Tras nuestra conversación telefónica y después de haber hablado contigo varias veces desde que nos conocimos, -siempre es un placer-, considero oportuno escribir unos cuantos pensamientos que rondan por mi cabeza y no siempre consigo expresar de viva voz. Siento no disfrutar del poder de concisión, pero también pienso que el tema es lo suficientemente importante como para "perder" un par de minutos...
Según van pasando los años, nuestro carácter, nuestras circunstancias van modificándose. De jóvenes, solteros, luego casados, con hijos, con perros, sin ellos, con gastos, caprichos, viajes, necesidades, deudas, sin ellas... Con estos cambios no debemos de olvidar las consecuencias que conllevan en lo referente al vil metal, tan malo y bueno, tan necesario...
Muchas veces nos tienta el querer ganar más y a poder ser rápido, otras nos vemos obligados a ayudar a nuestros padres y hacemos lo que sea... y las más de las veces, olvidamos que no todo es dinero, que la salud es lo primero y fundamental y que solo con ella, podemos seguir ganando.
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Cómo podemos conocer realmente nuestro perfil de inversor. Valorar los elementos subjetivos es lo realmente complicado. Creía que sabía, me costó mucho aprender a definirme.
Antes de nada tenemos que reflexionar un momento, sobre cómo es nuestro carácter a día de hoy. Va cambiando con los años...
Las preguntas que nos tendríamos que plantear son las siguientes:
¿Qué riesgos estamos dispuestos a asumir sin tener quebraderos de cabeza semanales?
¿Qué rendimientos esperamos obtener a la hora de tomar una decisión de inversión? ¿Qué ocurriría si no llegaran?
¿Cuándo queremos calcular esos rendimientos? Tener claro un horizonte de inversión. Si invierto a largo plazo, no debo de actuar como un trader. Ni pensar como él.
¿Queremos vivir esclavos de nuestras inversiones o, por el contrario, preferimos depositar nuestra confianza en alguien que nos oriente profesionalmente?
¿O quizá sea mejor, un fifty-fifty, confiar y echar el ojo del amo al caballo, de vez en cuando?
¿Queremos que lo lleve todo él, o preferimos hacer dos carteras y constatar durante unos meses quién gana más con cada una?
¿Disfrutamos invirtiendo o es una tortura china que no queremos ni ver de lejos?
De este modo, nos vamos haciendo una idea en líneas muy generales de si somos un perfil muy conservador, conservador, moderado, arriesgado, muy arriesgado o kamikaze. También si necesitamos ayuda o no.
Bien sabemos que el perfil más arriesgado lleva inherente una predisposición casi natural, a poder perder mucho dinero y saber de antemano que podemos asumir esa pérdida, sin que nuestras posiciones quiebren nuestro patrimonio ni nuestra salud. Es decir, en el supuesto caso de una pérdida masiva de dinero, nuestro corazoncito aguantaría perfectamente el tirón y además, podríamos seguir comiendo gracias a que tenemos claro que nuestra nómina es segura, nuestra salud de hierro, o tenemos posiciones en otros ámbitos, como inmuebles, joyas, antigüedades, etc. de los que poder echar mano, en un momento de vacas flacas.
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Pero si nuestro corazoncito quiere correr poco riesgo, no solo debemos vernos como inversores conservadores.
También lo tenemos que llevar a la práctica, de modo que nuestros productos sean igual de conservadores que nosotros. No vaya a ser que seamos conservadores de boquita para fuera, cuando nos describimos y en el fondo, cuando estamos a solas con nosotros mismos, estemos sufriendo lo indecible por haber perdido una pequeña cantidad, que, a la larga, recuperaremos con creces... sintiéndola como asunción de demasiado riesgo. No hay que tener miedo a una descripción muy conservadora. No es ser cobarde. Y si lo fuera, ¿qué? ¿Acaso el miedo no guarda la viña? "De valientes y bocazas está el foso lleno." La prudencia es la madre de todas las virtudes... Dicen que arriesgando se gana más. También se pierde más, pero eso no lo dicen, ;-)
En este caso, si realmente nos vemos y queremos que nos vean como conservadores, tenemos que estar dispuestos a aceptar un rendimiento bajo, y saber que con un pequeño beneficio de nuestro capital, podemos seguir viviendo tranquilamente, sin perforar nuestro bolsillo a final de año.
No es tan baladí determinar nuestro propio perfil como inversor. Es más, es el primer punto de partida para la toma de decisiones de inversión, puesto que, conocerlo bien y ponerlo en práctica, ayudará a encontrar qué productos financieros encajan con nuestras reales necesidades y/o preferencias, además de ahorrarnos muchos disgustos.
