Aunque veo que ya
@topolucas y
@estroncio te han aportado explicaciones acertadas, te dejo aquí también la mía, bastante más “ladrillo”.
Ciertamente la renta fija puede llegar a ser algo muy complejo. En su forma más simple, son títulos de deuda emitidos por una entidad pública o supranacional (deuda pública) o por una empresa (deuda corporativa) mediante los cuales dicha entidad obtiene un dinero y se compromete a pagar un determinado interés por el mismo y a devolver el principal en un plazo también determinado.
Sobre este tipo base puede haber múltiples variantes. Por ejemplo, bonos garantizados, que respaldan la obligación crediticia con un activo real concreto (análogo al caso de un particular que recibe un préstamo del banco; puede ser un préstamo personal o para consumo, en cuyo caso no hay un bien específico que lo garantice, o puede ser un préstamo hipotecario, en cuyo caso está respaldado por el inmueble hipotecado). O por ejemplo bonos convertibles, en los que la devolución del principal se puede producir mediante su canje por acciones. O bonos ligados a la inflación, en los que los pagos se actualizan con el índice de inflación. O más variantes o combinaciones de ellas.
Los títulos de renta fija (bonos, para abreviar) presentan dos tipos de riesgo: riesgo crediticio y riesgo de tipos de interés. El primero se refiere a que la entidad emisora no cumpla con sus compromisos de pago o que lo haga sólo parcialmente, por ejemplo, que quiebre o que en un concurso de acreedores se acuerde una “quita” conforme a la cual la entidad cancele la deuda pagando solamente una parte de su importe. Este riesgo es el que se refleja en las calificaciones crediticias que asignan las agencias de calificación. Por ejemplo, en el caso de Standard & Poor’s, AAA, AA, etc. AAA es la máxima calificación (es decir, el mínimo riesgo). Desde ahí, descendiendo hasta BBB se consideran bonos de calidad de inversión (“investment grade”), o sea, razonablemente seguros y aptos para carteras más o menos conservadoras. Por debajo de BBB sería bonos “high yield” o de alto rendimiento y mayor riesgo, con un componente más especulativo, tanto mayor cuanto más se baje en la escala de calificación crediticia. Lógicamente, a mayor riesgo (calificación crediticia más baja) mayor ha de ser el tipo de interés que ofrezcan para atraer a los inversores. Los bonos “high” yield presentan una alta correlación con las acciones, ya que si la empresa va mal es más fácil que resulten impagados. De ahí que, en mi opinión, no aporten la diversificación que se le supone a la renta fija en la construcción de una cartera.
El segundo riesgo es el de tipos de interés. Para entenderlo tengo que referirme primero a la valoración de los bonos. El valor actual o presente de un bono es el valor actual de los flujos dinerarios futuros asociados al mismo, es decir, cobro de intereses y reembolso del principal. Cuanto más alejado en el tiempo esté un cobro, menor es su valor actual. Explicado brevemente, la valoración es un proceso de descuento de flujos en el que cada cobro futuro se “trae” al presente mediante la fórmula C/(1+i)^t donde t es el tiempo que falta para dicho cobro e i es el tipo de interés vigente en el mercado. De donde se deduce que si subimos el valor de i (que está en el denominador), bajará el valor actual, y tanto más cuanto más lejano esté en el tiempo (ya que elevamos a t en el denominador). Es decir, que el valor de los bonos a más largo plazo caerá más que el de los bonos a más corto plazo si suben los tipos de interés. Y viceversa si los tipos de interés bajan. De un modo más intuitivo, si tenemos un bono que paga un interés del 3% y el tipo de interés que se ofrece ahora por un bono de las mismas características es del 4%, nuestro bono perderá atractivo. Si queremos venderlo (los bonos cotizan en el mercado al igual que lo hacen las acciones) tendremos que rebajar el precio. Los fondos de renta fija valoran diariamente su cartera a valor de mercado para calcular su valor liquidativo, así que si los tipos de interés suben, el valor liquidativo de los fondos de renta fija bajará. Y viceversa. Y, como digo, tanto más cuanto mayor sea el plazo restante a vencimiento de esos bonos. La sensibilidad a las variaciones de los tipos de interés viene medida por la llamada “duración modificada” que expresa en cuánto % bajará/subirá el valor del bono o cartera de bonos como consecuencia de cada 1% que suba/baje el tipo de interés de mercado.
Por último, una referencia a la denominada “curva de tipos”. Para cada plazo restante a vencimiento hay un tipo de interés. La expresión grafica de esto es la “curva de tipos”, plazo en el eje horizontal, tipo de interés en el eje vertical.
Aquí puedes ver las curvas de tipos del BCE y
aquí las de diferentes países. Lo normal es que cuanto más largo sea el plazo, mayor sea el tipo de interés (mayor es la espera y mayores las posibilidades de que ocurra algo negativo durante ese tiempo). Pero a veces (como ahora) no ocurre así y los tipos a largo son más bajos que los tipos a corto. Se dice entonces que la curva está “invertida”. Generalmente eso es indicativo de cierta desconfianza en el futuro de la actividad económica (se supone que el deterioro económico frenará la demanda de crédito y hará bajar los tipos en el futuro).
Confío en no haber contribuido a liarte más.