Tercera observación mensual
Ninguna de las reglas de gestión del plan da señal de compra o de venta:
- El % de riesgo (60,37%) está dentro de la banda de fluctuación 45%-75%, por lo que no hay que comprar o vender ninguna unidad de inversión por este motivo.
- El % resultado latente RV (1,57%%) está por encima del -6,00%, que activa la compra de una unidad de inversión.
- R (0,02) está por debajo de O fijado para la fecha en 0,09
- No ha habido ninguna venta por lo que no procede considerar recompras
La liquidez se ha incrementado euros por la liquidación mensual de intereses de la cuenta corriente hasta 7.201 euros.
Otro mes sin necesidad de operar
Toda estrategia de inversión lleva implícitos una serie de postulados básicos que constituyen su fundamento. Por razones de operatividad estos postulados son considerados axiomáticos a efectos prácticos, es decir los damos por ciertos y no los estamos cuestionando a cada momento, porque ello desembocaría en la parálisis o en un comportamiento errático en el polo opuesto a lo que se entiende por estrategia en sus dos acepciones no militares: “Arte, traza para dirigir un asunto” “En un proceso regulable, conjunto de las reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento”
Los postulados básicos implícitos en Kike Junior son:
- En los mercados financieros existe un alto grado de incertidumbre respecto a su comportamiento futuro, comportamiento que no es modelizable ni predecible con exactitud. Dentro del conjunto incierto hay elementos concretos donde el grado de incertidumbre es menor y en ocasiones mucho menor, incluso inexistente.
- Del postulado anterior se derivan dos líneas complementarias de actuación.
- Una, dedicar atención prioritaria a aquellos elementos más previsibles en donde nuestros esfuerzos van a tener una recompensa más segura, como los costes de intermediación, la fiscalidad o la retribución a vencimiento de la liquidez o de los activos de renta fija.
- Dos, desarrollar técnicas para la gestión de la incertidumbre
- Para gestionar la incertidumbre lo más importante es ser conscientes de nuestros sesgos cognitivos y controlar nuestras emociones. Es decir, es más importante nuestra fortaleza psicológica que la cantidad de conocimientos que recopilemos sobre los mercados, aunque, por supuesto, necesitaremos una formación. Pero el ser un gran experto de poco nos servirá si nuestra práctica está guiada por emociones y sesgos cognitivos. Peor aún, muchas veces utilizaremos los conocimientos para envolver en una apariencia de racionalidad y justificar con ello conductas que de racionales tienen poco.
- La mejor herramienta para la gestión de la incertidumbre y eliminación de sesgos cognitivos y emocionales es la automatización de la gestión mediante un conjunto de reglas de actuación en respuesta a los eventos del mercado, lo que se conoce como gestión sistemática.
- La sistematización es un arma formidable para pelear contra emociones y sesgos. Pero hay que ser conscientes de la imposibilidad de eliminarlos, sólo podemos aspirar a controlarlos. Por ello es aconsejable que las reglas del sistema sean “amistosas” con la psicología del inversor, siempre que ello no entre en conflicto con los objetivos primarios de rentabilidad y seguridad. En caso contrario corremos el riesgo de no ser capaces de cumplirlas.
Las reglas de Kike Junior cumplen el requisito de ser amistosas psicológicamente sin sacrificar por ello el objetivo de rentabilidad perseguido. Al respecto anticipo que tienen algunas sutilezas interesantes que se irán poniendo de manifiesto en la práctica.
La experiencia que llevamos acumulada nos permite empezar a entender una de dichas sutilezas, los riesgos de la autoexclusión del mercado y como combatirlos.
En los tres meses que llevamos el fondo ha estado moviéndose casi todo el tiempo por encima del precio de compra, salvo quizás algún momento puntual. En todas las observaciones mensuales la rentabilidad de la inversión ha sido positiva.
Imaginemos a alguien que al inicio del plan considere el precio demasiado caro y que prefiera esperar a una caída hasta un nivel que intuitivamente considere como aceptable. Espera pacientemente a la caída, pero pasan los meses, la esperada corrección no llega y encima el precio sigue subiendo. La frustración se va acumulando y es probable que a la larga termine por comprar y lo hará más caro que habiendo entrado al principio. Cuanto más caro dependerá de lo cabezota que sea, es decir, cuanto más tiempo aguante y más se resista a asumir un nivel razonable de compra, más alto será el precio en el que al final capitulará.
