Veamos.
El punto de partida
La coyuntura de partida es, y esta es la clave, "tipos de interés casi cero o negativos".
Esto nos lleva a un análisis macro (excluyendo quantitative tightening o easing) como el que sigue. Si los tipos de interés son casi cero o negativos lo único que pueden hacer a futuro son dos cosas:
1. Subir. Esto descarta llevar RF con duración y favorece llevar monetarios o RF ultra corta. La RV se vería perjudicada, especialmente la más endeudada y de pequeña capitalización. Si suben es por un repunte de la inflación por lo que podría ser interesante tener bonos ligados a la inflación o empresas con poder de fijación de precios.
2. Mantenerse. Esto favorece el llevar high-yield, por aquello del spread con la deuda gubernamental, con el riesgo (¿enorme?) que ello conlleva. También a la RV en general.
Escepticismo sistémico
Aquí es donde entra en juego la humildad intelectual, expresada de la siguiente manera:
No sabemos, ni podemos saber, qué ocurrirá a ciencia cierta, salvo los costes, ni que factores no ponderables afectarán a la evolución de la economía o qué empresas concretas, países o equipo de gestores acertarán.
¿Cómo proceder?
Por lo tanto, la parte de RV de la cartera será una exposición a empresas de gran y media capitalización al menor coste posible, diversificada a los países desarrollados. Un indexado al MSCI WORLD.
La parte que no es RV dependerá. Si son aportaciones nuevas, a una cuenta corriente sin comisiones si los fondos monetarios tienen rendimientos negativos. Si es dinero viejo, que acumula plusvalías, un fondo monetario o RF ultracorto plazo de costes mínimos.
Sé como Ulises: amárrate al mástil
Y lo más importante, tener implementada una estrategia de actuación para el conjunto de la cartera en función de porcentajes de riesgo asumibles y rangos definidos que justifiquen actuaciones automatizadas y predefinidas. Aislarse del ruido, las modas y de los cantos de sirena en general.