El Sr. Trump se podría haber ahorrado su reciente andanada contra el dólar. En mi opinión su estrategia de crecimiento tiene más que ver con que los norteamericanos compren productos americanos que con que EE.UU. exporte más.
Cuando Trump lanza el mensaje de que se compren productos “made in USA” sabe muy bien lo que dice. Sabe que la solución para las fábricas norteamericanas no está en vender más fuera, sino en vender más dentro. Tratar de competir con los salarios del tercer mundo en sectores industriales es simplemente imposible. EE.UU. puede competir en el exterior utilizando su tecnología, su capacidad de innovar y sus patentes, pero no puede pretender competir en costes, especialmente salariales. Y Donald Trump lo sabe. O debería saberlo.
La solución es vender dentro y vender más. Especialmente si además obligas a muchas empresas a volver a fabricar en EE.UU. Porque si no les ofreces un buen mercado donde colocar lo que fabriquen ya puedes amenazarlas con el fuego eterno que no se van a hacer el Harakiri por patriotismo . También necesitas dinamizar la demanda interna para revitalizar las fábricas preexistentes.
La solución que creo ha diseñado el equipo económico del nuevo presidente es quitarles ese mercado a las empresas extranjeras que producen barato fuera y venden en EE.UU y a las malvadas empresas norteamericanas que fabrican fuera y venden dentro. No se hable más: EE.UU. , ese mercado de 200 millones de ávidos consumidores con una alta renta per cápita, es para los norteamericanos y sólo para los norteamericanos.
Todo esto tiene su importancia para el ahorrador y el inversor. El proteccionismo es inflacionista, porque el mercado norteamericano pasa a estar dominado por una especie de Cártel de empresas norteamericanas donde las compañías extranjeras tienen complicada la entrada. Y el objeto de cualquier monopolio, cartel u oligopolio es la fijación de los precios más altos posibles. Esto afecta también al dólar, porque si hay inflación suben los tipos de interés y eso atrae dinero hacia los depósitos en dólares. Y luego a los bonos. Además, el Sr. Trump se dará cuenta de que no debe desgastar su cuenta de Twitter tratando de que baje el dólar, como ya se ha dado cuenta su secretario del Tesoro, que viene de Wall Street y sabe de esas cosas.
El proteccionismo también cambia el panorama empresarial interno, porque afecta de distinta manera a cada sector y a cada empresa. A partir de ahora, el análisis de empresas deberá tener en cuenta la posición e influencia de cada empresa en su mercado y en el Cártel. Y el análisis sectorial deberá tener en cuenta el nivel de “cartelización” y, por lo tanto, de fijación de precios, en cada sector. A menos competencia, más capacidad de fijar precios y generar beneficios vía margen comercial.
Finalmente, habrá un día en el que el proteccionismo pasará factura. En una economía de mercado el Cártel es un concepto antinatural. No sabemos si romperá en bolsa, con un “crash” después de un periodo de euforia, o con un conflicto comercial serio entre países.
Afortunadamente estamos todavía en el periodo de euforia en el que, como niños, los norteamericanos se dan cuenta de que para que van a competir con nadie, que todo se soluciona manteniendo su enorme PIB en casa. Debemos aprovechar esta ilusión infantil. En la bolsa norteamericana y seguramente también en el dólar. Pero sin olvidar que el proteccionismo y el monopolio pueden funcionar en las dictaduras que no dejan que nadie compita en su patio ni a sus ciudadanos que voten. Pero a largo plazo no creo que vaya a funcionar en el epicentro de la economía de mercado.
