Mesa de la Unidad Democrática, también denominada Mesa de la Unidad o MUD, es una coalición de partidos políticos de Venezuela de tendencias mayormente socialdemócratas, progresistas, democristianos, centristas, socialistas, laboristas (incluso marxistas), opositores al gobierno de Hugo Chávez, que fue creada formalmente el 23 de enero de 2008 en Caracas a través de un documento denominado Acuerdo de Unidad Nacional y reestructurada el 8 de junio de 2009, pero que en la práctica existía desde mediados de 2006. Es la principal organización de la oposición del país de acuerdo con las últimas elecciones.
http://es.wikipedia.org/wiki/Mesa_de_la_Unidad_Democr%C3%A1tica
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Es encomiable la defensa que se hace de la democracia en Venezuela, cuando aquí no se apoya de la misma manera como sería tan deseable por los que se hacen llamar "democratas".
A mi lo que pase en Venezuela me la trae al pairo, pero la ignorancia es mayúsCULA si se obvia que una organización internacional es un sujeto de derecho internacional, como un estado y por tanto con legitimidad para pagar sin ser un banco privado y sobretodo cuando se olvida de que España y Venezuela SI QUE LO UNICO QUE comparten es el derecho a pasar página de SU PROPIO ANTIGUO REGIMEN.
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El modelo español se diferenció del francés en lo que Ignacio Vicent López llamó una cuestión de estilo. El reinado de los Reyes Católicos fue decisivo en la elaboración de este estilo, que se fundamentaba en la conciencia de la monarquía católica. Este sistema se prolongaría con variaciones bajo los Habsburgo hasta que a la llegada de los Borbones se adopte el modo fránces en lo que llegaría a ser una monarquía absoluta, aunque nunca pudo librarse de las huellas del antiguo estilo.
El éxito es indudable, y aventajó al de la monarquía francesa durante el siglo XVI: se consigue un conjunto territorial sin parangón (Felipe II pudo decir "en mis dominios no se pone el sol") que, aunque poco cohesionado, puede ser eficazmente gobernado desde un centro localizable en Castilla tras la Guerra de las Comunidades (1521) y la elección de Madrid como capital política (1561); de Castilla se drenan una fabulosa cantidad de recursos impositivos (alcabalas, regalías, servicios de unas Cortes comprensivas, Quinto Real de las remesas metálicas americanas) que se gastan en la política europea que identifica los intereses de la Monarquía Católica con los de la causa del catolicismo. El éxito queda confirmado por la propia Leyenda Negra, explicada tanto por la realidad del cruel dominio sobre América (de la que los propios colonizadores fueron conscientes: polémica de los naturales), la represión de la disidencia (a la que se forzaba a la asimilación, la expulsión o la hoguera: conversos, moriscos; o las más minoritarias conductas consideradas antinaturales, la brujería y los mínimos focos de protestantes) y la impotencia de sus enemigos, resignados a combatir con propaganda antiespañola a la potencia hegemónica (el paralelismo con el antiamericanismo del siglo XX es claro). El control interior queda garantizado por una creciente burocracia (régimen polisinodial de los Consejos) que se implanta territorialmente a través de los virreyes, (en los reinos) y los corregidores (en las ciudades). El control de los estamentos privilegiados se logra por la sumisión del clero (patronato regio, reformas de Cisneros) y la nobleza, acostumbrada a poner y quitar reyes en las guerras civiles castellanas de la Baja Edad Media, de las que la Guerra de las Comunidades son el último episodio;12 el rey se convierte en Gran Maestre de las Órdenes Militares (desde Fernando el Católico), implica a la aristocracia en su política de nombramientos (institución de la grandeza de España con Carlos V), y deja claro que a cambio de ejercer sin injerencias el poder político les garantiza el poder social y económico (institución del mayorazgo, leyes de Toro). Los desmochamientos de torreones (que sufre incluso Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán al que se le pidieron las famosas cuentas de su gestión en Italia) son un claro mensaje simbólico. Los puestos burocráticos son un buen banderín de enganche para la baja nobleza y la burguesía. A falta de una policía digna de tal nombre (la Santa Hermandad no pasó de ser un cuerpo militar) se disponía de la red informativa y represiva de la Inquisición (de cuya sumisión al poder real es prueba su utilización en algún destacado caso, como el de Antonio Pérez).
