Cuando empezaron los problemas con Grecia – o más bien cuando políticos y mercados se dieron cuenta de lo que venía gestándose durante años – cometí el error de escribir que más que una tragedia parecía una telenovela. Los actores eran malísimos: ya sabemos como es la clase política europea en general y griega en particular. Y el guion era surrealista: un país que nunca debió de estar en el euro entra y, además, con trampa, y todo por una decisión política, tal que si Grecia está en Europa – cuestión política - ¿por qué no va a tener la misma divisa? – cuestión económica.
Es como decir que todos los madrileños tienen que estar en el club de golf más selecto de la ciudad porque son madrileños, con independencia de que puedan o no pagarlo. Claro, luego la cuota la pagan el resto de los socios. Y los palos de golf, el equipo y alguna que otra comida en el club social. Pero no sólo lo pagan los demás socios. En este caso quién más ha pagado es el pueblo griego. Si en algo estoy de acuerdo con el Sr. Tsipras es que lo de Grecia ha pasado de crisis económica a crisis humanitaria. También creo que podrían haber estado en la Unión Europea y no en el euro y ahora serían mucho más felices. Y los contribuyentes de la eurozona también. Pero no. Los políticos tenían que montarse su unión económica hasta con quién no tenía economía para pertenecer al club. Y encima la gestionaba “de aquella manera”. Y, finalmente, telenovela también por lo absurdo de la situación, que roza el ridículo: la supervivencia de una idea de la importancia histórica y económica que es el euro podría depender de un país que sólo representa el 2% del PIB de la eurozona.
Retiro, por lo tanto, lo de fotonovela. Y no porque todo lo anterior no sea cierto, que lo es, sino por respeto al hecho de que detrás de todo ello hay gente que sufre, y eso es una tragedia. Y también sería trágico que el euro se fuera al traste por una decisión política equivocada (una más)
No creo, como ya he comentado varias veces, que Grecia vaya a salir del euro, al menos en este nuevo capítulo. Patada a la lata hacia delante y a otra cosa. A la hora de manejar el dinero de los impuestos, dinero “que no es de nadie”, como dijo la inefable ministra Carmen Calvo, los políticos son manirrotos y prefieren pagar antes que coger el toro por los cuernos. Pero aun así este nuestro “radar” va a seguir de cerca lo que ocurra en Grecia, porque esto es como cuando juegan los niños pequeños: hay que estar “al loro” porque a veces hay accidentes. Sobre todo si son muy pequeños o muy brutos. O ambas cosas a la vez.
De inicio no esperábamos menos de los nuevos gobernantes griegos. Como son novatos, han cogido el libro de “aprenda a negociar en un par de tardes” y lo siguen al detalle. Y si no, lean:
1. Hay que pedirlo TODO. Así, si luego hay que reducir las demandas, se parte de un punto muy alto y se conseguirá lo que realmente se buscaba. “No aceptamos a la Troika como interlocutor”. “Nada de nuevos créditos: queremos un nuevo acuerdo y, mientras tanto, que nos financie el BCE”. Y el acuerdo tiene que estar listo en Mayo”. Sólo falta que venga Juncker, presidente de la Comisión Europea y diga “¡Señor, si señor!” en posición de saludo.
2. Tiene que haber un policía malo y otro bueno. Pues aquí los tienen:
Fuente: @bolsamania
El de la izquierda es el poli malo y se llama Varoufakis. No me negarán que es perfecto para el papel. El de la derecha es el jefe, Tsipras. Es el poli bueno. También es perfecto para el papel. Tiene cara de buen chico. Tanto como el otro la contraria. Me recuerdan a Alfonso Guerra y Felipe González en sus inicios, tanto en imagen como en el reparto de papeles. Aunque me temo que a nivel intelectual y como estadistas están a años luz. Ojala me equivoque.
3. Meter miedo y buscarse un aliado que meta todavía más. Y para eso ¿quién mejor que Putin, que “se le ha ido la olla” y está en plan ganar popularidad resucitando la idea de la “Gran Rusia” mientras su economía se despeña con la caída del precio del petróleo y de las materias primas? Un genio que, por orgullo, se dedica a comprar oro cuando el mundo entero está o bien en desinflación o incluso en deflación (el oro es buena inversión cuando hay inflación o conflictos militares). Y así no usa dólares de Obama, que le cae fatal, oiga. El caso es que el Sr. Tsipras – muy educadamente, eso si - ha amenazado con llevarse mucho mejor con Rusia, lo que incluye no apoyar las sanciones en vigor por el tema de Ucrania, que necesitan de unanimidad para ser aprobada. Otra “europeada”: imagínense que el congreso norteamericano tuviera que alcanzar la unanimidad, no ya para entrar en guerra, sino simplemente para imponer sanciones a, digamos, Corea del Norte.
