Aborto
Nos encontramos en pleno debate sobre el aborto a raíz del proyecto de ley que dice el PP que va a presentar para restringir su aplicación.
Sobre el mismo yo quisiera hacer algunas consideraciones de carácter ético. Los proabortistas utilizan argumentos como que todavía no son seres humanos, la libertad de las mujeres, “nosotras parimos, nosotras decidimos”, “solo nosotras podemos decidir sobre nuestro cuerpo”.
Si el planteamiento es que todavía no son seres humanos, podrían probar a hacer una prueba de ADN al feto para ver si corresponde con el de una rana, por ejemplo, o el de un ser humano . Podría decirse que está en estadío de desarrollo diferente pero, ¿no es cierto que estamos en continuo cambio? En dos instantes diferentes el mismo ser humano no es el mismo. Estamos en continuo cambio, desaparecen células, aparecen otras nuevas. Lo que se mantiene en esencia es el ADN. No es lo mismo un feto a un recién nacido, pero tampoco lo es una persona de cinco años a esa misma persona a la edad de veinte años.
Cuando el partido socialista aprobó su primera ley del aborto, de supuestos, uno de ellos hablaba de la malformación del feto. Diferenciaban entre fetos normales y fetos defectuosos. Estos últimos podían ser eliminados. Argumento similar lo usaban en la Alemania nazi, y dicen que son progresistas de izquierda. La ley vigente, también socialista, ésta de plazos, permite abortar en las primeras 14 semanas de gestación. ¿Qué diferencia hay entre la semana decimotercera y decimoquinta? Es de suponer que en ese momento se produzca alguna conjunción astral que dote de alma al feto y lo convierta en persona. Algo que, desde mi agnosticismo, no concibo. Por otra parte, para la ilustre teóloga Cristina Almeida, dicha conjunción astral se produce en un plazo superior. Curiosas discrepancias, los que entienden de lo divino no se ponen de acuerdo.
En esta pasada campaña electoral Elena Valenciano nos dice que hay defender la libertad de las mujeres. Por supuesto, viva la libertad, es el más precioso don del ser humano. Pero dado que somos animales sociales, no tigres de bengala, tenemos que comprender que dicha libertad ha de tener limitaciones, aquello de “la libertad de una persona termina donde comienza la de las demás”. Por tanto la libertad de las mujeres no se puede anteponer al hecho de truncar un proyecto de vida humano. Hay que anteponer el derecho a la vida a otros derechos y libertades. Si hay que elegir entre asumir una responsabilidad y una vida humana, está claro.
“Nosotras parimos, nosotras decidimos”.Evindentemente las leyes de la naturaleza establecen que la gestación corresponde a las mujeres. De momento parece ser que es así. Pero hay que tener en cuenta que esto es cosa de dos. Y de la misma forma que las mujeres deben exigir a sus parejas que asuman la responsabilidad de sus actos, los hombres no tienen por que aceptar que la vida de un ser engendrado por ellos dependa exclusivamente de la madre. Más aún el resto de la sociedad, lo mismo que censura el asesinato, ha de hacer lo propio con el aborto.
“Sólo nosotras podemos decidir sobre nuestro cuerpo”. También estoy de acuerdo, no soy creyente, no creo que la vida nos la otorgue Dios, y por tanto considero que cada persona debe tener la potestad de decidir sobre si mismo. Ahora bien, ya que está tan en boga el ADN para identificar individuos, es evidente que el ADN del feto es diferente al de la madre. No es por tanto su cuerpo, están decidiendo sobre un ser distinto. El problema es que es un ser diferente cuya viabilidad de vida depende de su madre. Al menos en tanto los avances científicos no permitan otra cosa.
Me agradaría que la progresía de este país, ante la propuesta de Gallardón aceptasen discutirla y propusieran alternativas como el hecho de que mejoren los servicios sociales en su atención a la mujer, que la apoyaran económicamente para evitar que toda la responsabilidad de las necesidades del niño recayeran sobre ella, guarderías, atención especializada, etc. De esta manera obligarían a que este gobierno, con desmesurado interés por recortar gasto público, se retratara. Pero no, ellos a lo suyo, libertad, libertad de fornicio sin asunción de las responsabilidades que dicha actividad trae como consecuencia.
Según unas declaraciones de Cristina Almeida a la Sexta Noche de hace un tiempo, descubro que mi ética la marca Rouco Varela y que soy de extrema derecha.
En fin, como decía Bertolt Brecht, yo ya no soy un feto.