Escultura ecuestre en bronce de Felipe IV, diseñada por Velázquez y esculpida por Pietro Tacca con asesoramiento científico de Galileo. El sábado 9 de abril de 1677 alguien colocó un pasquín en la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor de Madrid que decía ¿A qué vino el señor don Juan?: A bajar el caballo y subir el pan, refiriéndose al valido Juan José de Austria, que (además de lo del pan) había hecho trasladar la estatua desde la fachada de Palacio hasta el Buen Retiro. Hoy la estatua puede verse en la Plaza de Oriente de Madrid.
El fracaso quedó claro con la decadencia. El brillo cultural del Siglo de Oro no ocultaba que la economía, estimulada por la Revolución de los precios del siglo XVI, entró en declive en el XVII, siglo de crisis general que empujará a la despoblación en particular a la Europa del Sur, mucho más a España, y más aún al hasta entonces centro decisivo castellano. Las soluciones políticas (desorden monetario, reformas fiscales repetitivas) no consiguieron más que agravar la situación, y los intentos más vigorosos de centralización (Unión de Armas del Conde-Duque de Olivares) precipitaron la crisis de 1640.
El cambio de dinastía de 1700 (Felipe V de Borbón) produjo el encauzamiento del sistema hacia un absolutismo con características similares al francés, que produce intentos bienintencionados pero siempre fallidos: la racionalización fiscal como el Catastro de Ensenada, reformas ilustradas como las de Esquilache (expulsado del poder por el Motín que lleva su nombre tras una liberalización del precio del trigo, hasta entonces sometido a tasa) o el expediente de la ley Agraria, eternamente tramitado, que pretendía resolver el hambre de tierra de los campesinos. La revolución francesa truncó las expectativas del reformismo.
El Antiguo Régimen perdura brevemente en el siglo XIX hasta la Guerra de la Independencia Española, cuando, al promulgarse la Constitución de 1812 en Cádiz se abrió el proceso de constitucionalismo. Por otra parte, el término Antiguo Régimen tuvo el mismo significado que en Francia, a pesar de que el final de dicho régimen no fue tan drástico como el francés. Tras los años de ocupación francesa y la derrota de Napoleón en la Guerra de la Independencia Española, se produjo la Restauración absolutista, lo que provocó la involución de la política española al Antiguo Régimen durante la mayor parte del reinado de Fernando VII. Su sombra continuó presente durante el segundo tercio del XIX con las Guerras Carlistas, a pesar de la sucesión de textos constitucionales, la llegada de liberales más o menos moderados al gobierno, casi siempre tras pronunciamientos militares y de iniciarse una modesta industrialización. La revolución de 1868 con el derrocamiento de la Reina Isabel II de España no cerró definitivamente la tentación involucionista, pero ya en un contexto completamente diferente: la Restauración de Alfonso XII o las Dictaduras de Primo de Rivera o Franco, por mucho que recuperara ésta última la nostalgia del Imperio, tienen otra definición.
http://es.wikipedia.org/wiki/Antiguo_R%C3%A9gimen
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Perdonad a estas pobres víctimas
que contra su voluntad se arman contra nosotros. (bis)
¡Pero el déspota sanguinario,
pero los cómplices de Bouillé,
todos esos tigres que, sin piedad,
desgarran el corazón de su madre!...
La Marsellesa
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Esto no lo comparto, pero se alimenta y se busca por los dos bandos enfrentados de forma PREMEDITADA.
Un saludo