Con Abanca ya lo intentó el Sabadell, pero el presidente de Abanca, Juan Carlos Escotet, descartó la posibilidad de una integración porque encallaron en diferencias de precio y de gobernanza. Para el presidente de Abanca había una clara línea roja: mantenerse al mando de la entidad resultante.
También lo intentó el Gobierno actual sin éxito, que Abanca y Unicaja acordaran una fusión con el Sabadell para no tener que adoptar medidas. Ni uno ni otro quisieron salvar al Ejecutivo, que ahora se enfrenta a un expediente sancionador por parte de la Unión Europea y a un recurso en el Tribunal Supremo por las trabas impuestas a BBVA.
Respecto a Ibercaja no parece factible que aceptase mover la sede a Cataluña y difícilmente Sabadell volvería a sacarla de la ciudad natal, donde acaba de restituirla después de llevársela a Alicante en 2017 por el 'procés'. La propiedad de Ibercaja pertenece también al 100% a sus fundaciones accionistas. La entidad aragonesa cerró definitivamente la puerta a una salida a bolsa, un proyecto que estaba anteriormente en sus planes, y al no cotizar en los mercados financieros, no puede ser opada.
Sin embargo, lo que está claro es que las fusiones se producirán en el futuro, pero siempre que haya una prima y se pague un precio mayor al que cotizan muchas entidades.