En España hemos conseguido convertir el Mar Menor en una gigantesca sopa verde aderezada con miles de peces muertos.
En las costas andaluzas cada año se ven más medusas, por el cambio de la temperatura del agua.
Pero en España los ladrilleros insisten en seguir cargándose la costa y los espacios protegidos. Hay que cargárselo todo:
Los ecologistas denuncian la ilegalidad del proyecto, mientras que el Consistorio defiende que cumple requisitos y tendrá baja densidad de edificios
Si el macroproyecto de campo de golf y urbanización que la Junta de Andalucía intenta impulsar
en Barbate ve la luz, este municipio gaditano pasaría a triplicar todo su suelo urbano. Bajo el nombre de Següesal Golf Resort se esconde un gigante de 467 hectáreas —o 4,67 kilómetros cuadrados, más que los 4,4 de toda la extensión construida de Cádiz capital— con unos 900 apartamentos, 400 habitaciones de hotel y más de 300 viviendas que horroriza a los ecologistas y seduce al Ayuntamiento barbateño por las posibilidades económicas para un municipio con más de un 30% de paro. “No me esperaba tanta polémica, porque estamos cumpliendo la legislación”, señala el alcalde, Miguel Molina. Pero el activista de Ecologistas en Acción Juan Clavero no lo tiene tan claro: “Ese suelo es rústico y de especial protección. No se puede desclasificar de forma arbitraria”.
La inmensa promoción dista mucho de ser una ocurrencia nueva. Todavía colea desde que, en 2011, la Junta de Andalucía —entonces socialista— declarase de interés turístico el plan de la empresa Bogaris Residential 7 S. L. Sin embargo, en estos días el Següesal vuelve a enredar el debate entre detractores y defensores después de que la actual Administración andaluza —ahora del PP y Ciudadanos— la haya incorporado a su
Unidad Aceleradora de Proyectos de Interés Estratégico de Andalucía, una oficina creada para agilizar sus trámites burocráticos. La macrourbanización es una de las casi 20 iniciativas que la Consejería de Presidencia pretende asesorar y acompañar en toda la región y entre las que se encuentran un hospital y varios parques empresariales, ciudades de la justicia u hoteles. En Cádiz figura la ampliación de la refinería que Cepsa tiene en San Roque,
otro campo de golf en Castellar y el
resort barbateño. “El I+D de Cádiz parece que es chalés y campos de golf. ¿No hay nada más?”, se pregunta irónico Clavero.
Ese gran campo de golf de 18 hoyos, salpicado de viviendas, apartamentos turísticos y dos hoteles, está llamado a aterrizar en una zona a cinco kilómetros del pueblo, alejada de la costa, pero en las inmediaciones del Parque Natural de la Breña y Las Marismas. Necesitará de un plan especial para convertir la enorme porción de terreno en urbana. Molina se queja de que los ecologistas solo presenten los datos cuantitativos de superficie sin tener en cuenta que, “en construcciones, solo será una extensión de unos dos campos de futbol, algo más de tres hectáreas”. “Tiene una densidad de 1,4 viviendas por hectárea. Eso es lo que quedaría urbano, con una densidad mínima”, justifica el regidor. Pero Clavero cree que es todo es un trampantojo: “Se van a extensiones desmesuradas para que parezcan menos”.
El ecologista considera que el proyecto tiene pocos visos de ver la luz, por las supuestas irregularidades con las que va a topar en su proceso de regularización: “El Següesal jurídicamente tiene pocas salidas. Pero lo intentan porque si cuela, cuela”.
Ecologistas en Acción ya acumula 101 alegaciones contra el campo de golf y Clavero asegura que colisiona con normativas urbanísticas como el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA) por su situación próxima a un parque natural, por su mera configuración como
resort alejado del núcleo urbano de Barbate o por plantear crecimientos mayores al de su población. Sin embargo, Molina matiza que la declaración en su día como proyecto de interés turístico lo deja al margen del POTA.
El encontronazo a cuenta del Següesal oculta un debate soterrado para una ciudad de rico patrimonio natural —el 83% de su término municipal está protegido por su valor medioambiental—, pero que lleva años castigada por el paro, la pobreza y la falta de oportunidades. “Quiero invertir ese dinero [el que generará en impuestos municipales] en arreglar el pueblo”, apunta Molina, antes de enumerar la necesidad de conectar chalés irregulares a la red de alcantarillado, la obligación de convertir la depuradora de agua de ciclo secundario a terciario. Todas esas carencias se topan con una realidad de falta de recursos histórica. “Debíamos 63 millones de euros a la Seguridad Social y Hacienda. Eso es el triple del presupuesto municipal que en 40 años nunca se ha pagado. Era una pelota constante que ahora hemos arreglado con un préstamo a interés cero”, ejemplifica el alcalde. A eso suman el eterno problema social de la reconversión pesquera de 1996, que dejó a más de 3.000 desempleados estructurales en una ciudad que lleva años intentando cambiar su sino con el turismo.
Clavero conoce, apoya y da la razón al regidor en todos esos problemas, pero aboga por otra salida: “El debate no está en que Barbate necesite hoteles, sino dónde”. El activista apuesta por impulsar proyectos en áreas urbanas o lindantes con ellas, como la ribera del río o las inmediaciones del puerto para crear zonas turísticas que generen empleo. “El que va a un resort no va a pisar el pueblo. Nosotros entendemos la situación del Ayuntamiento, pero ellos tienen que ver que deben tener miras de más de cuatro años. No pueden estar con el victimismo eterno de no tener nada, cuando tienen oportunidades”, zanja el ecologista.