Tal como indica “Why so serious”, no se puede confundir la tesorería con la rentabilidad, es decir por un lado es más que probable que el 100% de los ingresos deban destinarse al pago de la hipoteca, pero hay que considerar que uno habrá comprado la vivienda a préstamos, por decirlo de algún modo, si el banco ha financiado el 80% de la misma, a tales efectos, el 80% de la vivienda es del banco, con lo que con los ingresos de alquiler se está devolviendo dinero al banco, y el porcentaje de propiedad que se va asumiendo de la misma va aumentando, hasta que llega a un punto en que el banco no tiene un euro ahí.
Con lo cual, el gasto real son los intereses, nunca el capital que se devuelve, porque se está pagando una deuda, o si quieres la casa que se compró con dinero de tercero (del banco).
Hoy por hoy, tener propiedades alquiladas puede ser muy rentable, siempre y cuando uno elija bien la localidad, dentro de la misma la zona, y obviamente los inquilinos.
Por ejemplo tener propiedades en l’Eixample de Barcelona, el barri de Gràcia, Les Corts o sus zonas equivalentes en Madrid, Sevilla, Zaragoza, Valencia. O también en la mayoría de localizados con universidad y fincas en zonas más menos cercanas, es garantía de alquiler constante, y no hace falta cometer ilegalidades, como alquilar turístico sin licencia, que claro será más rentable, y ello es un motivo de la ausencia de oferta, no obstante las ilegalidades las suele cargar el diablo.
Es que incluso es más caro alquilar que la compra de la vivienda, el problema es que para comprar, uno precisa de un ahorro mínimo de 33-35% del coste de dicha compra, es decir, para una finca de 150.000 €, o se tiene ahorrado más de 52.000 € (el 20% de “entrada” más aproximadamente un 15% de impuestos y gastos) o no hay manera de conseguir una hipoteca bancaria, con lo cual hay mucha gente joven, normalmente, que disponiendo de ingresos mensuales suficientes para el pago de una hipoteca, no pueden acceder, por falta de ahorro o ayuda familiar.
En lo del ejemplo de Barcelona, insisto en lo de las zonas, igual que lo haría para los mercados de Valencia, Santiago de Compostela, o cualquier sitio (de conocerlo al detalle), una finca en L’Eixample, Les Corts o Barri de Gràcia, se alquila casi “con la boina”, pero si por precio nos vamos a comprar a Ciutat Meridiana o Torre Baró, las cosas cambian de manera radical, los precios para empezar, que no tienen nada que ver, y los inquilinos potenciales no se parecen en nada, ni siquiera en número de posibilidades reales.