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Primero estudiaremos cuál es nuestra situación financiera actual: de qué disponemos, sea nómina, pensión, cualquier otro tipo de entrada como alquileres, etc. Valorar nuestros ingresos y tener claros nuestros gastos. "Ni lujos ni penurias", decía mi abuelo. "No comprar hoy que te sobra lo que no necesitas para no tener que verse obligado a vender mañana lo que sí necesitas."
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Lo mejor es poder comenzar sin deudas. Crecen demasiado rápido. Son dañinas. El mejor inversor es aquél que no tiene deudas, sabe mantenerse en positivo y puede vivir de su trabajo, sea éste otro diferente o no a la inversión de sus posiciones. ¿Tenemos verdaderamente claras nuestras metas? ¿Sabemos realmente lo que queremos, cuándo lo queremos, cómo, cuánto? Muchos dicen que hay que tener finalidades concretas. Permítaseme diferir a este punto. Mi finalidad puede seguir siendo vivir sin agobios y llegar a poder pagarme un cómodo cajón final. Sí, mi humor negro me delata. Mas es una verdad como un templo.
¿Nos importan demasiado los medios (legales) para conseguir nuestros objetivos y sufrir con ellos cada mañana, o realmente lo que deseamos es confiar en nuestra capacidad y conocimiento para llegar a nuestro punto final de inversión y hasta entonces, que salga el sol por dónde quiera?
Un deseo personal puede basarse en relativamente cortos períodos de tiempo. Digamos un control quincenal o mensual con miras a un año vista. Si cada año termino en positivo, es que voy bien. O, por el contrario, exigirme que cada mes sea positivo. En ese caso, o sufro más a menudo o me lo tomo con más calma cuando sale mal. Cuanto más exigentes seamos, menor será el plazo.
Atención a caer en agobios puntuales, diarios o semanales. Nadie gana siempre todo. NADIE. Nadie acierta siempre. NADIE.
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¿Dispongo de salud, ganas y tiempo para dedicarme a mi patrimonio? ¿Lo deseo hacer o prefiero depender de un tercero? Nuestros conocimientos financieros pueden ser amplios y no saberlos aplicar a nuestro caso en concreto. Por ejemplo, lo podemos ver claro para nuestro amigo o vecino, pero al tratarse de poder perder nuestro dinero, cambiar automáticamente nuestra forma de pensar. Ahí está una importante clave a la hora de aceptar nuestras limitaciones, la forma de ser, el carácter del que hablaba al principio, en muchas ocasiones nos puede cegar a pasos importantes a dar, incluso perdiendo dinero. Es fácil comprar, dicen por ahí. Sí, lo que no es tan sencillo, sin lugar a dudas, es saber vender. No te digo ya a pérdidas...
¿Toleramos bien el riesgo fuerte? ¿Seríamos capaces de jugar una sola ronda a la ruleta rusa? ¿Nos tiraríamos en paracaídas? ¿Nos gusta practicar deportes de riesgo? ¿Seguro? ¿Y si se trata de nuestro dinero, al que tenemos que arrojar por el puente? Y si nos quedamos en paro, ¿podríamos asumir perder lo que llevamos ahorrado? ¿Disfrutaríamos perdiendo de vez en cuando, con tal de tener la oportunidad de ganar un pastizal si después, vienen bien dadas?
¿Tenemos claro que una empresa que marche bien, con una sola mala noticia, puede hacer punto de inflexión y cambiar radicalmente su rumbo? ¿Asumimos que unos buenos resultados no son suficientes para que todo siga yendo bien eternamente? Es decir, sorpresas nos dan los fundamentales de una empresa, como también el análisis técnico me dice que ese gráfico por narices va a seguir en clara tendencia ascendente... y ¡de pronto, zas! Cambia el rumbo. ¿Estoy preparado para ese viraje de timón y sus consecuencias?
¿Somos intuitivos? ¿Tenemos la capacidad de invertir solo por corazonadas? ¿Sabemos que en ocasiones, jugamos más a Bolsa que invertimos profesionalmente? (Sé que Mua difiere a este punto, obviamente pensamos muy diferente en muchos temas.)
Quizá sea nuestro perfil de kamikaze lo que nos hace responder afirmativamente a todas estas preguntas. Tampoco es cuestión de radicalizar nuestra postura. Hay muchas tonalidades de gris. Se puede ser kamikaze a ratos.
