Es evidente que el teletrabajo va a quedarse, aunque no sea de forma tan intensa como en el confinamiento.
Pero la gente tiene que vivir en algún sitio, y no por teletrabajar se va a ir a vivir a un pueblo del monte.
Habrá algunos que si, pero no creo que sea la gran mayoría. Creo que estamos dejando de lado la parte sentimental, que también pesa.
Hay muchas personas a las que le tira quedarse en la zona donde han vivido. Hay a quien le gusta donde vive y no quieren irse muy lejos.
Conozco un caso de un amigo de mi hijo que se ha independizado en este mes. Entre un piso en el centro por 1000 euros y otro a 20km por 750, ha elegido el piso en el centro.
Otro caso, yo anunciaba un alquiler y me llamó una mujer que estaba buscando vivienda por la zona. No encontraba lo que ella podía pagar pero irse al pueblo de al lado, que es bastante más barato, decía que era el último recurso porque no le gustaba nada.
Y Otro caso más, anuncié una habitación en alquiler, y no tenía muchas llamadas porque resultaba un poco cara, si bien no es cara para las características que tiene.
Finalmente me llamó una chica joven, 23 años.
Me sorprendió su argumento. Decía que había visto otras cosas más baratas, pero que no se fiaba de lo barato, porque podía ser peor vivienda, o peores compañeros de casa. Y que prefería pagar más pero estar a gusto. Y de hecho se quedó con la habitación aunque se la tuve que rebajar un poco.
Es decir, que mientras uno pueda pagar sin agobio, todos tendemos a elegir aquello que más nos gusta, sea en vivienda o en lo que sea.
Por lo tanto, el mercado inmobiliario va a seguir estando. Somos muchos millones de personas, y hay gente para vivir en el centro y en las afueras, en sitios caros y en baratos, en mini pisos y en grandes chalets.
Los precios se irán ajustando a cada época de la vida, pero no creo que sea un mercado en extinción.