Es evidente que cualquier decisión es arriesgada, y más todavía, cuando cualquiera de ellas comporta pérdidas. Por lo tanto, que nadie tome como consejos lo que aquí voy a decir. A nadie aconsejo nada; simplemente expongo mis opiniones y las razones en las que me baso para tomar mis decisiones. Insisto mucho sobre esto: las mías, que sólo a mi incumben, y de las que sólo ante mi respondo.
¿Por qué propone BANCAJA el canje? Porque consideran que le conviene sus directivos actuales. Y puestos a hacer algo que les conviene, no se han conformado sólo con ello, sino que encima pretenden imponernos la forma que se les ha ocurrido la mejor para sus intereses, sin importarles para nada si esa forma, no sólo erosiona nuestros intereses, sino que incluso puede que atente contra nuestra dignidad.
Aclaro: para mí sigue siendo BANCAJA mi deudor, esté donde esté. Porque en algún lugar se encuentra la institución en la que yo confié. En algún lugar se hallan sus empleados, sus inmuebles, etc. Donde se encuentre, bajo el nombre o siglas que se quiera o hayan adoptado, está el conjunto de recursos materiales y humanos en los que deposité mi confianza.
Ya tengo 76 años. A lo largo de mi vida algunas cosas he aprendido. Unas de tipo práctico, como el principio de no hacer nada cuando no estoy seguro de qué es lo que me conviene hacer. Aceptando que la decisión de no hacer nada puede ser tan equivocada como la de hacer cualquier otra cosa, aunque tiene una ventaja: es la más barata, la que menos cuesta realizar.
Otras de tipo moral. Como la de que nunca se lamenta asumir el coste de rechazar las actuaciones que atentan contra la propia dignidad (por otra parte, la experiencia me ha demostrado que habitualmente no suele ser la conducta que resulta más cara).
Como ya he dicho, de momento he tonado la decisión de no concurrir al canje, es decir, de no hacer nada y quedarme como estaba. Hasta el lunes. Luego, como le dije esta mañana al director de la oficina, ya se verá.
¿Con qué elementos cuento para posibles futuras actuaciones? (suponiendo que decida planteárlelas).
A mi me vendieron un producto totalmente líquido, es decir, que podía recuperar cuando quisiera. Y no solo me lo dijeron, sino que lo comprobé. En más de una ocasión recuperé una parte de mis inversiones. Por eso estuve de acuerdo con su baja rentabilidad (el 1,353% el año pasado, el 1,779% actualmente). Porque tengo muy claro que seguridad y rentabilidad son incompatibles. Por lo tanto, baja rentabilidad, en principio, es garantía de seguridad.
Ya se que me vais a decir que los papeles dicen lo que dicen. Yo no recuerdo haberlos leído. Es más: creo que ni los tengo. Lo que si es cierto es que a mí me dijeron lo que me dijeron. Y no solo a mí, sino a muchísima más gente. No se si lo sabéis, pero en Derecho existen unas cosas que se llaman la buena y la mala fe.
Y ahora voy a decir algo que en este foro no tiene buena prensa. Voy echar un capote a los empleados de BANCAJA. Pienso que no nos engañaron, ni a mí, ni a muchísima más gente. Es más: tengo la firme convicción de que cuando nos ofrecieron el producto estaban convencidos de que era tal como decían. Claro que puedo estar equivocado.
Concluyendo: lo que antecede son opiniones personales y razones en las que me he basado para tomar mi decisión (insisto: la mía), de no acudir al canje. No son consejos que doy a nadie. Cada cual debe tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias. Yo, sólo de las mías, ante mí respondo.
Saludos.