La exhumación de Franco puede esperar, pero no mucho
Daniel Ramírez
@danielramirez99
La legislatura de Pedro Sánchez será la de
Francisco Franco. El recién elegido presidente del Gobierno tardó apenas quince días en confirmar la exhumación. Tras el nombramiento de los ministros, a mediados de junio, llegó el anuncio de un logro que, presumiblemente, culminará en enero. El Ejecutivo socialista ha encontrado en el desentierro del dictador una adarga, pero también un escudo: una extremada necesidad democrática que también es una densa cortina de humo. O lo que es lo mismo: hay que sacar a Franco del Valle de los Caídos porque supone una anomalía cívica si se coloca a Europa ante el espejo; y la Memoria Histórica invisibiliza las flaquezas del Gobierno en días de tormenta. El gesto, además, entraña un alto grado de rentabilidad electoral:
es un gran símbolo para una legislatura muy corta.
Pedro Sánchez cuenta con dos avales políticos: la recomendación del consejo de sabios que nombró José Luis Rodríguez Zapatero en 2011 y el apoyo del Congreso de los Diputados. Todavía con Mariano Rajoy en la Moncloa, la Cámara aprobó la salida de Franco con los votos de PSOE, Podemos y Ciudadanos; y la abstención del Partido Popular. Al morir 2018, los conservadores han virado hacia el 'sí' a la exhumación. No hay ninguna formación con representación parlamentaria que esté en contra.
Francisco Franco reposa en el Valle de los Caídos desde noviembre de 1975. Juan Carlos I, parece que a instancias de Carlos Arias Navarro -entonces presidente del Gobierno-, firmó los papeles que sellaron el traslado. Franco, que ordenó levantar la Basílica en 1940 para "respetar la memoria de los que cayeron en la gloriosa Cruzada", nunca deseó ser enterrado allí. No hay ni una sola mención del dictador al respecto más allá de una curiosa anécdota recogida por Paul Preston. Una conversación que Franco "mantuvo con el arquitecto del Valle el día de su inauguración", el 1 de abril de 1959: "Méndez, yo ahí, eh". Una escena que la familia no considera cierta. De ahí la circunstancia que hace de la oposición a la mudanza un esperpento: los franquistas quieren
mantener al dictador en Cuelgamuros… ¡en contra del propio Franco!
Sánchez no midió bien
Las fuentes del Gobierno consultadas por este periódico reconocen que Sánchez no midió bien: la tarea era mucho más complicada de lo que se antojó en un principio. Primero, el PSOE habló del "plazo más breve posible". Días más tarde, todavía en junio, el presidente bromeó con los periodistas en el patio del Congreso: "Os pillará trabajando". Con esas palabras descartaba agosto y ceñía la exhumación a julio, lo que resultaba imposible.
El Gobierno se ha topado con una maraña jurídica difícil de resolver. También vislumbró una grave advertencia por el camino: la primera semana de julio, la familia Sanjurjo ganó el juicio al Ayuntamiento de Pamplona y todavía podría, si quisiera, devolver los restos de su ascendiente al mausoleo del que fue exhumado en 2016. Sánchez no quiere arriesgarse a que las prisas conviertan su proyecto en un ridículo. En agosto se cambió el "en breve" por el final de año; y en este final de año ya se habla de "entre enero y febrero".
Tal y como reveló este diario, poco después de anunciar su intención, Sánchez envió a un emisario a la familia Franco para negociar la exhumación. Los nietos del dictador ni siquiera aceptaron el encuentro. Preparan, de la mano de su fundación, un recurso jurídico que pueda frenar al Ejecutivo en los tribunales, algo que un portavoz autorizado del Gobierno dice "no temer".
Centenares de personas acuden a la Basílica del Valle de los Caídos cuando se cumplen 43 años de su fallecimiento.Borja Jiménez/EFE
La Almudena vs. Mingorrubio
Otra arista del caso Franco reside en la comunidad de monjes benedictinos que habita la Basílica donde reposan los restos. Los terrenos del Valle son todos propiedad de Patrimonio Nacional y, por ende, del Estado. Pero en el interior del templo manda la orden de San Benito, que presentó sus propias alegaciones en el proceso. El Gobierno dice tener previsto y salvado ese obstáculo.
¿Qué hicieron entonces los Franco? Movieron una ficha que hizo un roto al Ejecutivo: "Cuando se nos dé el féretro, lo llevaremos al nicho que tenemos en la cripta de La Almudena". En principio no había mecanismo que lo evitara: la familia posee ese nicho en propiedad, donde ya descansan la hija del dictador y su marido, el marqués de Villaverde. El pronóstico inicial -la cripta de Mingorrubio como destino- saltaba por los aires.
El cementerio de Mingorrubio, en la carretera de El Pardo, al lado del barrio en el que habitan los integrantes supervivientes de la escolta del dictador, era un lugar que podía complacer a la familia y al Gobierno. Los Franco también disponen allí de una cripta, capilla incluida, donde está enterrada Carmen Polo, la mujer del general golpista. El acceso está vedado al público y eso es un ingrediente fundamental a ojos de Sánchez por aquello de las procesiones franquistas.
Una asistente a una de las manifestaciones contra la exhumación, en la plaza de Oriente de Madrid. Paul Hanna/Reuters
De noche y sin cámaras
Moncloa se ha comprometido a una exhumación nocturna, sin fotos. No quiere escándalos el día de autos, pero no podrá evitar que sea la familia o la fundación quienes revelen la fecha a los acólitos del dictador. En ese caso, arguyen fuentes cercanas a Sánchez, se aplicará la ley de la Memoria Histórica: "Las banderas y cantos predemocráticos son delito".
La nueva ubicación de los restos de Franco ha capitalizado el debate al morir 2018. La Iglesia española, y en concreto el arzobispado madrileño, dijo no poder oponerse a la acogida: "Es un cristiano más". La vicepresidenta del Gobierno viajó al Vaticano y dijo haber alcanzado un acuerdo para evitar la inhumación en los bajos de la catedral, pero la Santa Sede lo desmintió. El presidente se ha agarrado a una modificación legal para evitar que Franco recale en La Almudena: prohibirá su descanso en lugares abiertos al público.
Pedro Sánchez comenzará 2019 tal y como acabó 2018: consciente de que la exhumación de Franco no admite la derrota. Ni en términos democráticos ni electorales. Si no lo consigue, su mandato concluirá sin icono.