La estrategia financiera es como la militar: se establece en base a la información de que se dispone. Pero los buenos generales no sólo contemplan la opción más probable, sino todas las posibles acciones y reacciones del enemigo. De la misma manera, el estratega financiero tiene que contemplar todos los posibles escenarios, por raros e improbables que parezcan, entre otras cosas porque, al menos en finanzas, el consenso se equivoca más que acierta.
Todo el mundo piensa que este año la Fed subirá los tipos de interés al menos en tres ocasiones y un cuarto de punto en cada una de ellas. Y los que difieren piensan que los subirá todavía más. Nadie piensa que no los vaya a subir. Veamos que podría ocurrir para que la expectativa generalizada no se cumpliera.
Las condiciones financieras de una economía no sólo dependen de lo que haga el banco central. Por ejemplo: si sube mucho el tipo de interés de los bonos afecta al precio de los créditos bancarios de medio y largo plazo. No puedes tener el bono del Estado a diez años dando un tipo de interés de, digamos, un 3,5% y que los bancos firmen préstamos a ese mismo plazo al 1%. Para eso lo colocan en bonos y listo, que encima es más líquido y seguro. En otras palabras: si en EE.UU. sigue cayendo el precio de los bonos y, en consecuencia, subiendo el tipo de interés, la FED no necesitaría – ni debería – subir mucho más sus tipos oficiales, puesto que ya lo ha hecho el mercado. Corre el riesgo de pasarse de frenada.
Pero, además de cuidar el crecimiento para mantener o incrementar el empleo, la FED tiene la obligación de mantener un nivel de inflación estable. Y eso puede ser incompatible con un dólar muy fuerte. Si el dólar está muy fuerte hace bajar el precio que pagan los norteamericanos por las importaciones, y en un mercado razonablemente libre como el americano eso afecta al precio de lo que se produce dentro del país. Trump puede poner aranceles a muchos productos, pero no a todo lo que entra en el país.
Fíjense en lo que ha pasado esta semana: amenaza a Ford si abre una fábrica en Méjico. Ford dice que vale, que la instalará en EE.UU. El peso mejicano se desploma, y el valor del peso afecta a todo lo que va de Méjico a EE.UU., no solo a los modelos de Ford que se fabrican allí. No es ya que suba el dólar porque en EE.UU. se pague bien el dinero, es que el proteccionismo hace bajar las divisas de los países que puedan ser perjudicados por la política económica nacionalista de Trump. Y no serán pocos.
No me interpreten mal: a día de hoy coincido en que la FED volverá a subir los tipos de interés. De momento sólo trato de imitar a los buenos generales evitando sorpresas. Sé que tendría que hacer si las cosas cambian. Si el tipo de interés de los bonos americanos siguiera subiendo modificaría mi previsión de subida, y, si subieran más, daría por finalizado el ciclo de subidas y ajustaría mi estrategia (comprando bonos del Estado Norteamericano a un tipo del 3,5%, por ejemplo)Podemos y debemos realizar este ejercicio con todas las cuestiones que se plantean este año como absolutamente seguras: desde que es imposible que Marine Le Pen gane en segunda vuelta en Francia a que, en lugar de seguir de amigos del alma, Putin y Trump acaben a la greña, pasando por las novedades que pueda depararnos la economía China.
El efecto sorpresa va de pillar por sorpresa al contrario, no de que las cosas te cojan por sorpresa a ti. En el arte de la guerra hay que estar preparado para todo y saber qué hacer en caso de que ocurra lo inesperado. En finanzas pasa exactamente lo mismo: no hace falta que ocurra, tenemos que estar preparados por si se equivoca el consenso ¿Lo está Ud.?