Interesante articulo de prensa de EL MUNDO.
MIGUEL BLESA "EL FILIBUSTERO".
No se sabe el porqué, pero desde siempre Miguel Blesa (ex presidente de Caja Madrid) tuvo obsesión por el Caribe. Primero fue su desembarco en Cuba, a través de Corporación Financiera Habana en 1998 (tan sólo dos años después de su llegada a la presidencia de la caja de la mano de su amigo José María Aznar). Después vino la entrada en Hipotecaria Mexicana Su Casita, que quebró en 2008 en plena crisis de las hipotecas subprime. Más tarde, la apertura de una delegación de Caja Madrid en el estado de Florida (EEUU) con compra de mansión incluida. Y, finalmente, la adquisición alocada del City National Bank of Florida (CNBF) también en 2008.
Toda manía encierra un peligro de contagio, y eso es lo que le pudo suceder a su actual mujer, Gema Gámez, quien también se vio abducida por las pasiones caribeñas de su entonces novio, al constituir en 2011, como única accionista, una empresa dedicada a la moda y peletería denominada Octubre en Florida S.L. Toda una declaración de intenciones.
Es posible que a Miguel Blesa le gustaran desde niño las aventuras de los filibusteros del mar seguidas, la mayoría de ellas, por tórridos romances en sus guaridas caribeñas. Relatos protagonizados por audaces aventureros que actuaban con patente de corso -gracias a su proximidad al poder político- y alejados, la mayoría de las veces, de la rendición de cuentas ante nadie, y mucho menos ante la Justicia. «La vida pirata es la vida mejor», entona contundentemente la canción y quizá sea cierto porque los especialistas nunca se han puesto de acuerdo sobre los límites existentes entre lo corsario -la actuación autorizada por alguien- y la piratería -la acción ilegal y depredadora-, dado que una misma persona podía ser considerada corsario por sus compatriotas y amigos, o filibustero por parte de sus enemigos y damnificados.
Algo de lo anterior -para unos un depredador financiero, para otros únicamente un mal gestor político- le viene ocurriendo a Miguel Blesa desde que, en diciembre de 2012, tuvo que declarar por primera vez ante Elpidio Silva, entonces titular del juzgado de instrucción nº 9 de Madrid. Luego vendrían sus dos entradas y salidas de prisión y el juicio por prevaricación, aún pendiente de sentencia, impulsado por él contra Silva, juez que ordenó aquellas diligencias.
Al contrario de lo deseado por él, la telaraña judicial en la que está atrapado Blesa no ha dejado de crecer en los últimos meses. Y durante esta semana que termina se han agravado sus problemas. Primero por la decisión adoptada por Raquel Robles, la juez sustituta de Elpidio Silva en el juzgado de Plaza de Castilla donde sigue abierta la investigación por la compra del CNBF. Robles ha requerido a la Fundación Caja Madrid y a la entidad heredera de la caja, Bankia, el acta del Comité de Dirección en el que se acordó la compra del Banco de Miami. Y también por la orden dada por el juez Andreu de la Audiencia Nacional -donde se investiga la posible actuación delictiva de Blesa en la comercialización salvaje de las preferentes y la deuda subordinada-, de dar validez e incorporar al proceso los correos electrónicos corporativos de Caja Madrid de Miguel Blesa, siempre que tengan que ver con la venta de estos productos.
Así que, ya sea por las preferentes o por el Caribe, el círculo se cierra en torno al que fuera presidente y máximo responsable de la que llegó a ser cuarta entidad financiera más importante de nuestro país: nuestra caja madrileña del osito verde. «Nuestra» porque era de todos los madrileños, siendo Blesa un mero gestor público con más obligaciones que cualquier otro financiero privado.
Y, coincidiendo con estas novedades, el próximo martes sale a la venta Miguel Blesa, El Lobo de Caja Madrid. Gestión, lujo y ruina de un depredador financiero, obra que he escrito junto a Luis Suárez, editada por La Esfera de los Libros. En sus páginas, además de una disección del personaje y de su vida desaforada -llena de cacerías, cruceros, lujo...-, se dan a conocer los aspectos documentales solicitados ahora por los jueces Fernando Andreu y Raquel Robles.
Así, respecto al acta del Comité de Dirección en el que se acordó la compra del Banco de Miami -y que algunos medios de comunicación dan por perdida-, se reproduce cómo se manipuló la presentación de la documentación, por parte de la dirección de Caja Madrid, a través del PowerPoint que se presentó a los miembros del Comité de Dirección el 17 de diciembre de 2007. Se hizo aparecer primero -en el primer borrador- y desaparecer después -en la documentación oficialmente presentada- la «necesaria autorización de la Comunidad de Madrid por superar [la compra del Banco de Florida] el 5% de los Recursos Propios Computables de Caja Madrid».
