En “El Radar” no sólo tratamos de detectar oportunidades de inversión. También tratamos de detectar amenazas que pueden afectar a nuestras – sus - inversiones. De hecho, es lo más difícil, porque subirse a la ola de una tendencia alcista con buenas bases fundamentales, si bien no es fácil – si lo fuera todo el que invierte sería rico y no es el caso - sí que tiene un alto grado de fiabilidad, si se detectan correctamente ambas cosas.
Así que estar en el sitio justo en el momento adecuado no es sencillo, pero las señales del radar suelen ser fuertes. Por ejemplo: si hay una tendencia claramente desinflacionista desde hace años en Europa y el BCE no hace nada al respecto no es difícil llegar a la conclusión de que al final tendrá que hacerlo, y que, a más tarde, más carne tendrá que poner en el asador. A partir de ahí, un buen estratega financiero no sólo debería ser capaz de adelantarse a la jugada, sino también identificar los activos, sectores y países beneficiarios de la situación (ver, por poner un ejemplo reciente, el artículo “Keepit simple”, publicado en Diciembre).
Pero los riesgos, si bien a veces salen en el radar – obviamente no los imponderables, como un Tsunami, y con la inapreciable ayuda de quienes siempre anuncian una caída bursátil que, como es lógico, acaba produciéndose por la propia dinámica de los mercados – suelen ser más difíciles de predecir en cuanto al cuándo y el cómo se van a materializar. Y lo que es peor: puede haber información – datos – sobre el riesgo en cuestión, pero el “timing” de cuándo pueden llevar a una corrección es complicado. No hay una tendencia a la que “subirse” y, además, cuando se materializan, la corrección suele ser muy rápida. El dinero es miedoso y la reacción ante un problema suele ser inmediata y contundente. Los inversores tienen miedo a estar fuera del mercado cuando sube, pero mucho más a estar dentro cuando se desploma.
Así que hoy vamos a hacer un receso y “miraremos nuestras espaldas”. “Watch your back”, como dicen los anglosajones. Y concretamente vamos a echarle un vistazo a un riesgo que ni es Grecia, que yo creo está bastantedescontado por el mercado y que, de acabar en el escenario más pesimista – “Grexit” – no tengo tan claro que fuera a ser negativo, excepto lógicamente para el mercado griego -, ni es Ucrania. Tampoco es la Reserva Federal de los EE.UU (la “FED”), pues, como dijo hace poco el cofundador de la gestora Black Rock, “mi vida no va a cambiar porque la Fed suba mañana medio punto los tipos de interés”, refiriéndose no sólo a la economía norteamericana – su economía particular seguro que no va a cambiar – sino al hecho de que ya es algo bastante descontado por los mercados. Y el analista que no sepa que es posible que la Fed suba tipos a lo largo de 2015 debería plantearse otro tipo de actividad profesional.
No. Vamos a hablar de una hipotética empresa de un país emergente que, aprovechando la corriente inversora que se inicia en 1994 y que lleva miles de millones de dólares hacia los mercados emergentes, toma la costumbre de endeudarse en esta divisa. Sonaba bien: paga tipos de interés mucho más bajos que los locales y sus bonos son más atractivos para los inversores porque están en una divisa fuerte. No hay tampoco problemas con el tipo de cambio. Más bien al contrario: el “dinero caliente” entra a espuertas en los mercados emergentes e impulsa el valor de la divisa local, una tendencia que, salvo una crisis en 1998–salvaje y una buena prueba de lo que ocurre cuando todo el mundo busca la salida y es muy estrecha, pero de corto recorrido- se ha mantenido hasta la fecha.
Para entender mejor a donde quiero llegar, imaginemos que nuestra empresa se dedica al negocio de las materias primas. O a la producción de petróleo. Para no rizar el rizo no diré que esté en países donde la economía tiene problemas adicionales a la caída del precio de las materias primas o el petróleo, como pueden ser Brasil o Venezuela.
¿Qué ocurre si los inversores empiezan a meter menos dinero en esos países? ¿O empiezan a retirarlo? No tiene que ser necesariamente porque vayan mal, puede ser simplemente porque decidan ir cual abejas a la miel del QE europeo, o porque suba el dólar y sea más rentable estar en dólares que en divisas “exóticas”. O porque algún día – todavía muy lejano, en mi opinión - la FED no es que suba medio punto los tipos, sino que empiece a subirlos hasta niveles del, digamos, 2%, algo totalmente normal en una economía “normalizada” después de una crisis. Eso llevaría a niveles muy atractivos al bono norteamericano con vencimiento a diez años, por ejemplo. Y en dólares.
Si a esto se une que las materias primas siguieran bajando – muchas de las mayores empresas emergentes se dedican a la producción o venta de materias primas – nuestra hipotética empresa podría tener que llamar a su cuartel general y decir algo parecido a lo de “Houston: tenemos un problema”. Tenemos que devolver un préstamo en dólares pero para ello tenemos que comprar previamente dólares y nuestra divisa ha bajado un 30% - por ejemplo – frente al dólar, en relación con cómo estaba el tipo de cambio cuando pedimos el crédito. Además, como todo iba de cine, no se nos pasó por la cabeza gastar dinero en un seguro de cambio. Si añadimos que nuestras ventas han bajado porque los chinos compran menos cobre, cemento, litio o lo que sea, y eso afecta a la cotización – y calificación crediticia - de nuestros bonos en general, por no decir a los resultados de la sociedad, meterle a la cuenta de resultados una pérdida por tipo de cambio en estas circunstancias va a ser la gota que colma el vaso.
Hace una década el mercado de bonos corporativos de empresas emergentes denominados en dólares casi no existía. Hoy es mayor que todo el mercado de bonos de alto rendimiento norteamericanos (“High Yield”) y cuatro veces el tamaño del europeo. Ha pasado de 107.000 millones de dólares en 1.994 a dos billones – españoles - de dólares en la actualidad. Y aquí todo el mundo preocupado con los 217.000 Millones de euros que le debe Grecia a la “Troika”, deuda que, en su mayoría, está provisionada – habría que ser incompetente para no haberlo hecho – y muy repartida entre instituciones para bancarias internacionales (el FMI, el Banco Europeo de Inversiones, etc.).
No me interpreten mal. Este no es un “artículo pánico” de esos que hace la gente para poder decir algún día: “veis, si ya lo decía yo …”. Por el momento y con la excepción de las economías/empresas que dependen casi exclusivamente del petróleo o de las materias primas, la salud general de las economías emergentes no es mala. Y China podría reanimar el mercado de materias primas si decide poner freno al aterrizaje controlado que ha llevado a su economía a crecer la mitad que hace una década. Bastaría con que utilizara sus enormes reservas para incrementar el gasto público y ponerse a construir puentes, autopistas o presas como locos. Cosa que probablemente hagan (tengo a su disposición un artículo/análisis detallado al respecto si les interesa el tema). Y como dije antes, no veo a la FED con prisa alguna para subir significativamente sus tipos de interés. Así que no corran a vender por este motivo. Pero ténganlo “fijado” en su radar. Como dicen los médicos: no es preocupante, pero veamos cómo evoluciona.
Que tengan una buena semana.