Pese a ser muy competitivas en precio y en servicio, por el momento las empresas fintech sólo le han quitado a la banca tradicional una muy pequeña parte del mercado global. En mi opinión, se equivocan quienes piensan que ahí se va quedar la cosa. Decía Napoleón que las batallas las gana el que más medios tiene. Aunque la historia muestra excepciones a esta regla, en general suele ser cierta, especialmente cuando la diferencia de fuerzas es muy grande. Pero cuando ya no es tan grande la regla pierde consistencia y empiezan a jugar otros factores. Aníbal ganó su primera batalla a Roma contando con la mitad de efectivos, y Alejandro Magno hizo lo mismo contra Darío el persa. En ambos casos lo consiguieron a base de astucia y flexibilidad. Pero tenían un ejército, no una patrulla.
Las empresas “fintech” suelen ir sobradas tanto de astucia como de flexibilidad, a lo que podríamos añadir la ventaja tecnológica, pero sus recursos financieros están a años luz de los de la banca tradicional. Esa falta de medios es, en mi opinión, el primer motivo por qué, por el momento, su cuota de mercado es muy pequeña. De hecho, es bastante grande si la comparamos con la inversión realizada. De nada sirve lo buena que sea una idea o un servicio si no hay dinero para marketing y no la conoce nadie, por poner un ejemplo.
El otro motivo es la seguridad. Por mucho que las “fintech” digan lo contrario, en cuestiones de dinero y, muy importante, de datos personales, pasará mucho tiempo hasta aquí alguien pueda rivalizar con la banca en términos de seguridad.Las ideas fintech funcionan cuando no existe riesgo financiero. O si la empresa colabora con un Banco, de forma que mejora el servicio pero el dinero está seguro en la caja.
¿Cuándo puede cambiar esta situación? Cuando se superen ambos escollos. El tema de los recursos es sólo cuestión de tiempo. El día que los gigantes digitales decidan apostar en serio por el sector financiero, inyectaran enormes cantidades de dinero en modelos de negocio que hayan sido capaces de sustituir con éxito eslabones de la cadena de valor de la banca.
Lo de la seguridad es mucho más fácil de lo que parece. Sí de lo que se trata es de tener una “caja” fuerte en condiciones Y, sobre todo, la cobertura del fondo de garantía de depósitos y la de los bancos centrales, la solución es fácil. Nada como comprar un banco. No hace falta que sea grande. No creo que nadie, ni siquiera el político más afecto al lobby bancario, pueda negarle una licencia a Apple o a Google.
Para los inversores esta cuestión de la tercera ola digital es importante, porque es ahí donde pueden hacer dinero. El acceso al “pelotazo startup” suele estar reservado a los inversores iniciales y de segunda ronda. Pero cuando la empresa “fintech” ya está cotizando puede comprar cualquiera sus acciones. Y si se trata de comprar el banco que acertará en su posicionamiento digital, seguramente ahora mismo esté cotizando.
Quienes piensen que el negocio estará en aquellos bancos que sepan colaborar de forma inteligente con PYMES del sector fintech deberán comprar ambas. Quienes piensen que los gigantes digitales se llevarán el gato al agua sin contar con los bancos salvo para la licencia deberán comprar acciones de los gigantes digitales que tomen la estrategia adecuada. Un gigante digital que se haga con una importante cuota del negocio financiero vale lógicamente más de lo que vale ahora.Personalmente, creo en ambas opciones: en la de los bancos que sepan colaborar con las fintech y en las empresas digitales que acierten a la hora de inyectar ingentes recursos en la fintech adecuada para ganar la batalla. Pero esa es, en el fondo, la parte fácil. O mejor dicho, la menos difícil, porque aciertos se van a dar en ambos bandos. Lo difícil, van a ser los nombres propios, es decir, detectar bancos con una estrategia Digital inteligente O empresas digitales que compren la start up adecuada. Lo que viene siendo el famoso “stock picking”.