La onza de oro troy, activo refugio por antonomasia, ha perforado por cuarta jornada consecutiva sus máximos históricos al anotarse un alza del 1,2% y tocar los 2.185,5 dólares tras conocerse esta tarde el informe de empleo de Estados Unidos en febrero, periodo en el mejoró la creación de puestos trabajo pero en el que la tasa desempleo subió dos décimas, hasta el 3,9%.
Según los datos del mercado consultados por Europa Press, poco después de conocer el mercado esa referencia económica de calado (la Reserva Federal de EEUU la utiliza para evaluar su política monetaria), el metal precioso ha llegado a subir ese 1,2%, a 2.185,5 dólares la onza, aunque a la hora de cierre de las bolsas europeas los avances se moderaban al 0,65%, situándose el oro en los niveles de los 2.175 dólares.
En lo que va de año, el oro acumula una revalorización de casi el 5,5%, si bien los avances se han concentrado especialmente esta semana -desde el cierre del pasado viernes el oro sube un 4,5%- al son de las declaraciones y movimientos de los bancos centrales a propósito de cuándo y con qué intensidad llegarán los tipos de interés.
El analista de inversiones de
eToro, Bret Kenwell, ha valorado que junio es actualmente el mes de consenso para un recorte de tipos y "este informe [de empleo de Estados Unidos] hace poco para cambiar esa expectativa".
"Dado que los inversores desean tipos más bajos y ansían certidumbre, una mayor confianza sobre cuándo bajará los tipos la Reserva Federal (Fed) podría considerarse otro factor positivo para los inversores alcistas", ha agregado.
Por tanto, los inversores parecen decantarse con fuerza por el recorte de tipos de interés (según la teoría clásica, al bajar el 'precio del dinero' sube el del oro, ya que la materia prima se negocia en esa divisa y haría necesarios más 'billetes verdes' para adquirir la materia prima en cuestión).
Con todo, el economista Juan Ignacio Crespo alertaba esta mañana en su boletín diario de mercados que los argumentos sobre por qué o por qué no sube el precio del oro "son (salvo en circunstancias extremas de guerra o eventos catastróficos) puro hablar por hablar", en tanto que ha mantenido su pronóstico alcista para la materia prima.
El oro ha vivido una semana de récord montado en las declaraciones de los banqueros centrales: la presidenta del BCE, Christine Lagarde, señaló ayer en la comparecencia posterior a la reunión de política monetaria -en la que se mantuvieron los tipos en el 4,5%- que junio será la reunión clave para bajar los tipos de interés.
De su lado, el presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, Jerome Powell, apuntó el miércoles ante el Congreso de ese país que ve probable que el organismo empiece a bajar los tipos de interés este año si la economía estadounidense "evoluciona como se espera".
Además, incidió en ese mensaje ayer frente al Senado al apuntar que ve "probables" bajadas de interés este año con la muletilla habitual de supeditar esa decisión a una inflación que se "acerque de manera sostenida" al objetivo del 2%.
De esta manera, el oro marcó máximos históricos el martes en los 2.140 dólares; el miércoles rompió ese hito al alcanzar los 2.150 dólares y el jueves volvió a romper su techo -perforado este viernes de nuevo- al situarse en los 2.160 dólares.
Previamente a esta racha, habría que remontarse al pasado 4 de diciembre, cuando tocó los 2.135 dólares, para encontrar los máximos de la onza de oro.
DIVERGENCIAS ENTRE LOS ANALISTAS
El analista de mercados de IG, Sergio Ávila, enmarcaba este jueves la subida del oro en las expectativas por parte de los inversores de recortes de tasas por parte de la Fed junto a un "creciente pesimismo económico", en tanto que los últimos datos de empleo (informe ADP y encuesta JOLTS) muestran una tendencia de desaceleración [a la que sumaría este viernes el informe de empleo de EEUU en febrero].
La subida del precio del oro refleja, según Ávila, la búsqueda de refugio seguro por parte de los inversores en medio de la volatilidad y la preocupación por la desaceleración económica global, en tanto que el metal precioso "ha demostrado ser una opción atractiva para aquellos que buscan proteger sus activos en tiempos de incertidumbre financiera".
Con todo, también ha avisado que "la situación puede cambiar rápidamente en respuesta a nuevos desarrollos económicos y políticos, tanto en Estados Unidos como en el ámbito internacional".
Bajo una premisa distinta, el experto de Julius Baer, Carsten Menke, ha comentado esta semana que los precios del oro se vienen disparando desde que comenzó la semana a pesar de que los motores habituales del oro -el dólar, el bono estadounidense y la búsqueda de un valor refugio- no se movieron.
En ese sentido, ha aducido que "parece que el oro recibió un impulso del bitcóin", otro activo considerado alternativo por los inversores y que también ha perforado este martes sus máximos históricos al superar los 69.000 dólares tras un importante 'rally' alcista que empezó en enero por la aprobación en Estados Unidos de los fondos cotizados (ETF) de esta criptomoneda.
"Este optimismo parece estar desbordándose hacia el mercado del oro, aunque el contexto fundamental es muy diferente al del bitcóin", ha apuntado desde Julius Baer para seguidamente aducir que, salvo una recesión en Estados Unidos y un giro de la política monetaria estadounidense en forma de recortes de tipos, considera que "los precios del oro están sobre una base inestable y hay más desventajas que ventajas a medio y largo plazo; dicho esto, los riesgos de precio a corto plazo están sesgados al alza".
Por su parte, el gestor de inversiones, oro y plata de Jupiter AM, Ned Naylor-Leyland, ha explicado que una de las principales razones de la resiliencia del oro se encontraría en la acumulación de oro por parte de los estados.
En ese sentido, ha cifrado que los bancos centrales globales compraron 1.037 toneladas durante 2023, el segundo total anual más alto registrado. Asimismo, ha apuntado que los flujos de lingotes también han sido particularmente fuertes en el Este a la vista de las recientes retiradas de la Bolsa de Oro de Shanghái (una manera de medir la demanda total en China), que ha alcanzado el nivel más alto desde julio de 2015.
Con todo, ha apuntado que pese a la fuerte demanda de Asia, los inversores occidentales "permanecen en gran medida al margen, como evidencia la caída en de los ETFs de oro".
"Creemos que la actual dinámica de flujos negativos en los ETFs cambiará significativamente a favor del activo toda vez que el oro rompa de manera decisiva la cota de los 2.150 dólares la onza", ha pronosticado.
La cotización del oro resurgió con fuerza por el regreso a primer plano del conflicto palestino-israelí, en tanto que desde el pasado 7 de octubre -día del ataque de la milicia islamista Hamás sobre territorio israelí- el metal acumula una revalorización de más del 15%.
De esta manera, impulsado por los riesgos geopolíticos y la compra masiva por parte de los bancos centrales, el oro alcanzó a principios de diciembre una nueva cota para sus registros históricos por encima de los 2.100 dólares.
Anteriormente a esa racha alcista del pasado otoño, la última vez que el oro cotizó por encima de los 2.000 dólares fue en mayo de 2023 por la tensión en el conflicto ucranio y los coletazos derivados de la crisis de la banca regional estadounidense, así como la quiebra de Credit Suisse del pasado marzo, de tal manera que su valor alcanzó un valor de 2.063 dólares a principios de mayo.
Con todo, el anterior máximo histórico del oro -previo al del pasado diciembre de 2023- se produjo el 7 de marzo de 2022, cuando la onza tocó los 2.075 dólares, por el comienzo dos semanas antes de la invasión rusa de Ucrania. A su vez, también rondó esos niveles en agosto de 2020 tras el estallido de la pandemia