En el mes de mayo el Yuan chino ha caído un 1,6% frente al dólar – incluida una devaluación “oficial” del 0,5% - y los mercados ni se han inmutado. Es más, toda devaluación es oficial en China. Nada se mueve nada sin la autorización del politburó y menos la divisa del país.
Pero fíjense qué curioso: en agosto una devaluación del 2,6% provocó una tormenta en las bolsas mundiales. Pero en esta ocasión no ha pasado nada, ni siquiera en los mercados locales. Cierto: esta devaluación ha sido un punto porcentual menor que aquella, pero aún así llama la atención el comportamiento del mercado. Es más: plantea cuestiones importantes.La primera es obvia ¿qué habría pasado si la devaluación hubiera sido mayor? Porque hay viene la segunda pregunta ¿están indicando las autoridades chinas que su intención es proceder a una devaluación lenta, en pequeñas dosis y durante un largo período de tiempo o, por el contrario, están lanzando un globo sonda para ver como reacciona el mercado.
El timing es inteligente: han aprovechado que la mayoría de las divisas mundiales se han depreciado frente al dólar ante el aumento de probabilidades de que la Reserva Federal suba los tipos de interés. Vamos, lo que se dice aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid. Si el mensaje implícito en la actuación de las autoridades chinas es la gradualidad y la moderación entonces estamos ante una buena noticia para el mercado, porque parece que los mercados asumen de buen grado esta táctica. Y es buena noticia para China, porque para corregir los sus desequilibrios económico- financieros necesita una devaluación mayor. Y el mercado esta diciendo –por el momento - que si es “tacita a tacita” está dispuesto a asumirla. Por el contrario, si estamos ante un globo sonda ya podemos ir preparándonos.
Personalmente no creo que el mercado esté preparado para una evaluación sorpresa del cuatro o cinco por ciento. Quedémonos de momento con los hechos, que no son negativos, y esperemos que reine la racionalidad en las decisiones de las autoridades monetarias chinas. Crucemos los dedos para que hayan interpretado correctamente la reacción de los mercados. Sería un grave error interpretar la reacción ante el globo sonda como una carta blanca para solucionar sus problemas de exceso de producción y deuda de un plumazo.
Se puede predecir lo que va a hacer la Fed. Se puede predecir lo que vaya hacer el BCE. Pero es imposible predecir las intenciones del Politburó. Lo que sí podemos hacer es tomar buena nota de los datos de la economía y de las actuaciones puntuales de las autoridades chinas. Los datos económicos nos indican el grado de presión a la que están sometidas y sus actuaciones son mucho más importantes que las declaraciones oficiales. La entrada de China en el escenario económico mundial en los mercados financieros complica sobremanera el trabajo del estratega financiero. Es la segunda economía del mundo, pero su funcionamiento interno y externo no tiene nada que ver con el de las economías avanzadas entre las que pretende estar. Y en cuyos mercados influye de forma determinante.
Como digo, no es fácil, pero hay que hacerlo. Lo que ocurra en la economía china y muy concretamente lo que ocurra con su divisa es la espada de Damocles de los mercados. Si asumen – y se confirma - que descenderá de forma gradual y sin demasiado peligro se despeja el camino para un movimiento alcista. Si cae de forma inesperada y con todo su peso volveremos a la volatilidad y la incertidumbre.