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¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

555 respuestas
¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?
¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?
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#422

Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

Resultado de imagen de viñetas puigdemont

#425

Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

Y tiene alquilado un casoplón que seguramente estaremos pagando todos los españoles.

#426

Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

Así es por desgracia de todos los españoles fíjate si no se llega haber puesto freno a estos desmanes el dinero que hubiera salido en otras cosas

#427

Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

 

José García Domínguez

'Matar' a Puigdemont

El PDeCAT es una inmensa red clientelar que necesita de modo irrenunciable el control del erario. Y por eso están dispuestos a sacrificar lo que sea, empezando por el ido.

Seguir a @jg_dominguez

 

 

Carles Puigdemont | EFE

Aunque con frecuencia no lo parezca en absoluto, Cataluña forma parte de Europa y también de eso que se suele llamar Occidente. Para bien y para mal, los catalanes vienen participando, y desde hace más de un milenio, de todas las grandes corrientes generales que acontecen en esta región geográfica, económica, política y cultural del mundo. De ahí que, en el fondo, el procéno haya sido otra cosa más que la muy peculiar versión local del instante populista que ahora mismo están viviendo tanto Europa como Norteamérica. Desde Trump a Le Pen, pasando por sus innúmeros sucedáneos nacionales, los nuevos populistas que traía oculta en la recámara la Gran Recesión de 2008 comparten todos ellos un elemento programático ubicuo: la retórica antipolítica y la gesticulación anti-establishment.

Rasgo general que en ciertos contextos específicos, el español y catalán por ejemplo, va acompañado de una fuerte componente generacional. Así, la variante hispana del populismo, y tanto la de izquierda como la de derecha, ha prendido, sobre todo, entre el electorado urbano y menor de cuarenta años. Entre nosotros, eso que ahora llaman nueva política es una heterodoxia esencialmente juvenil y juvenilista. Singularidad ibérica que se explica por el impacto diferencial de los sufrimientos de la crisis que ha padecido –y padece– ese grupo de edad. Una componente biológica, la que se deriva del protagonismo tan destacado de los jóvenes en la corriente de rechazo a los partidos tradicionales, que es lo que terminaría llevando a la catástrofe a los líderes de la asonada catalanista de octubre. A fin de cuentas, a Mas, primero, y a Puigdemont, después, se les fue de las manos el control de la situación por efecto de la hipermovilización maximalista de esa parte de su propio electorado, la que estaba –y está– dispuesta a pasar por encima de ellos en caso de que renunciasen en el último instante a conducir el barco contra las rocas.

Una disidencia latente que Puigdemont, político menor pero en extremo intuitivo, ha sabido capitalizar desde el instante mismo de su nada heroica huida. Paradoja de las paradojas, su supremo acierto tras el desastre de la asonada fue saber desmarcarse a toda prisa del PDeCAT, ese intento fallido de enterrar la imagen clientelar y corrupta de la vieja Convergencia de Pujol. Tan inesperado, el éxito electoral de Junts per Catalunyademuestra que la astucia campesina del Payés Errante supo adivinar la nueva dirección del viento. Por eso les va a resultar tan difícil matarloahora que el guión ya lo exige de forma perentoria. A imagen y semejanza de CiU, el PDeCAT sigue siendo una inmensa red clientelar que necesita de modo irrenunciable el control del erario público para mantener unida a su parroquia más tradicional. Un imperativo, el del control de la Administración, por el que están dispuestos a sacrificar lo que sea, empezando por el ido. Olvidan, sin embargo, que quien triunfó en la urnas, y contra toda esperanza, fue Puigdemont, no el partido, desaparecido en combate desde que la CUP defenestró a Mas. Si se empeñan en matarlo, que no en otra cosa andan en el PDeCAT, se escindirá para comparecer con su propia lista en las enésimas elecciones anticipadas. Y vuelta a lo mismo.

