Según las últimas noticias sería el gobierno griego el que habría acabado por ceder en su posicionamiento inicial, por lo que Atenas podría acabar solicitando en las próximas horas la extensión del crédito que según parece necesita como el aire para poder respirar, lo que (cómo no) estaría condicionado a cumplir con el famoso programa de rescate, sin estar asociado a una petición de prórroga de dicho plan. Y es que el gobierno griego ha informado de que examina tal posibilidad.
Bruselas dice que valorará tal petición, mirando exhaustivamente la letra pequeña en cuanto a la condicionalidad y los detalles.
Y es que según parece el reloj juega a favor de la UE y en contra de Grecia. Atenas se encuentra entre la espada y la pared en el sentido de que su sistema financiero necesita oxígeno de forma inmediata. Las entidades griegas necesitan urgentemente liquidez, y la soga empieza a apretar, más si cabe todavía cuando se especula con un posible cierre del grifo por parte del Banco Central Europeo, que podría retirar la asistencia de emergencia con la que cuentan los bancos griegos (el famoso ELA), caso que podría darse de no haber acuerdo. A ello habría que sumar que desde hace dos semanas el BCE decidió dejar de emplear la deuda griega como colateral para poder descontar liquidez.
Y no hablamos de migajas, ya que durante la semana pasada las entidades griegas prácticamente agotaron los 65.000 millones puestos a su disposición (en concreto pidieron 51.000 millones en solo 5 días). El objetivo del Presidente del Banco de Grecia durante la reunión de hoy será ampliar la línea de liquidez de asistencia. Va a intentarlo, aunque sabe que su esfuerzo será en vano, ya que no tiene voto hasta abril debido al nuevo sistema de rotación impuesto en el BCE.
Si nos ponemos en tal situación, existiría una gran presión para que Grecia acepte el rescate. En este probable contexto los bancos griegos podrían verse forzados a introducir límites a la retirada de efectivo.
Tsipras ha tachado de chantaje la tesitura en la que han posicionado a su gobierno, ya que se vería obligado a extender el rescate a Atenas, aunque dice que piensa cumplir con sus propuestas de todos modos, por lo que asegura que no cederá a las demandas de la UE.
Hasta aquí los hechos. En mi humilde opinión se está jugando a un juego peligroso (“el juego del gallina”), en el que lo deseable sería que las dos partes cedieran con sensatez, y que ninguna de ellas trate de imponer íntegramente su postura.
De otro modo la situación podría desencadenar en un desenlace que puede que no sea beneficioso para ninguna de las partes. Y no especialmente por motivos económicos (que también, porsupuesto). Hay que tener en cuenta que aunque parezca que Grecia tenga las de perder, todavía le quedan bazas por jugar. Y es que no hay que subestimar la posición geopolítica del país heleno, situado territorialmente en una zona estratégica del mapa mundial, por lo que en caso de ruptura, un posible acercamiento hacia el bloque ruso no sería bien visto por EEUU, que podría perder una posición estratégica fundamental. Hay que recordar que las bases militares estadounidenses en territorio griego son fundamentales para los intereses de occidente. Máxime con la delicadeza de la situación actual respecto a Oriente Próximo. Y puede que el gobierno heleno tenga ese as en la manga para dejarlo caer encima de la mesa si se diese el caso de que la jugada lo requiriese para defender sus intereses.
La partida está siendo dura, y ninguno de los jugadores quiere ceder un ápice. Sin embargo, ya sabemos cómo puede acabar “el juego del gallina” en caso de que se continúe con la cabezonería en la que parecen instalados los actores en este momento. Las consecuencias de un choque podrían ser imprevisibles.
Y es que aunque se trate de teoría de juegos, hay algo más en juego que un simple juego. Valga la redundancia.
¿Cómo creéis que acabará la situación? ¿Pensáis que hay otros factores importantes a tener en cuenta que pueden influir decisivamente en el desenlace final?