Como comentas, creo que en los sectores castigados la clave está en la eficiencia. Estaba releyendo el capítulo que os comentaba del libro de Peter Lynch y cuenta el caso de Southwest que me parece fascinante y trae unas perlas para enmarcar:
En los años ochenta, ¿qué negocio iba peor que el de las aerolíneas? Estern, Pan Am, Braniff, Continental, y Midway quebraron, y otras muchas estuvieron a punto, y aun así en esa desastrosa década las acciones de Southwest Airlines aumentaron su precio desde los 2,40 dólares hasta los 24. ¿Por qué? Principalmente por todas las cosas que Southwest Airlines no hizo. No volaba a París, no servía sofisticados menús, no tomaba prestado demasiado dinero para comprar muchos aviones, no pagaba en exceso a sus ejecutivos, y no les dio razones a sus trabajadores para estar insatisfechos con la compañía.
Southwest Airlines (símbolo LUV) fue la operadora de más bajo coste del mercado. ¿Cómo conocemos este dato? La estadística reveladora es la del «coste operativo por asiento-milla». El de Southwest se encontraba entre 5 y 7 centavos durante una época en la que la media de la industria se situaba entre 7 y 9 centavos.
Una de las formas de examinar el compromiso de una compañía con el ahorro es visitar su sede de dirección. «El hecho de que una compañía en la que pones tu dinero posea un gran edificio no significa que la gente que esté dentro sea inteligente, sino que tú has contribuido a pagar el edificio», dice el consejero de inversiones William Donoghue. Según mi experiencia, tiene razón. En Golden West Financial, en California, un campeón del ahorro productivo y el operador de más bajo coste en el negocio de Cooperativa de Ahorros y Préstamos, el trabajo de recepcionista lo llevaba a cabo un viejo teléfono negro y una señal que decía «Descolgar».
Southwest Airlines operó durante 18 años en una oficina en Love Field, Dallas, que parecía un barracón. Lo más amable que se podía decir de ese sitio era que estaba «anticuado».
En 1990, la compañía tiró la casa por la ventana y construyó un nuevo edificio de tres plantas. Se contrató a un decorador para que embelleciese el interior, pero cometió el error de intentar reemplazar las placas de los premios y fotografías de los picnics de los empleados de la compañía con obras de arte muy caras. Cuando el consejero delegado Herb Kelleher se enteró, despidió al decorador y pasó el fin de semana colgando de nuevo las placas y las fotografías. Kelleher sentó las pautas del excéntrico espíritu de Southwest. Su oficina estaba decorada con pavos. El encuentro anual consistía en un asado de chiles. Las subidas salariales de los trabajadores de mayor rango estaban limitadas al mismo porcentaje que la de los trabajadores de rango más bajo.
Una vez al mes, todos los peces gordos de Kelleher desempeñaban el papel de agentes contables o encargados de los equipajes. Las azafatas de Southwest iban vestidas con vaqueros azules, camiseta y zapatillas. Los menús constaban de cacahuetes y un aperitivo.
Había premios para los pasajeros con los mayores agujeros en sus calcetines y la información de seguridad se transmitía en forma de rap. Mientras otras aerolíneas volaban con el fuselaje ancho sobre las mismas rutas a Los Ángeles, Nueva York y Europa, Southwest encontró un nicho, las distancias cortas. Se denominaba a sí misma como «la única aerolínea de alta frecuencia, cortas distancias y bajo coste». Mientras otros se iban al traste, Southwest pasó de operar con cuatro aviones en 1978, a tener los ocho más grandes operadores del país.
Era la única aerolínea estadounidense que ganó dinero todos los años desde 1973. En cuanto a rentabilidad sobre el capital, Southwest aún no ha sido superada. Mientras sus competidores flaqueaban, Southwest estaba completamente preparado para tomar ventaja, que es lo que suele ocurrir a las grandes compañías en industrias decadentes. Recientemente se ha extendido hacia rutas abandonadas por USAir y America West, las cuales se vieron obligadas a recortar servicios debido a problemas financieros.
Los accionistas que vieron sus posiciones en Southwest multiplicarse por diez de 1980 a 1985, demostraron su paciencia de 1985 a 1990 cuando el precio de sus acciones iban a la deriva. Podía haber sido peor, podían haber invertido en Pan Am o en Eastern. Después de 1990, la paciencia fue recompensada, cuando el valor de Southwest volvió a multiplicarse por dos de nuevo.
Lynch, Peter. Batiendo a Wall Street: Peter Lynch con la colaboración de John Rothchild (Spanish Edition) . Grupo Planeta. Edición de Kindle.