Pablo Casado y Manuel Valls exploran una plataforma constitucionalista para las elecciones catalanas
Lunes, 20 enero 2020 - 02:59
Ver 40 comentarios
Ciudadanos se resiste y obstaculiza una operación que intenta hacer frente al separatismo y evitar la entrada de Vox en el Parlament
Pablo Casado, Cayetana Álvarez de Toledo y Manuel Valls, en una marcha por la Constitución en octubre. SANTI COGOLLUDO
La posibilidad de que se forme una gran plataforma constitucionalista de cara a las próximas
elecciones catalanas, que podrían celebrarse en primavera o verano dado el grado de enfrentamiento entre
JxCat y
ERC, es todavía remota. Pero, en ningún caso, descartable ya que tanto el
PP como el ex primer ministro francés y concejal en
Barcelona Manuel Valls mantienen abierta la vía de dialogo.
La delicada situación política y social en
Cataluña, donde
el independentismo sigue sin renunciar al camino insurreccional a pesar de las
cesiones del Gobierno de Pedro Sánchez, y la apuesta estratégica del
PSC de formar con ERC y los
comunes de
Ada Colau un nuevo tripartito, obliga al constitucionalismo a una reagrupación. Así lo entienden, al menos, el PP, que lleva tiempo planteando la constitución de una suerte de «
Cataluña Suma», entidades como
Societat Civil Catalana que llaman a recuperar el «espíritu del 8 de octubre», la gran
manifestación anti independentista de 2017, y también el partido
Barcelona pel Canvi, que lidera Valls.
Ciudadanos, en cambio, se resiste a la idea con la esperanza de mantenerse como primera fuerza anti independentista del
Parlament.
Pese a las dificultades evidentes, por las diferencias ideológicas de cada partido, por sus posicionamientos estratégicos y algunos vetos personales, el diálogo sobre esta alianza no se ha roto.
Pablo Casado y Manuel Valls comentaron, por intermediación de
Cayetana Álvarez de Toledo y el líder del PP catalán,
Alejandro Fernández, esta posibilidad antes de las pasadas
Navidades.
Los dos líderes coincidieron en seguir explorando, lejos de focos mediáticos y la batalla política diaria, la manera de articular una plataforma electoral constitucionalista que plante cara al separatismo y, de paso, evite la entrada de
Vox en el Parlament. Una plataforma que, de cristalizar, sería ideológicamente más amplia que
Navarra Suma -alianza de centroderecha formada por
UPN, PP y Cs-, e intentaría incorporar a pequeños partidos o entidades de izquierda antinacionalista, y destacadas personalidades de la sociedad civil, cultural y económica de Cataluña.
«Va a ser muy difícil, pero viendo lo que está pasado en el Gobierno de España con Esquerra, todos tenemos claro que no podemos permitir un tripartito en Cataluña», afirman fuentes del entorno de Valls. Mientras, desde el PP se señala que el embate independentista obliga a un gesto de responsabilidad por parte de todos. En este sentido, el vicesecretario de Política Territorial del PP, Antonio González Terol, el pasado mes de diciembre insistió en que el proyecto de agrupar el voto de centro constitucionalista «sigue vivo» en Galicia, Cataluña y el País Vasco.
Uno de los obstáculos para ese reagrupamiento son las diferencias en el eje ideológico izquierda-derecha. El partido Barcelona pel Canvi que lidera Valls aspira a ocupar, tanto en Cataluña como en el conjunto de España, el espacio de centroizquierda constitucionalista que «han dejado huérfano» el
PSOE con sus pactos con ERC y
Podemos, así como Ciudadanos «por sus pactos con Vox». Por lo que, entienden, una alianza electoral con el PP tiene «el riesgo», de escorarles hacia la derecha en la percepción pública. Mientras en filas
populares no faltan los que señalan el apoyo de Valls a la investidura de Ada Colau como alcaldesa de Barcelona como una de las razones por las que se debe evitar cualquier pacto con él.
Con todo, la buena relación personal y política de Valls con Álvarez de Toledo, con quien coincide desde hace tiempo en la necesidad de ejercer una oposición frontal al nacionalismo y el populismo, y con Alejandro Fernández, presidente del PP catalán, está facilitando el diálogo entre el político francocatalán y Pablo Casado. Asimismo, Fernández ya ha dicho que está dispuesto a tener un papel secundario en la lista electoral si se halla un candidato independiente y con suficiente tirón mediático y autoridad moral para elevarse por encima de los matices ideológicos.
Encontrar un candidato de consenso no es tarea fácil. Como tampoco seducir a Ciudadanos, el principal obstáculo para esta gran alianza. El partido rechazó antes de las pasadas elecciones generales la oferta de formar un «España Suma» que le planteó Álvarez de Toledo y sigue en el no. En especial la dirección catalana, encabezada por
Lorena Roldán y
Carlos Carrizosa, que se resisten a perder sus cuotas de poder. La herida dejada por la
rutpura de Valls con Ciudadanos en el
Ayuntamiento de Barcelona tampoco ayuda.
En cambio, en el grupo parlamentario en la Cámara catalana cada vez hay más voces que reclaman el reagrupamiento para evitar una «escabechina electoral». El buen entendimiento entre
Inés Arrimadas y Valls podría desbloquear, al menos, el diálogo cuando la dirigente salga elegida el próximo marzo presidenta de la formación
naranja. Sería un primer y decisivo paso para la constitución de la plataforma constitucionalista.