En los mercados es muy conocida la figura de los llamados “cazadores de gangas”, pero hasta ahora nadie le ha puesto nombre a los inversores que basan su decisión de invertir en un país o zona geográfica en función de que se pueda producir un proceso de estímulo económico o monetario.
Los cazadores de gangas son de dos tipos. En primer lugar, los que compran indiscriminadamente lo que más cae aprovechando momentos de auténtico pánico financiero. Se basan en la teoría – que se cumple mucho en la práctica – de que cuando llegue la recuperación lo que más ha bajado es lo que más sube. Luego están los que hacen lo mismo, pero no de forma indiscriminada, sino que ponen un filtro y se centran en empresas con buenos fundamentales – ingresos, dividendos, valoración, ventas, etc.-, pero que se han visto arrastradas por la marea vendedora. Muchos de los más famosos – y exitosos – inversores, especialmente entre los llamados “value investors” (inversores “de valor”) trabajan así:
detectan empresas con buenos fundamentales y esperan pacientemente - muchas veces durante años - a que se produzca el pánico que les permite comprarlas al precio en el que consideran que “hay valor”, es decir, que están baratas.
Pero también
hay inversores que son conscientes de que cuando un banco central empieza a inyectar liquidez al sistema, el resultado final es un incremento de precios en el mercado. Son, por ejemplo, los que entraron en plena vorágine financiera en
EEUU, cuando el Sr. Bernanke dijo que haría lo que hiciera falta para evitar la “japonización” de la economía norteamericana. Esto último no lo dijo – “japonización” – pero es lo que quería evitar: un
largo periodo de estancamiento y deflación. Y los que vieron que tarde o temprano el
BCE tendría que hacer lo mismo (más bien tarde, hablamos del BCE).
Y en Japón, tres cuartas de lo mismo. Desde que el primer ministro Abe inició su programa de recuperación, que incluía la inyección monetaria masiva por parte del banco de Japón (y de los fondos de pensiones estatales japoneses) se ha ganado mucho dinero en esa bolsa. Y en los bonos (siempre y cuando se haya cubierto la divisa, claro)
No vamos a entrar en el eterno debate tertuliano y de red social de si el
estímulo monetario está “bien” o está “mal”, porque desde el punto de vista de quién gestiona dinero lo que está bien es ganarlo y lo que está mal es perderlo. Otras consideraciones quedan para los banqueros centrales, los políticos o el debate económico en general.
El trabajo del estratega o del gestor es ganar dinero en los mercados, no debatir sobre la idoneidad de la política económica. De hecho, yo estoy de acuerdo en que no es bueno tener que recurrir a este tipo de medidas - salvo en casos extremos -, pero estoy seguro de que nuestros clientes están encantados de que hayamos aprovechado tanto el estímulo norteamericano como el europeo (el japonés reconozco que me pareció demasiado arriesgado por motivos que se saldrían del tema que tratamos hoy, y me lo perdí). Entiendo que quienes te confían su dinero o siguen tus consejos valoran más que haya sido un “malvado” que especula con futuras bajadas de tipos y procesos de estímulo monetario que la opinión académica sobre las consecuencias futuras de estas actuaciones, que muy seguramente acabarán produciéndose porque son como la cortisona o los antibióticos: siempre tienen efectos secundarios.
Así que lo reconozco: yo también soy “cazador de estímulos”. Económicos o monetarios (ahora veremos la diferencia). En mi trabajo utilizo el análisis fundamental, el técnico y, sobre todo, el sentido común. Pero no desaprovecho la oportunidad cuando un banco central se dispone a inundar de dinero un mercado. De lo que me preocupo – “mea culpa” – es, llegado el caso, de salir a tiempo. Pero no me arrepiento de ganar dinero, incluso cuando lo hago aprovechando que una mala política económica acaba haciendo inevitable el recurso al antibiótico o la cortisona. La culpa de una mala política económica es de los políticos. La misión del estratega es obtener resultados. En cualquier escenario económico o financiero. Para eso nos pagan. Si algún día soy ministro – que no lo seré, es una metáfora, eso es para gente importante – mi trabajo será – sería - cortar el mal antes de que ocurra y no permitir que se llegue a que la única salida sea el recurso a la máquina de imprimir billetes.
Pero hay otro tipo de estímulo. Este se considera algo más ortodoxo: se llama política keynesiana – por el famoso economista John M. Keynes – y “va” de incrementar el gasto público, aunque es ortodoxo cuando el país tiene dinero y reservas, no cuando está endeudado hasta las cejas. Y como los políticos tienden a endeudarse de aquella manera, no suelen tener margen para ese tipo de estímulo. Pero, curiosamente, el único posible estímulo nuevo que detecto actualmente en El Radar – aparte de seguir aprovechando el europeo – es más keynesiano que monetario. Y el país que podría llegar a ponerlo en práctica es China.
Su economía ha entrado hace tiempo en un proceso desinflacionista agudo y, por seguir con términos médicos – que me perdonen los médicos-, podría llegar a ser crónico, que en economía es cuando se pasa de desinflación a deflación. No voy a repetirme, porque he escrito mucho y desde hace tiempo sobre el proceso desinflacionista en China y a quién lo desee le puedo pasar esa información. Sólo tiene que pedírmela en @AlvargonzalezV o por correo electrónico y estaré encantado de dársela. Lo importante es que hay que estar atentos a cuanto más va a bajar los tipos de interés China y, sobre todo, si en algún momento decide utilizar sus enormes reservas para empezar a construir presas, carreteras o lo que haya lugar.
Me centro en el estímulo “keynesiano” porque es de los pocos países del mundo que podría hacerlo. Y con una ventaja para el inversor que tenga cargo de conciencia por ser “cazador de estímulos”: que este sería ortodoxo, dada la situación de exceso de caja que tiene el país. Y si al final deciden hacerlo, se notará en su bolsa y en muchas empresas, incluso no chinas. Y en el mercado de materias primas. No se lancen, sería prematuro. Pero vigilen los datos: si sigue reduciéndose el crecimiento en China y siguen saliendo datos desinflacionistas, mi sugerencia es que vayan cargando la escopeta. Pero no disparen. Todavía.
¡Que tengan una buena semana!