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Cuando elegimos a un profesional, un asesor financiero, estamos afirmando dos líneas: Por un lado, tenemos claro que no sabemos lo suficiente o lo mucho que sabemos, no lo hemos aplicado bien hasta ahora y/o por otro lado, no tenemos salud, tiempo o ganas para invertir nuestro capital, a pesar de que con nuestros conocimientos lo hayamos hecho muy bien durante un tiempo.
Si consideramos que los productos de inversión y la operativa de los mercados son cada vez más complejos y requieren atención y seguimiento constantes, quizá sea conveniente recurrir a la orientación de profesionales, teniendo siempre muy presente que no estamos casados con ellos, que el ojo del amo engorda al caballo y que ellos no se juegan su dinero, sino el nuestro.
Se dice que es este profesional el que debe decidir nuestro perfil de riesgo. No estoy de acuerdo. (Para no variar, discrepo) Nadie me conoce mejor que yo misma, e incluso yo, cambio de perfil con el tiempo, con las circunstancias. La vida es una noria. Hoy estás arriba ¿y mañana? Tras autoevaluarme concienzudamente, relleno yo mi propio MIFID. Y luego ya, el que me presenten ellos el suyo en blanco.
SIEMPRE me he negado a firmar un MIFID que no rellenase yo. Bancos, EAFIs, AVs han tenido que tragar o despedirse de mí hasta nunca.
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Otro punto que considero importantísimo, es la diversificación de la cartera. He llegado a estar al 75% en R.V. Y con muy pocas acciones (el número de empresas y de acciones, también dependerá del monto total). Me resultaba cómodo y fácil seguirlas. Pero con los años he ido modificando ese perfil kamikaze a uno mucho más conservador. No necesito gastar tanto, por ende, tampoco ganar tanto para vivir bien.
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Una cartera equilibrada incluye productos con diferentes niveles de riesgo. Pero jamás un riesgo que supere a mis ganas de arriesgar. No sé si me explico. La calidad y cantidad dependerá no solo de mi estado de ánimo, mi fortaleza para aguantar el tirón, sino de los factores anteriormente mencionados. Invierto a largo y corto. Invierto en base a técnico y fundamental. Y aunque a muchos les suene paradójico, porque el gentío gusta de clasificar a todo y a todos, ni es imposible, ni es una locura. Sencillamente, he encontrado la forma de sentirme cómoda, en
verde pasto para mi vaca y con bastante seguridad y confort. Con salud.
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La relación con mi intermediario ha de ser fluída, confiada, no ciega; frecuente, sin agobiarme, pero sin perder la pista tampoco de lo que hace con MI dinero. Si no entiendo a mi asesor, le pregunto. Si me dice que siempre le pregunto lo mismo, le respondo que soy vaca vieja olvidadiza y le pago para que me abra los ojos, no para que me recuerde que ya chocheo. Ser directa es mi base. Ser cortante mi definición, cuando se trata de cuidar lo mío (o lo de los míos). Todo ello no está reñido con una exquisita educación. "Fuerte en el fondo, suave en las formas."
Como decía, yo voy variando mi perfil y mi intermediario tiene que seguir mi ritmo, no yo el de él.
Explico a continuación lo que muchos foreros han considerado paradójico de mi comportamiento y por ello, dejaron de creer en mi realidad. No existe una clasificación exacta, con perfiles absolutos, en los que un solo inversor encaje a la perfección.
El hecho de ser catalogado como inversor muy conservador en el MIFID no quiere decir que, en un momento dado, no acepte como conveniente invertir una pequeña -o no tan pequeña- parte de los ahorros en productos destinados a inversores de perfil más agresivo. Se puede modificar puntualmente el MIFID y seguir trabajando tan tranquilamente. Cuando ese producto deja de interesarme y abandono posiciones, vuelvo a exigir un cambio de MIFID y a vivir que son dos días.
Un abrazo sin stress...
¡Sed muy felices!
P.D.: He escrito en negro las dos frases que para mí son más importantes y que más me han costado a lo largo de estos años. Poner en verde pasto a mi vaca, es decir, pasar a estar en positivo todos los años, recuperando posiciones rojas que el banco san-grante dejó a mi difunto padre. Esto me hizo asumir unos riesgos que pagó mi corazon...
Y otra que te la dedico con todo mi respeto, si nos consideramos inversores conservadores, hay que actuar en consecuencia, del dicho al hecho hay mucho trecho. No basta con decirlo, hay que ponerlo en práctica y no creo que ningún asesor considere cierto porcentaje en R.V. como de perfil muy conservador... Si no hace falta arriesgar, ¿Por qué vivir agobiados con riesgos innecesarios? ¿Solo para que el asesor se cuelgue una medallita de vez en cuando y si todo va bien? Yo lo tengo claro. ¿Y tú?