El razonamiento es solido hasta cierto punto.
1) Si cae Italia España tiene unas probabilidades altísimas de caer también. La deuda Italiana es bastante peor pero el déficit español es muy malo. Si se arregla el déficit podría pasar que España no cayera.
2) Si cae Italia el euro está acabado. Cierto. Solo podría sobrevivir como un euro del norte, con Alemania, Holanda y alguno más. Y eso sería otro euro distinto.
3) Ergo Italia no puede caer... Ahí es donde me pierdes. Italia no debe caer, pero claro que puede. Cuando llega la hora de la verdad, y el ciclo de crédito y el ciclo de deflación se alían con una crisis de deuda, una crisis monetaria, una crisis financiera y una crisis económica, todo ello a la vez, los gobiernos y los bancos centrales de todo el mundo pueden ser impotentes para evitarlo. La historia no está de nuestra parte, pero podemos pensar que esta vez será diferente.
En cualquier caso las cosas no pasan de un día para otro. Aún hay tiempo. El problema es que se lleva comprando tiempo (a un coste de miles de millones de euros), desde mayo de 2010 y ese tiempo no se ha aprovechado porque no se ha atacado la raiz del problema, el exceso de deuda. Más bien al contrario se ha aprovechado para apilar más deuda haciendo que el problema empeore.
La impresión es un problema, porque alivia los síntomas. Yo estudié la expansión monetaria de la Francia revolucionaria entre 1790 y 1796, con la emisión de los asignados. Eran gente muy inteligente, algunos los mejores economistas de Europa en la época, y sabían muy bien los peligros de la expansión monetaria tras la experiencia de John Law en 1720 que terminó en la bancarrota de Francia. Oponentes y partidarios de la impresión se dividían casi al 50% y los argumentos de los oponentes son dignos de leerse hoy y aprender de ellos. Al final se hizo una impresión comprometiéndose a que fuera la única, y el efecto fue magnífico. Los oponentes se debilitaron y algunos cambiaron bando. Se decidió que se haría una segunda impresión extraordinaria y ninguna más. Tras la tercera impresión ya nadie se oponía, y cada una era mayor que la anterior. La catástrofe económica que siguió fue épica. Como a menudo ocurre, la destrucción de las clases medias y la radicalización de la plebe abrieron el paso al totalitarismo.
El ascenso de Napoleón vino marcado por la decisión de que a sus tropas se les pagaría con dinero real o no se les pagaría, pero que no les daría esos papelitos sin valor que otros generales utilizaban.