No recomiendo invertir en bolsa española desde el día en qué las principales ciudades españolas pasaron a ser gobernadas por coaliciones PSOE-Podemos. O por este último apoyado por los socialistas.
No tengo nada en contra de la voluntad popular ni de que los ciudadanos decidan quien gobierna sus ciudades. Faltaría menos. Eso es la democracia. Tampoco creo que suponga un gran riesgo para las bolsas que los ayuntamientos estén dirigidos por esos partidos. Pero, como asesor financiero, no podía mirar hacia otro lado ante el riesgo de que una coalición de este tipo llegará a gobernar el país. Nada en contra desde el punto de vista democrático, pero mucho respecto a las soluciones que puede aplicar a la profunda crisis en la que está inmersa la economía española. Es más: un riesgo innecesario cuando puedes invertir en países donde ese riesgo es menor.
Por si lo anterior fuera poco, uno de los pilares de mi estrategia de los últimos años ha sido evitar los mercados emergentes Y el Ibex es un índice tan latino-emergente como español.
Pero la política y la economía son cíclicos. Cambian los gobiernos, cambian las expectativas económicas: el mundo es cambio. Y las cosas podrían estar cambiando para el Ibex. Y si cambiaran hay que ser consecuentes y adaptarse al nuevo entorno. Pero veamos primero hasta qué punto han cambiado.
Muy mal tendría que darse - y muy mal tendrían que hacerlo los implicados - para que en España no tuviéramos un gobierno de derecha apoyado por un partido de centroderecha. O una coalición de centro derecha. Y no les quiero decir si tuviéramos una gran coalición de Partidos constitucionalistas que, pese a sus diferencias, apoyan la economía social de mercado. Insisto en lo de social porque personalmente creo que es un apellido fundamental para el éxito a largo plazo de una economía de mercado. La ley de la selva no me parece una buena opción. Y estas tres opciones tienen una cosa en común: deberían ser pro-empresa – lo que es la verdadera forma de ser pro-empleo - y deberían aportar estabilidad al país.
Así que desde el punto de vista político si la perspectiva de que una coalición de izquierda radical gobernara el país me llevó a eliminar España del “radar”, la perspectiva contraria me lleva a incluirla de nuevo en la pantalla.
El otro lastre que sufría la bolsa española era su carácter de bolsa parcialmente Latinoamericana. Económicamente no han cambiado mucho las cosas en Latinoamérica, pero si que han mejorado a nivel bursátil, lo cual reduce significativamente el peso del lastre emergente en nuestro mercado.
La cuestión, por lo tanto, no es si tanto si se debe de volver a considerarse la bolsa española como opción de inversión, sino cuando. Lo que se conoce como “timing”.
El problema es que hay una fuerza mayor que se llama Europa. Y no tiene buena pinta. La última ha sido que el Reino Unido abandona la unión europea. Así ,como quién no quiere la cosa. Haber llegado a esa situación nos da una idea del nivel de incompetencia al que pueden llegar los políticos europeos (británicos incluidos, por supuesto) No puedo recomendarles España cuando llevo varios meses renegando de Europa. Pero si puedo sugerirles que incluyan de nuevo a nuestro país en su radar, no vaya a ser que en algún momento los políticos europeos nos sorprendan con un alarde de liderazgo e ideas que permita a España mostrar el gran país que es a poco que se le de la estabilidad política necesaria.
Donde entraría ya mismo es en deuda pública española. Había abandonado los bonos europeos cuando el bono alemán entro en rentabilidad negativa – que el último euro lo gane otro -, pero si el precio de nuestros bonos bajó - y subió la prima de riesgo - ante la perspectiva de un gobierno dispuesto a disparar el gasto público y la contratación de políticos, no es descabellado pensar que el partido que tiene que dar su apoyo al ganador de las elecciones cumpla su promesa de ser inflexible con los gastos suntuosos, suntuarios, innecesarios y, en general, inadmisibles en una situación en la que tanta gente sufre penalidades, del aparato político español. La pérdida de empleo de muchos políticos y el mensaje que mandaría sería una gran noticia para el país, para las finanzas públicas y, en definitiva, para la cotización de los bonos del Estado español.