Page y el valenciano Ximo Puig se unen a los barones que apoyaron a Sánchez –Iceta, Idoia Mendoza, Francina Armengol, Sara Hernández, entre otros– puede darse la paradoja de que la mayoría que tumbó a Sánchez el sábado uno de octubre en el Comité Federal pierda la siguiente votación en ese mismo órgano.
Un encuentro de barones
Por eso, el presidente de la gestora, el asturiano Javier Fernández, el único que junto a Guillermo Fernández Vara y Javier Lambán ha defendido hasta ahora abstenerse, se está moviendo con pies de plomo. El lunes pasado anunció una cumbre de barones –Consejo Territorial– esta semana que comienza, con el objeto de consensuar una propuesta «colegiada» al Comité Federal. Pero Fernández ha visto que la correlación de fuerzas entre los barones no es, hoy por hoy, favorable a abstenerse y ya no tiene tan claro promover la cita, según diversas fuentes socialistas. Es probable que se arriegue a proponerlo él directamente a los 290 miembros del Comité para no poner en la diana de Podemos a aquellos gobernantes a los que Pablo Iglesias está amenazando con tumbar sus gobiernos –Aragón, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha–.
Y todo esto se produce en medio del trauma orgánico que vive el PSOE y con el anuncio de Pedro Sánchez, antes de irse de vacaciones con su familia fuera de España, de que mantendrá su escaño en el Congreso de los Diputados; lo cual ha sido interpretado internamente como un signo inequívoco de que intentará, si no recuperar el mando del PSOE, sí influir en la operación sucesoria. De momento, el exsecretario general está dejando que corra la especie de que puede volver como el Ave Fénix y eso espolea a los sanchistas que, en las redes y bajo el hastag #MilitantesEnPie, no quieren dejar un minuto de respiro a la gestora. «No quieren que la gente se tranquilice», denunciaban ayer a ABC fuentes socialistas de la nueva mayoría.
Intentan torcer el brazo a Javier Fernández y la gestora con una recogida de firmas (necesitarían la mitad del censo, más de 90.000) para convocar inmediatamente el congreso extraordinario que proponía Sánchez y que los barones tumbaron, dando lugar a su dimisión. Fernández, Susana Díaz y el resto son partidarios justamente de lo contrario: de no acelerar la renovación porque creen que aumentaría las posibilidades de Sánchez en unas primarias cuando el recuerdo de su salida traumática sigue vivo.
La mayoría sigue en el «no»
La caída de Sánchez ha alejado definitivamente la posibilidad de que el PSOE apostase por un Gobierno alternativo mediante un acuerdo con Podemos y alguna participación de los partidos independentistas. Aunque en Podemos sugieren que ese acuerdo nunca estuvo cerca de producirse. Pero lo que no ha terminado de resolverse por el momento es el dilema entre elecciones o un Gobierno de Rajoy. A los contrarios a Sánchez les unía su rechazo a permitir que éste siguiera «podemizando» al PSOE, enfrentando la autoridad de todos ellos y de los órganos del partido contra la militancia que le había elegido en primarias en julio de 2014. Pero no les unía una estrategia clara respecto a Rajoy y a facilitar su Gobierno.
En el PSC, que celebra primarias el sábado 15 para dirimir el liderazgo, tanto Miquel Iceta como Núria Parlon han asegurado que los siete diputados del PSC votarán en contra de la investidura decida lo que decida el Comité Federal. Y la gestora teme que eso y la presencia de Sánchez en el hemiciclo envalentone a los diputados seguidores de éste. La aragonesa Susana Sumelzo ya ha anunciado que votará «no» acuerde lo que acuerde el Comité Federal, y en Ferraz se da por hecho que la asturiana Adriana Lastra también votarán en contra de la investidura de Rajoy. Caso distinto es el del ex secretario de Organización y mano derecha de Sánchez, Cesar Luena; en una conversación informal con periodistas esta semana, el todavía líder del PSOE en La Rioja no dejó claro si finalmente romperá la disciplina de voto.