El índice de referencia occidental de la eficiencia, la seriedad, la sanidad, la educación cívica, y no sé cuántas cosas más, suele ser Suecia. Por no tener, casi no tienen corrupción, lo cual para un español es todavía más alucinante que todo lo demás.
Pues ahora, como si no les bastara con ser cuasi perfectos, van y les funcionan el QE y los tipos de interés negativos.
El banco central de Suecia hace tiempo que empezó su proceso de estímulo monetario. Mucho antes que el BCE. Y también inició antes el proceso de forzar a los bancos a prestar dinero cobrándoles por el que mantenían en las cajas del banco central ¿Les parece fuerte que a la banca de la eurozona le cobren un 0,4% anual por tener su dinero a buen recaudo en el BCE? Pues en Suecia la tasa anual es de casi un 0,6%. Y en estos temas unos “pipos” – puntos básicos/decimales - son una pasta. Los tipos de interés cero o negativos no han frenado el consumo, sino que, sea o no por eso, ha aumentado. ¿Y el paro? Bien, gracias: del 7,6%. Ya lo quisiéramos aquí.
Se podría argumentar que no ha sido el QE ni los tipos cero lo que ha relanzado la economía sueca, pero lo que está claro es que no le ha perjudicado: después de haber estado en recesión ahora el PIB crece al 4,5% anual. El IPC, que flirteó con cifras negativas en 2014, está en un relativamente cómodo 1%. Y digo cómodo porque aunque la inflación sea baja el crecimiento económico aleja el fantasma de la deflación.
No voy a entrar - aunque me gustaría - en porqué creo que la política monetaria ha funcionado en Suecia, sino en cuales pueden ser las consecuencias de este hecho a futuro, para que no se diga que los economistas sólo hablamos del pasado.
Sí, se puede
Suecia no es Zumbase. Es una economía avanzada con grandes similitudes con las grandes economías del núcleo duro de la eurozona. Que el QE y otras medidas de estímulo monetario estén dando resultado es un argumento muy fuerte para los miembros del consejo de gobierno del BCE favorables a ellas. En otras palabras:
por mucho que se le critique el BCE va a seguir con sus medidas de estímulo. No sólo porque no tenga muchas alternativas – los políticos “pasan” de ayudar recortando gastos y bajando impuestos con lo ahorrado – sino porque, además, tiene delante un ejemplo de que esas medidas pueden funcionar. Y no digo que vayan a funcionar – sin ayuda política lo veo difícil -, sino que el consejo del BCE piensa que pueden. En el lado contrario tienen a Japón, pero la respuesta es obvia:
la economía de la eurozona se parece más a la de Suecia que a la de Japón.
¿Y si va y funciona?
Si de repente y contra todo pronóstico – lo cual suele ocurrir mucho en los mercados – funcionaran las medidas del BCE, en la eurozona pasarían muchas cosas. Y ninguna baladí.
Para seguir, habría una gran convulsión en el mercado de renta variable y dejaría de subir – aunque parezca mentira ha ganado un 107% desde 2009, incluso después de la caída de los últimos meses –, aunque seguramente no sería como en EE.UU., donde el Dow lleva plano desde que se acabó el QE norteamericano. Aquí los precios son muy bajos y se adaptarían relativamente rápido a una economía que abandona el estancamiento para entrar en franca recuperación. Es decir: después de la convulsión inicial y una etapa de movimiento lateral es muy posible que se retomara la tendencia alcista en las bolsas.
No digo que se pueda extrapolar el caso de Suecia a la Eurozona. La zona euro es muy heterogénea y hay países donde aparcar en doble fila es la norma y no la excepción (no miro a nadie). Y lo mismo se puede decir de las economías, pero lo que es seguro es que lo que está pasando en Suecia influencia al BCE, lo que nos da una idea de cuál puede ser su actuación futura, tanto si el IPC sigue a la baja – más madera - como si el QE finalmente funciona (se acabaría la madera).
La utilidad de mirar a Suecia está en tener en mente que en los mercados lo último que debes hacer es descartar posibles escenarios. Porque muchas veces ocurre lo que tiene menos probabilidades de ocurrir. Sobre todo si el consenso dice que es imposible.