Los hipócritas del cambio
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Por José L. Román.- Los vocingleros que irrumpen en la escena política con un discurso marxista contra la corrupción de la “casta” política y contra las grandes fortunas; promueven la okupación y la desobediencia civil; imparten clases de guerrilla urbana; se encaman con terroristas sanguinarios y secesionistas antiespañoles; auspician y toleran a titiriteros que enaltecen el terrorismo y el asesinato, y después son descubiertos mientras se enriquecen con dinero manchado de sangre de regímenes totalitarios, fundamentalistas y criminales.
Los que lisonjean con las democracias liberales europeas y las ponen como ejemplo a seguir por sus políticas buenistas y de acogida, y después callan como prostitutas babilónicas cuando los gobiernos de aquellos países intentan ocultar a toda costa el vandalismo y las violaciones masivas de mujeres europeas, por parte de refugiados musulmanes recibidos en Europa.
Los que realizan declaraciones sobre la buena disposición de la OTAN para hacer frente a Rusia, y sin embargo, guardan un silencio absoluto ante el contencioso de Gibraltar y las bravatas de la Royal Navy contra España.
Los que suscriben acuerdos para inundar nuestro territorio de multinacionales de capital francés, y después observan impasibles como son atacadas e incineradas nuestras exportaciones agrícolas en La Junquera por parte de los agricultores galos, sin que la gendarmería mueva un solo dedo.
Los que abogan por los derechos humanos en el país que gobiernan y después viajan a China, establecen relaciones comerciales con aquel país, y no les importan en absoluto los jóvenes aplastados por los tanques del ejército comunista en la plaza de Tiananmen, las mujeres perseguidas por engendrar una segunda hija, y la explotación laboral en fábricas de cuyos vertidos resultan contaminados ríos y lagos.
Los que alardean de civismo en las continuas conferencias de paz de la ONU, y después practican desafiantes sus ensayos nucleares en el Pacífico sur.
Los que cayendo en contradicción absurda con fines electoralistas despenalizaron el consumo de la droga persiguiendo su tráfico, tolerando a su vez el botellón y el desmadre, y hoy se lamentan de una lacra que ha destrozado a varias generaciones de jóvenes.
Los que se lamentan de la extrema pobreza en Africa y promueven un éxodo masivo de nativos a Europa, mientras explotan los recursos naturales en aquel continente expoliando su riqueza en forma de petróleo, madera, diamantes y metales preciosos.
Los que alardeando de progresismo y “colegueo” llevaron el libertinaje a los centros de enseñanza en nuestro país, y hoy, a parte del bajo nivel académico resultante, se enteran por las redes sociales de las palizas que los alumnos propinan a sus profesores en algunos institutos.
Los que legalizaron los juegos de azar como signo inequívoco de libertad, y hoy se escandalizan por el aumento progresivo e imparable de ludópatas y familias en la ruina.
Los que piden en España la liberación de los terroristas vascos de la ETA a pesar de ser los más sanguinarios de nuestra historia; justifican su existencia sus atentados y sus crímenes; tachan al Estado español de represor con los terroristas encarcelados a los que llaman “presos políticos”, y sin embargo, auspician, enaltecen, apoyan y asesoran a los marxistas criminales de Venezuela, y justifican sin ninguna vergüenza, a través de las cadenas televisivas españolas puestas a su disposición, que las manifestaciones ciudadanas contra el chavismo sean disueltas a tiro limpio y encarcelados los disidentes.
Los que asisten y lloran en los funerales de las víctimas del terrorismo etarra, incluidas las de su propio partido, y después liberan a esos asesinos reduciendo a las víctimas a felpudos donde restriegan las suelas de los zapatos.
Los que engendraron el marxismo en las Universidades españolas y consintieron su expansión y matonismo, y hoy se lamentan por ser víctimas políticas del monstruo que los acecha para “comérselos”.
Los que diseñaron una España de autonomías descentralizadoras de la administración, de cercanía al administrado, y hoy la patética realidad es una España arruinada, con una burocracia insufrible e insostenible, autogobiernos voraces, insolidarios, egoístas, y en algunos casos antiespañoles.
Los que juraron o prometieron ante la Carta Magna por la igualdad de todos ante la ley, y hoy conceden la libertad a corruptos que con el fruto de sus actos pagan fianzas cuantiosas, mientras se pudren en la cárcel cientos de jóvenes de familias humildes por delitos menores.
Los que con mano de hierro aplican la ley contra los jóvenes que irrumpieron en el Club Blanquerna para reivindicar la españolidad de Cataluña, y sin embargo, permanecen mudos e inmóviles mientras el parlamento autonómico de Cataluña declara la república catalana y la separación de España.