#428

Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

el pobret...ja ja ja

 

VÍDEOPuigdemont renunciaría la próxima semana como diputado

Puigdemont, en uno de sus vídeos emitidos desde Bélgica - ABC

Puigdemont renunciaría la próxima semana como diputado

Así sacrificaría la «legitimidad republicana» para favorecer la realidad autonomista. Se quedará como un prófugo cualquiera

#430

Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

Joer con el fugitivo...no para de viajar por el mundo y parece que no se le puede  detener...que curioso.

#431

Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

Lo de PuigDemonio aburre ya.....creo que no tiene ningún interés para nadie.
De echo le he mandado un twitt en el que le digo que haga alguna payasada de las suyas dado que está perdiendo protagonismo entre el respetable.
¿ Que triste es la vida ¡

#433

Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

animo puchi....estremera te espera!!!

#434

Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

Puigdemont digiere su duelo entre la ira y la resignación

Si como presidente de la Generalitat desacató las leyes de la democracia española y de la autonomía catalana, ahora, desde su refugio exterior, desafía las de la naturaleza

 

XAVIER VIDAL-FOLCH

20 MAR 2018 - 11:34 CET

Anna Gabriel y Carles Puigdemont, este lunes en un acto en Ginebra. FOTO: FABRICE COFFRINI. VÍDEO: ATLAS

Incluso alguno de los suyos reconoce que él vive una realidad paralela. Quizá por eso se abstrae mientras recita de corrido su argumentario. En todo caso, compartir tres densas horas con Carles Puigdemont en Ginebra —dos de ellas en una intensa mesa redonda sobre Cataluña y la autodeterminación— ayuda a esbozar una conclusión: si como presidente de la Generalitat desacató las leyes de la democracia española y de la autonomía catalana, ahora, desde su refugio exterior, desafía las de la naturaleza.

 

Dicen que la  digestión psicológica del duelo atraviesa cinco fases sucesivas. Pero él las acumula todas en una, sin empacho.

Practica la negación de la realidad (autoconvencerse de que no ocurrió la pérdida), cuando se refiere a la non nata y fantasmagórica república como una criatura viva. O al afirmar, taxativo, “soy el president de Cataluña”.

 

Pero ya deletrea todo eso con menos ardor: la mención republicana suena lejana, tenue. Y su autorreivindicación presidencial resulta protocolaria, de presente continuo resignado: “soy el 130º presidente [a la espera del 131º] de la Generalitat, el Parlament no me destituyó”.

La segunda fase, la ira, se superpone a la anterior. Busca culpables de su infortunio. Ahora lo es menos el PP, o “el Estado” que un franquismo redivivo impregnándolo todo, y a todos los Otros, como si no hubiera habido Transición: “Cierto que Franco está bajo tierra”, me replica, “pero sigue en tierra de Patrimonio Nacional y hay que pagar una entrada de nueve euros”, esa prueba irrefutable de democracia ausente.  O “el juez” [del Supremo, Pablo Llarena], “por prevaricar” [sic].

También la tercera fase, la negociación (fantasear soluciones sabiéndolas imposibles) se produce simultáneamente. Tras el fiasco de otoño en obtener el apoyo de la Unión Europea para presionar al Gobierno a negociar con la república en ciernes, ahora se trata de fabricar ruido mediático. Se prodiga y se contiene, una yenka para la que demuestra maestría gestionando el hambre de los periodistas por lo raro, lo insólito, lo sorprendente.

Busca un ruido que le apoye en la revancha judicializadora: acudirá a todos los organismos internacionales posibles e imposibles. Seguramente perderá, como acaba de ocurrir ante el Tribunal de Estrasburgo, que no le concedió cautelares (contra la prohibición del Supremo de investirse desde tierras lejanas). Pero así botará la pelota y exprimirá los agridulces frutos del victimismo. Que también quizá haga germinar algún intento de “mediación”... al que ya se postula desde el paraíso superior suizo la expresidenta de la Confederación Helvética Micheline Calmy, panelista con nosotros, satisfecha porque Puigdemont alaba el confederalismo de su país, sugiriéndolo como eventual alternativa a la secesión.