4. Asustar a los mercados. Eso siempre funciona. Siguiendo el esquema de ocasiones anteriores, aprovechar que el dinero es miedoso y amenazar con irse. Y transmitir la idea de que va a salir más barato que se queden.
Lógicamente la otra parte, que en el fondo es básicamente Alemania, que es quién paga la mayor parte de la cuota para que Grecia siga en el club, hace también su papel: “Alemania no acepta chantajes”. Lo dice ni más ni menos que el ministro de finanzas, Schaüble. Y otro miembro del gobierno: “los griegos están en su perfecto derecho de elegir a quién deseen para gobernar su país. Y los alemanes de decidir a quién financian”. Incluso una filtración que, al haber sido publicada en “Der Spiegel”, tiene carácter cuasi oficial: Alemania considera que la zona euro está mucho mejor preparada ahora para asumir una salida de Grecia. Y, eso es mi opinión personal, creo que encima es cierto, aunque no les aburriré con los detalles de porqué creo que lo es (estoy a su disposición en @AlvargonzalezV)
De momento, todo de acuerdo con el guión: no se puede llegar a un acuerdo sin montar previamente un “show” para los votantes de Syriza y otro para los contribuyentes alemanes. Y el acuerdo tiene que alcanzarse en el último minuto. Hasta ahí todo bien. Es la ventaja de repetir una vez más el juego de ocasiones anteriores. Y pese a la retórica, no parece que el resultado final deba inquietar demasiado a los inversores.
Pero, como dicen los norteamericanos “shit happens” (mejor no lo traduzco). No sé si los griegos se han dado cuenta de que las circunstancias han cambiado: los mercados no parecen tan asustados como en otras ocasiones, y con razón. La distancia económica, la de cumplimiento de obligaciones e incluso la política, que separa ahora a Grecia de España - el país con más riesgo de contagio - es mucho mayor que hace unos años. España es puesta como ejemplo de buen alumno, aunque más correcto sería decir los españoles, que han sido los que han pagado el desaguisado, y no el estado y los políticos, que siguen sin apretarse el cinturón. Y he dicho y mantengo que incluso políticamente hay grandes diferencias: una cosa es que Podemos obtenga muchos votos en las próximas elecciones y otra que se quede a dos escaños de la mayoría absoluta, como ha hecho Syriza. Una cosa es ir por la calle y que, cuando te pregunten a quién votarías, te acuerdes de nuestros queridos políticos, y respondas que a Podemos, aunque sólo sea por fastidiar y otra ir a las urnas e imaginarte a Pablo Iglesias y su visión bolivariana de la economía de presidente del gobierno. Los españoles ya hicieron su experimento de modernidad con Zapatero y todavía están pagando las consecuencias. Los griegos están empezando el suyo.
Hace poco vi un chiste en Twitter (lo tienen en mi cuenta pues hice un RT) en el que un tipo, con los treinta bien cumplidos, tumbado en un sillón y rodeado de botellines y colillas, con toda la pinta de ser un “nini” (ni estudio ni trabajo) les decía a sus padres: “tranquilos: me lo he pensado y he decidido que todavía no me voy de casa”. Los padres eran una caricatura de Ángela Merkel (con un delantal) y Jean Claude Juncker (actual presidente de la Comisión Europea, que, como pinta poco, casi nadie sabe quién es). Pues a ver si la que realmente manda en la casa, que es doña Ángela, se le van a llenar las narices y va a decir ¡“verlassen”!, que creo es la traducción al alemán de lo que dijo Lola Flores en la boda de su hija ante el tumulto que se estaba montando: “¡Irse!
Esta opción tampoco deben dejar de contemplarla los inversores. Aunque probablemente para comprar aprovechando el impacto que tendría en el corto plazo en las bolsas. Y digo comprar y digo bien porque la tragedia griega es humanitaria. Y en Grecia. Es duro, pero, económicamente, para la zona euro “Grexit” tendría bastante sentido. E imagínense el miedo que se les iba a meter en el cuerpo a los votantes menos radicales de Podemos si ven que Grecia se ve obligada a salir del euro.
En fin, y por no perder el sentido del humor: en el próximo capítulo la troika llora porque Syriza no quiere hablar con ella. Mientras tanto, los malvados negociadores europeos y griegos intentan llegar a acuerdos secretos para no enfadar a las respectivas familias (continuará)
¡Que tengan una buena semana!