Kike Junior evita este riesgo marcando desde el principio un nivel de exposición importante y al mismo tiempo mantiene liquidez suficiente para mejorar el precio de compra en caídas significativas en donde es muy necesario tener disponibles respuestas positivas a la sensación de miedo e incertidumbre. Hay que prever las dos posibilidades aunque el precio sea una menor rentabilidad si en el primeros años del plan se producen alzas o bajas importantes y bruscas.
Podemos alegar que para evitar los problemas de la autoexclusión del mercado también tenemos la alternativa de entrar poco a poco mediante un sistema de cost averaging. Cuando se trata de empezar desde cero un plan de ahorro, no es una mala idea, sobre todo si queremos reducir al mínimo la atención al mercado como forma de evitar emociones negativas. Sin embargo, es poco eficiente cuando se trata de invertir a largo plazo un patrimonio preexistente.
La razón es que a largo plazo la volatilidad del mercado de renta variable tiene un sesgo alcista, por lo que, salvo que en el supuesto un mercado que interrumpe durante un largo período su camino al alza, algo que sucedió por última vez entre mediados de los sesenta y finales de los setenta, su rendimiento va a ser estadísticamente inferior al de invertir todo al principio. Esto no es una opinión, son matemáticas corroboradas por los múltiples estudios que muestran la superior rentabilidad en términos estadísticos de la aportación total al principio (lump sum) sobre la aportación periódica (cost averaging). Ojo, que las verdades estadísticas sólo indican una mayor probabilidad, no certidumbre, en periodos concretos el cost averaging será más rentable.
Quizás os esté sonando a chino esto del lump sum y cost averaging. Podéis leer un completo análisis recomendable no sólo para novicios sino también para expertos.
En él se explica los pros y los contras del cost averaging. Lo de añadirle el “dollar” es la típica tontería del cortapega de textos USA, aquí habríamos de rebautizarlo “euro cost averaging”. Es un concepto muy difícil de traducir al español sin caer en equívocos o en expresiones de lo más retorcido como he visto a veces. La mejor traducción sería “promediación del coste de compra”, ya que al usar una cantidad fija en las aportaciones se compran más unidades cuanto más bajo es el precio y menos cuanto más alto; con lo que se consigue mejorar el precio medio de adquisición respecto a la compra de un número fijo de participaciones o acciones.
El término aportaciones periódicas, que a veces se usa como sinónimo, es equívoco porque se pueden hacer aportaciones periódicas con reglas más complejas que el simple comprar una cantidad fija y mantener, y seguirán siendo aportaciones periódicas.
El gran problema práctico del cost averaging es su ineficiencia en los períodos alcistas tanto desde el punto de vista de la inversión como del psicológico. En períodos alcistas, el precio medio de compra irá subiendo respecto del inicial, lo que supondrá un menor rendimiento en el momento realmente significativo, es decir al final de su plazo.
Al ser conscientes de que cada vez estamos comprando más caro cuando queríamos comprar más barato, iremos acumulando una sensación de oportunidad perdida por no haber sido valientes al principio. Sensación que puede llevarnos a cuestionar la continuidad del plan, generalmente en el momento más inoportuno.
Para corregir los inconvenientes del cost averaging se diseñó el llamado ”value averaging” estudiado en detalle en el anterior enlace Ahí se explica no sólo su mecánica sino también sus limitaciones e inconvenientes.
En sus primeros esbozos el sistema Kike Junior era un value averaging con importantes matices para paliar en la medida de los posible sus inconvenientes. Este planteamiento lo descarté por excesivamente agresivo, por excesivamente complejo y por innecesariamente activo con compras y ventas de dudosa utilidad en el contexto del largo plazo, un largo plazo en donde mucho de lo percibido inicialmente como significativo se vuelve anecdótico.
El diseño de Kike Junior parte de la idea básica y gran aportación del value averaging: definir un nivel de rentabilidad sostenible por encima del cual se vende y por debajo del cual se mantiene o se compra. Pero las reglas de ajuste son mucho más suaves y el riesgo de autoexclusión se elimina al hacer una aportación inicial significativa, aunque ajustada por las expectativas. En conjunto es más conservador, lo que implica una menor expectativa de rentabilidad a cambio de una menor volatilidad del resultado a vencimiento que es el que importa. Y procura ser lo más “amistoso” posible desde el punto de vista psicológico.