Alemania sabe que si gana Biden volverá la cortesía, pero las fricciones seguirán ahí
Con o sin Trump, el poco gasto militar, el superávit comercial y el gasoducto Nord Stream 2 tensan las relaciones
Donald Trump y Angela Merkel saludándose en la cumbre del G-7 de agosto del 2019
Como requiere la etiqueta diplomática, no ha habido en el Gobierno de Alemania pronunciamientos públicos sobre preferencia de vencedor en las
elecciones de Estados Unidos. La canciller Angela Merkel tendrá que trabajar y negociar con quien quiera que sea el inquilino de la Casa Blanca –el demócrata Joe Biden o de nuevo el actual presidente, el republicano Donald Trump-, si bien por poco tiempo.
Cuando uno de ambos tome posesión el próximo enero, a Merkel le quedará menos de un año de mandato, de manera que, como líder en retirada, puede mirar a este duelo con relativa calma, tanto más cuanto que estos casi cuatro años de furibunda presidencia de Trump han consumido casi toda la capacidad de sorpresa del Ejecutivo germano.
A Merkel le queda un año de mandato; el presidente de EE.UU. sólo coincidirá con ella unos meses
Sin embargo, flota en la atmósfera la preferencia por Joe Biden, quien volvería a incorporar buenos modales y cortesía a las relaciones bilaterales, como en los tiempos del presidente Barack Obama, con quien el ahora candidato fue vicepresidente. Se acabarían los ataques burdos a Alemania y a Merkel vía Twitter, terminarían los sobresaltos por decisiones unilaterales de Washington sin alerta previa a los socios europeos, y la relación transatlántica en general volvería a ser más armoniosa.
“El mundo daría un gran suspiro de alivio si gana Joe Biden”, dijo el diputado democristiano Peter Beyer, especialista en relaciones transatlánticas, esta semana a la agencia Reuters. Pero eso no significa que Berlín espere concesiones de Washington si eso ocurre. “¿Ayudaría? No lo creo, porque lo que hemos escuchado de Joe Biden –prosiguió este diputado de la CDU, el partido de la canciller-, vemos que muchos de los temas transatlánticos existentes permanecerán, como el Nord Stream 2, seguridad energética, problemas económicos…”
El gasoducto germano-ruso Nord Stream 2 a través del mar Báltico irrita a Washington, que querría vender su gas en Europa
Sería, pues, una recuperación de la elegancia y de las formas, muy necesarias en las relaciones internacionales, pero eso no cambia los intereses generales de cada país. Los contenciosos bilaterales entre Alemania y Estados Unidos Trump son los mismos que había ya durante la Administración Obama y aún antes, y están destinados a seguir ahí.
Los dos principales fueron enunciados salvajemente por Trump en un famoso tuit el 30 de mayo del 2017, cuando llevaba cuatro meses en la Casa Blanca. Trump escribió: “Tenemos un déficit comercial ENORME con Alemania, además de que pagan MUCHO MENOS de lo que deberían a la OTAN y al sector militar. Muy malo para EE. UU. Esto va a cambiar”.
“El mundo daría un gran suspiro de alivio si gana Biden”, dice el diputado democristiano Peter Beyer
En efecto, desde hace muchos años Alemania vende a Estados Unidos en torno al doble de lo que le compra. En el 2019, las empresas germanas vendieron a Estados Unidos bienes y servicios -sobre todo vehículos, maquinaria y productos químicos- por valor de 119.000 millones de euros. Al tiempo, Alemania importó de Estados Unidos productos valorados en 47.000 millones de euros. Trump se ha quejado específicamente de que se venden muchos coches alemanes en Estados Unidos.
Y, efectivamente, Alemania invierte poco en defensa para tratarse de la primera economía de Europa, lo cual irrita sobremanera a Trump, pero esto también escocía a Administraciones anteriores, tanto republicanas como demócratas. El actual Gobierno alemán de coalición de conservadores y socialdemócratas ha prometido aumentar ese gasto hasta el 1,5% del PIB en el 2025. Pero ese porcentaje queda aún lejos del 2% del PIB que los socios de la OTAN acordaron en el 2014 que debían destinar a defensa con el horizonte del año 2024.
La relación entre Angela Merkel y Donald Trump o Joe Biden será corta
La cuestión del poco gasto militar hermana a varios países europeos. Donald Trump echó al respecto una monumental bronca pública a sus aliados occidentales en un viaje a Bruselas en esos primeros meses de mandato del 2017, que dejó a todos estupefactos. Nadie podía imaginar entonces que la espiral de empeoramiento de un líder que se anunciaba tan tosco y estridente iba a alcanzar las cotas de los años siguientes, y especialmente ahora con la pandemia del coronavirus.
También el gasoducto ruso-alemán Nord Stream 2 a través del mar Báltico, que está terminando de construirse y que permitirá enviar más gas natural de Rusia a Alemania, y de ahí al mercado europeo, es visto con disgusto por Estados Unidos desde antes de la elección presidencial de Trump. El gasoducto báltico emerge como una herramienta de Putin para aislar a Ucrania, tradicional país de tránsito de gas ruso hacia Europa, y también preocupa en la UE por razones geopolíticas y económicas.
Alemania vende a EE.UU. el doble de lo que le compra, e invierte poco en defensa pese a los acuerdos en la OTAN
Pero el reproche estadounidense no se debe sólo a la inquietud geoestratégica, sino a que Estados Unidos es un gran productor de gas natural que querría vender en Europa, pero lo obtiene sobre todo vía fracking, lo cual lo hace más caro y por tanto menos competitivo que el gas ruso. Ese interés nacional estadounidense es independiente de quién se siente en el despacho oval de la Casa Blanca.
“Es aconsejable asumir que un presidente como Joe Biden sería mucho más colaborativo, sería mucho más amigable en el tono, pero muchos de los problemas permanecerán sobre la mesa –dijo el diputado Peter Beyer-; algunos serían mucho más fáciles de abordar, otros serían difíciles”.
En los palacios del poder de Berlín, con una canciller en la recta final de su mandato y de su carrera política, aguardan el desenlace electoral en Estados Unidos sabedores de que, sea quien sea el vencedor, algunos asuntos bilaterales seguirán siendo espinosos.
Fuente.- La Vanguardia