¿Renunciar a parte del estado de bienestar para acoger a una avalancha de refugiados?
Buenas a todos.
Voy a plantear el tema de la explosión de inmigrantes desde un punto de vista meramente económico.
Soy consciente de que es un tema escabroso, pleno de matices éticos y morales, que provocará muchas susceptibilidades y que evidentemente resulta casi repugnante e inmoral (bueno, sin "casi") abordarlo exclusivamente desde el punto de vista crematístico.
Lo único que pretendo es abrir un debate económico en un foro de economía y conocer hasta qué punto somos conscientes del impacto económico que tendrá en nuestro bienestar (y consecuentemente en nuestro bolsillo) la acogida de un tsumai imparable y creciente de inmigrantes que huyen de guerras, pobreza, barbarie, crueldad,... en busca de una forma de vida digna para ellos y sus familias.
Observamos atónitos como occidente intenta regatear "a la baja" la cantidad de refugiados, cierra fronteras a su paso y levanta alambradas, los confina en campos, les impide el acceso a los transportes aunque tengan billete válido...; cicatería y ruindad con la vida humana.
Resulta sencillo pedir a gritos, indignarnos, manifestarnos... implorando humanidad y una atención digna a los refugiados, pero esa actitud tan digna chirria cuando esciucho a esas mismas personas poner el grito en el cielo si se propone detraer parte de los recursos asignados a los servicios que recibimos de la administtación pública para paliar mínimamente las necesidades básicas de los exiliados.
Toda acción en este sentido tiene un coste económico y debemos ser consciente de ello, pero al parecer muy pocos son los que pocos han tapado sus oídos abstrayéndose de la barahúnda mediática, política, periodística... interesadas, para reflexionar y preguntarse a sí mismo...:
-¿hasta qué punto sería capaz de renunciar a los derechos que la sociedad occidental desarrollada me ha conferido, en favor de aquellos que apenas tenían derecho a la vida en sus países de origen?.
Si suplicamos humanidad poara los demás y aceptamos el coste económico que nos supondrá, me parece razonable y elogiable; si sólo suplicamos humanidad y no estamos dispuestos a ceder ni un ápice en nuestros derechos ¿adquiridos?, quizá tenga uno que hacer un sincero ejercicio introspectivo, pues sino no se tratará nada más que de hipocresía y mojigatería; si no estamos dispuestos a renunciar a nada y lo admitimos abiertamente, será un ejercicio de franqueza hacia uno mismo y los demás.
Saludos rerflexionando sobre nosotros mismos y nuestros valores.