Las poblaciones de la Costa Brava y del Pirineo de Girona han recibido en los últimos días la llegada de miles de propietarios de segundas residencias, mayoritariamente de Barcelona y del área metropolitana. Esta tendencia ha provocado que muchos comercios de alimentación estén constatando una afluencia de clientes por encima de lo habitual. “Hemos vendido como en un día de verano”, dice Rosa María, la carnicera de Rupià, una localidad de apenas 280 vecinos que ha recibido un centenar de propietarios desplazados para pasar los 15 días de confinamiento por el anuncio del decreto de estado de alarma en España por el coronavirus. En general, las calles y paseos del litoral gerundense permanecen vacíos y parece que se respeta el confinamiento.
Los principales municipios turísticos del litoral —Palamós, Sant Antoni de Calonge, Castell-Platja d’Aro, Sant Feliu de Guíxols, l’Estartit, Begur, Palafrugell—, detectaron el pasado viernes la llegada de los propietarios de segundas residencias y su paso por los comercios locales. Sin embargo, este sábado la mayoría de calles, plazas y paseos estaban prácticamente vacíos. La duda de las autoridades es si permanecen en sus casas por responsabilidad o porque el tiempo no acompaña y no hay nada abierto.
En algún municipio de la zona conocida como l’Empordanet, como Rupià, los contados comercios, como la carnicería, han vendido como en un día de verano. Han sido compras rápidas, que en ocasiones se han encargado por Whatsapp y que han acabado con productos como el pollo, la leche, el costillar de cerdo y los productos para hacer caldo. “He vendido para hacer caldo para un mes”, asegura Rosa Maria. Las ventas han sido elevadas, pero se ha dado una casuística diversa. “Tenía encargos de carne para hacer <CF1001>calçotades</CF> que se han tenido que suspender y tenía un pedido para un cliente que ha resultado confinado en Barcelona y llamó para advertir de que no podría recogerlo.
En el Port de la Selva (Alt Empordà), con apenas mil habitantes en el Parque Natural del Cap de Creus, calculan que en los últimos días se han instalado en segundas residencias más de 200 personas. Esto ha motivado que el alcalde, Josep Maria Cervera, les incluyera en el comunicado de las medidas tomadas en el Plan de Protección Civil Municipal. Cervera ha pedido “a los residentes en otras localidades que hayan hecho el desplazamiento para pasar el fin de semana o una estancia más larga, que se confinen en sus domicilios”. En otras localidades como Platja d’Aro, con una calle comercial con decenas de comercios, la gran mayoría, como las marcas de Inditex y Mango, han decidido este sábado no abrir sus establecimientos.
La situación es especialmente preocupante en pueblos pequeños. El alcalde de Palau de Santa Eulàlia y vicepresidente de la Asociación de Micropueblos de Cataluña, Xavier Camps, ha hecho un llamamiento para que “los que se hayan desplazado a segundas residencias se lo repiensen mientras se permite la circulación y regresen para confinarse en su lugar de origen”. Camps ha lamentado que la gente de Barcelona haya hecho oídos sordos a la petición de permanecer en sus casas y ha apuntado que “este ataque de irresponsabilidad espectacular” puede “no solo escampar el coronavirus, sino colapsar el sistema sanitario, porque los hospitales se refuerzan en verano y ahora solo están preparados para la población actual, no para la estacional”. Además ha añadido que “el problema de abastecimiento también puede ser grave” en localidades pequeñas que cuentan con un solo comercio y con vecinos de edad avanzada con dificultad para desplazarse.
En la Cerdanya y el Ripollés, diversas localidades también han visto como se multiplicaba su población de gente que han manifestado haber acudido al territorio a buscar aire fresco, porque al haber menos gente es menos posible infectarse y para que los niños pudieran estar en la calle. Parecen no haber tenido en cuenta, lamentan los oriundos, que con estos desplazamientos la probabilidad de esparcir el coronavirus crece.
Protección Civil pide distancia en las tiendas