El problema de este movimiento es que es una jaula de grillos sin ninguna dirección definida.
Nace de la indignación de los ciudadanos, es cierto, y parte de principios a los que nadie, o prácticamente nadie, puede oponerse: más democracia, más transparencia, más justicia social... Y todo se focaliza en la búsqueda de unos únicos culpables: Los políticos y los banqueros. Mensaje fácil.
Pero a la hora de concretar y organizarse nada de nada. Solo asambleas cuyas decisiones ni ellos mismos respetan y el movimiento se acaba convirtiendo en una hidra de mil cabezas. ¿Es esto su nueva democracia?
Desde el inicio este movimiento me ha recordado al que nació en Argentina (durante la gravísima crisis iniciada en 2001) al grito de "¡Que se vayan todos!". Se referían a los políticos, claro está.
En esos meses Buenos Aires ardió en protestas, caceroladas, manifestaciones, asambleas vecinales e intentos de asalto a sedes bancarias. El país tuvo cuatro presidentes en menos de 15 días e incluso hubo muertos.
¿Sabes como acabó todo? En nada. Las siguientes elecciones, en 2003, las volvió a ganar, en primera vuelta, uno de los máximos responsables del desastre: Carlos S. Menem. El Pueblo había hablado.
Es triste, pero las cosas son así. La democracia es, como insinuaba J.L. Borges, una dictadura del número, pero es el menos malo de todos los sistemas.
Y en España ha pasado lo mismo. Las recientes elecciones, que hubieran podido servir para "escarmentar" de verdad a los políticos, han servido para premiar a muchos corruptos. Pero es lo que la gente ha votado. Nos guste o no.
¿La solución cual sería? ¿Que las minorías iluminadas por la Verdad y la Razón quemasen en la plaza pública a los que el pueblo, erróneamente, ha votado?
Un saludo