Sería una mediación “entre dos legitimidades” barre —para su cliente— el otro invitado, el profesor Nicolas Levrat, autor de un pétreo dictamen autodeterminista encargado por el Govern. ¡Bellas mediaciones con casi todos los actores a favor!... y esa meritoria tribu de 150 seguidores llegados de casa a aplaudir “el diálogo” y silbar cualquier discrepancia.

La cuarta fase es la depresión, que no aflora en el proscenio, pero la confiesa un íntimo, entre bambalinas: Carles se ve “como un apestado ante los españoles”. “Odiado, caricaturizado, ridiculizado”, algo difícil de tragar para un actor que reclama cariño.

¿Cuándo llegará la quinta estación, aún inédita, la aceptación resignada de que la pérdida es inevitable? Cuando sea del todo tangible.

Para aplazarla, el “líder independentista” —como le titula el festival de cine de los derechos humanos en que se cobija el acto—, parece haber mutado su discurso, apunta en la cercanía un analista europeo.

Ahora lo abarrota todo en una túrmix que postula como posnacionalista (ya nadie goza loando el nacionalismo): el Valle de los Caídos, la burocracia de Bruselas, la democracia directa, los derechos de la mujer, la autodeterminación incluso para un “pequeño municipio: todos tienen derecho si se organizan” contra “las uniones sagradas”.

La mochila abigarrada de conceptos heteróclitos abruma: “Por momentos parecía escuchar, en una sola voz, a los de Podemos, a los grillini y a los conservadores del Brexit”, evoca el experto europeo.

Este nuevo nacionalpopulismo con pátina 2.0 no requiere rigor argumental específico: su relato anula datos clave, como el golpe parlamentario de septiembre con sus leyes de ruptura que abrogaron la Constitución y el Estatut y alumbraron los desastres posteriores.

Bastan las recetas sencillas para problemas complejos (urnas, no importa cómo), el clamor de una identidad indefinida, la apelación a que la base releve a la élite, la protesta contra una persecución universal: toda oferta de mensaje capaz de cubrir una demanda, esa ley del marketing en que es ducho. Y la empatía. Será Puigdemont un juguete humano roto —y de aristas letales para los demás juguetes— o un carlista abrazado a un Sputnik. Pero no se olvide, a distancia corta sigue siendo un tipo empático.

#435

Re: ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?

La Fiscalía del Tribunal Supremo ha pedido al juez  Pablo Llarena que acuerde la retención de los pasaportes de los imputados huidos de la justicia y que se encuentran actualmente en Suiza ( Anna Gabriel), Bélgica ( Carles Puigdemont, Antoni Comin, Meritxell Serret y Lluis Puig) y Gran Bretaña ( Clara Ponsatí). En concreto, solicita al instructor que oficie a las «autoridades administrativas competentes» para que anule su vigencia y validez.

El Ministerio Público argumenta que, a pesar de su situación de busca y captura (vigente solo en territorio nacional) y no haberse adoptado ninguna medida que límite sus movimientos, «algunos de los investigados están llevando a cabo viajes sin restricción alguna por diferentes países». Puigdemont, por ejemplo, ha viajado a Dinamarca,  actualmente se encuentra en Suiza, y tiene previsto desplazarse a Finlandia, tal y como él mismo se ha encargado de anunciar.

La Fiscalía reconoce es imposible llevar a cabo la retención material del pasaporte mediante entrega por parte de los investigados, por lo que «es absolutamente imprescindible» limitar su validez e «impedir que, tal como se está produciendo, utilicen sus desplazamientos para seguir llevando a cabo actividades claramente identificadas con la proyección y justificación internacional de los delitos de rebelión y sedición en los que han participado», y por los que se encuentran imputados en este procedimiento.

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