Dicha exigencia -autorización previa del Gobierno autónomo- viene establecida en el artículo 17 de la Ley de Cajas de Ahorro de la Comunidad Madrid. El requisito es de tal importancia que también aparece en el Acta del Consejo de Administración de 14 de abril de 2008, donde se selló definitivamente la compra del Banco de Florida (que también reproducimos) y donde, únicamente, el consejero Estanislao Rodríguez Ponga puso objeciones respecto a la necesaria valoración por un «tercero» del Banco que se adquiría y la imprescindible autorización reseñada del Gobierno de Esperanza Aguirre.
Al final, la compra del CNBF se aprobó por unanimidad de todos los integrantes del Consejo de Administración de Caja Madrid, al que pertenecían representantes de los partidos (PP, PSOE, IU) sindicatos (CCOO y UGT) y organizaciones empresariales (CEOE y CEIM). Eso sí, sin la autorización de la Comunidad de Madrid.
Respecto a la comercialización salvaje de las preferentes y deuda subordinada, en el libro se detalla cómo la única finalidad de la emisión masiva de las preferentes de junio de 2009 fue cuadrar el balance de la caja, venido a menos tras las desastrosas inversiones de Blesa en el Banco de Florida, Iberia, Martinsa o SosCuétara. En plena lucha fraticida contra Esperanza Aguirre para mantener su mandato, contando como único aliado con Alberto Ruiz-Gallardón, y una vez frustrada la salida a bolsa de Caja Madrid Cibeles, a Miguel Blesa no le quedó otra opción que poner en marcha una gran emisión de preferentes para fortalecer una vez más los fondos propios.
La caja colocó finalmente 3.000 millones de títulos. Las condiciones de la emisión parecían muy atractivas: 1.500 millones ampliables -como así ocurrió- a 3.000, en función de la demanda, a un tipo de interés del 7% TAE los primeros cinco años y a partir de entonces, euribor más el 4,75%. Fueron los tipos más altos en aquel momento. La letra pequeña de la emisión no se explicaba y era mucho más engañosa, como ha quedado demostrado por centenares de sentencias que han dado la razón a los subscriptores.
Las preferentes son un instrumento híbrido entre acciones y deuda que las entidades emiten para mejorar su solvencia reforzando sus fondos propios. Al no tener vencimiento, son un activo perpetuo, es decir, el ahorrador nunca sabe cuándo puede recuperar su inversión inicial, y todo dependerá de que la entidad quiera amortizar o recomprar su emisión. La clave en este caso es el precio de recompra, ya que las entidades lo ofrecen al precio que consideran más adecuado, ofertándose importantes descuentos que pueden llegar a rondar el 50%, si es que se cobra algo. Por último, la característica definitiva es que el emisor sólo paga si la entidad tiene beneficios. Algo que, como sabemos, no ocurrió con Caja Madrid.
Como curiosidad, se reproduce una argumentación que fue utilizada entonces por el actual ministro de economía, Luis de Guindos, en aquel momento al frente de la filial española de Lehman Brothers: Con las preferentes se proporcionaba a la caja la posibilidad de gestionar su base de capital de forma similar a los bancos, aumentando el porcentaje de beneficio anual que podrían repartir y dedicar a su obra social».
Al final no hubo obra social y sí un gran engaño público con la pérdida de importantes cantidades de dinero para todos aquellos que acudieron a esta suscripción. Bankia, en su conjunto, llegó a tener más de 300.000 afectados por este tipo de productos híbridos de capital. La mayoría de ellos, de Caja Madrid. Muchas reclamaciones siguen en marcha ante los tribunales. Ha sido el propio FROB -el fondo de rescate de los bancos-, propietario público de la rescatada Bankia -22.424 millones de euros públicos colocados para evitar su quiebra-, quien ha estimado que los afectados sólo llegarán a recuperar el 55% de lo invertido.
El Lobo de Caja Madrid es la historia del paso depredador de Miguel Blesa al frente de esta entidad. Un personaje que, a semejanza de los corsarios, contó siempre con el apoyo político de la oligarquía: partidos y sindicatos. Y llevó a la ruina a la que fuera cuarta entidad financiera de nuestro país, por los abusos y negligencias realizados bajo su presidencia. Vida y desmanes que se ponen al descubierto a través de esta investigación.