Los que con dinero de todos dirigen una televisión sectaria, mostrando violencia y pornografía con todo lujo de detalles. Permiten la publicidad engañosa con el consiguiente daño moral y económico a cientos de jóvenes y sus familias, y luego se lamentan de la falta de principios y valores morales de nuestra sociedad.
Los que se rasgan las vestiduras ante comportamientos racistas, y después permiten que en algunas regiones españolas, ciudadanos de otros lugares de España, sean tildados con desprecio e indiferencia de “maketos”, “cipayos” y “charnegos”, sufran agravios comparativos por razón de lengua y sus hijos discriminados en las escuelas.
Los que subvencionan exposiciones y obras como la de “me cago en Dios” en Barcelona; atentan contra iglesias y fiestas católicas; prohíben belenes y cabalgatas de signo cristiano, y sin embargo, muestran un trato exquisito con la cultura islámica con tolerancia y todo tipo de concesiones.
Los que alardean defendiendo la Constitución y la unidad de España, y después no presentan su dimisión en el partido al que pertenecen, cuando su gobierno, por alcanzar apoyos parlamentarios, pacta con formaciones separatistas y con individuos que odian a España con toda su alma.
Los que elaboran y lanzan un proyecto contra lo que llaman “terrorismo machista” en nuestro país, consistente en llevar a la cárcel sólo a los hombres acusados de violencia machista, y a su vez, piden respeto para con la cultura islámica, a sabiendas de que ahorca a los homosexuales, lapida a las consideradas adulteras, y niega la libertad y los derechos más elementales a las mujeres desde que nacen hasta que mueren.
Los que apelan al control del gasto cuando se trata de ajustar los salarios de los trabajadores, y sin escrúpulos morales ven como se apaga la vida de una mujer viuda, envejecida, con síntomas claros de enfermedad, y con una mísera paga que le impide llegar a fin de mes, y mientras, un presidente del Congreso de los Diputados como Patxi López, se embolsa 12.000 euros mensuales sin haber tenido que opositar.
Los que consienten que pueda ser comisionado un guardia civil desde cualquier punto de nuestra geografía hasta Madrid viajando en ferrocarril de ida y vuelta el mismo día, con la mísera media dieta de 13,00 euros, mientras una ministra podía utilizar un helicóptero militar para trasladarse de Madrid a la ciudad malagueña de Estepona, con el único fin de impartir una conferencia. Consienten agravios comparativos por remuneración en concepto de alojamiento y manutención. No tienen suficiente con sueldos y complementos superiores, sino que marcan también la diferencia en el comer y en el dormir con los más humildes servidores públicos.
Los que llevan a la quiebra a una comunidad o ayuntamiento; se gastan el dinero de los ciudadanos en el prostíbulo moscovita Rasputín, y después, sin vergüenza torera, acusan a la sociedad del desequilibrio económico que pueda aquejarla por endeudarse con préstamos hipotecarios.
Los que continuando con su política europeísta, ven a nuestros pescadores ultrajados, insultados, vejados, agredidos y reducidos a mendigos claudicantes, cuando sin pertenecer a la UE llegamos a ser la segunda potencia pesquera y naviera del mundo después de Japón.
Los que hicieron creer a los trabajadores que en España entraba dinero por el aumento de nuestra actividad económica, cuando en realidad ha sido el fruto de la venta como almoneda de barato de nuestras empresas productivas a la internacional del dinero, y el desmantelamiento de nuestra industria pesada, quedando reducida España a una nación de camareros con casi cinco millones de parados.
Los que con campañas incluso amenazantes contra el ingreso de España en la OTAN, voltearon su signo para pedir con descaro el SI a la presencia española en la NATO.
Los que cayendo en contradicción absurda con fines electoralistas despenalizaron el consumo de la droga persiguiendo su tráfico; crearon centros de rehabilitación de drogadictos; ven los camposantos repletos de jóvenes víctimas de la droga, y hoy se lamentan del aumento alarmante de la agresividad y de los parricidios.
Los que por razones políticas criticaron duramente repoblaciones forestales y la construcción de embalses, -incluso haciendo mofa de ello-, y hoy ven como arden nuestros montes, la huerta se muere de sed por la falta de un plan hidrológico nacional, y someten a la población a restricciones de agua haciendo gala por todo ello de su inoperancia, ineptitud y carencia de soluciones a pesar de contar con presupuestos millonarios.
Los que hablan insistentemente de que vivimos en un Estado de Derecho, en un país, donde los jueces y magistrados responden al dictar sentencia, no solo a su concepto personal de la justicia, que difiere según la asociación profesional e ideológica a que están afiliados, sino que se hallan sometidos en su riguroso, delicado y trascendente quehacer a una triple presión, la política, la mediática y la terrorista.
Decía Bertolt Brecht que “cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad.
Un saludo cordial