Buenas, Juan.
Quizá prefieras que el estado dialogue amigablemente con los terroristas islamistas radicales mientras se pasean con armas de asalto, cuchillos, cinturones de explosivos y se dedican a asesinar sin piedad; que los servicios de inteligencia no se entrometan en su vida y respeten su intimidad, que las fuerzas policiales les sirvan unos cafetitos (preguntando antes, no vaya a ser que sean alérgicos a la leche o el café les suba la tensión) y no les hagan siquiera un moratón si hay que arrestarlos, no sea que conculquemos y no respetemos sus derechos.
Eso sí, cuando hayamos respetado todos sus derechos mientras han dejado un reguero de muerte y sangre, no dudemos ni un instante los ciudadanos en exigir con la máxima contundencia que se depuren las responsabilidades por haber permitido la matanza y no poder evitarla a través de la investigación de los servicios de inteligencia y la firmeza en la acción de los cuerpos de seguridad.
Está muy bonito lo de "la paz en el mundo"; el problema es que hay asesinos que no parecen muy dispuestos a cumplirlo; yo soy más partidario de:
#la paz en el mundo..., pero el que se lo pase por el forro de las criadillas, se le desmochan estas últimas y...
...las criadillas se lavan muy bien y se dejan reposar en un recipiente con agua y el zumo de un limón durante una hora. Transcurrido este tiempo, se sacan del agua, se les quita la membrana que las envuelve y se colocan en una cacerola cubiertas de agua fría. Luego, se añade el ajo, la cebolla y una rama de perejil, se sazonan con sal y se cuecen durante 10 minutos. Después, se retiran del caldo, se dejan enfriar y se cortan en trozos. Por último, se rebozan con harina y huevo batido y se fríen en una sartén con aceite muy caliente. Cuando estén doradas, se pasan a una fuente y se sirven adornadas con rodajas de limón.
Luego se les ofrece a ellos mismos para que no pasen hambre y puedan degustar ricos manjares.
Siento herir la sensibilidad de quienes sólo desean la paz en el mundo y mantener sus derechos pero hacen oídos sordos a la forma de lograrlo; despues, eso sí, a exigir.
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Yo os exijo mis derechos, pero me eximo de mis responsabilidades, ¿verdad?; está muy bonito no pensar, ni saber, que es repugnante conocer la verdad; siempre son mucho mucho más cómodas ignorancia y memoria selectivas e interesadas, que conocer las acciones previas y las consecuencias posteriores de aquello que se exige a los demás en mi propio beneficio.
Saludos igualando derechos y responsabilidades.