Siempre ha sido así. Y así siempre será.
El populacho sirviendo a sus amos. Nos han contado una bonita historia. Una historia en la que lo público es independiente de lo privado. En la que el poder judicial es autónomo. En la que los medios de comunicación son imparciales y objetivos. Y en la que podemos votar para elegir a nuestros pastores. Ésa es la historia.
Pero todo es mentira. Es la maquinaria establecida, que nos arroya y aplasta como a vulgares hormigas.
Y lo triste es que haya gente que todavía se la crea.