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Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

266 respuestas
Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.
Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.
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#121

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

No es que luchara con la república, eso es un poco light. Lo cierto es que defendió la República con toda lealtad. Y, por si quedara alguna duda, hace poco reiteró su republicanismo.

El silencio es hermoso cuando no es impuesto.

#122

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

que razon tienes de todas formas los respetaremos como buenos democratas je je saludos

#123

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

No creo que ERC esté para esas cosas...!

(Solfam no se entera mucho de la parte noreste del Imperio).

#124

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

conozco bastante bien el noreste de españa de hecho iba todos los años alli...saludos

#125

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

Ya!, y yo leia libros de astronomia, pero no me preguntes por donde anda Plutón!.

#126

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

jaumes he estado durante muchos años a gerona sobre todo a la zona de SÄgaro y he vivido algo mas de un año en barcelona (en el año 1987-1988

#127

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

Eso no es ninguna garantia para que entiendas la Catalunya de 30 años más tarde. Algo a cambiado, de verdad!, incluso en la elitista zona de S'Agaró.

Llevábamos pocos años de democrácia y se confiaba mucho en que España podia cambiar y ser un país moderno, democrático y respetuoso con su propia diversidad..., pero el tiempo nos ha desmentido...!

#128

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

Yo diría que no sabe lo que son los puntos cardinales. No sólo falla en el noreste.

El silencio es hermoso cuando no es impuesto.

#129

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

jaumes vivi en barcelona hace casi 30 años pero he ido hasta hace dos varias veces al año a gerona el mes de septiembre la diada incluida y a barcelona por negocios dos o tres veces al año...y como te comente tengo familia que vive en barcelona

#130

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

Pasado el «shock de ingobernabilidad» que paralizó a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez en la noche electoral, se impone ahora hallar la esquiva fórmula con la que resolver el jeroglífico más complejo de nuestra democracia. España tiene poco menos de tres meses para corregir la percepción de bloqueo institucional, inestabilidad política e incertidumbre económica. Iba a ser la «legislatura de los pactos», pero nadie pensaba en el único que, de facto, cuadraría numéricamente para evitar la repetición de las elecciones generales: una gran coalición PP-PSOE a la que podría sumarse Ciudadanos… Sin embargo, es muy poco factible. De hecho, hay diez claves que alumbran caminos en otra dirección:

1.- Tres salidas a la crisis. Las opciones para resolver la nueva legislatura son variadas, pero objetivamente el Gobierno de España solo podría ser presidido por Mariano Rajoy o Pedro Sánchez. La teoría de la «gran coalición» se antoja imposible salvo que la presión política –y del IBEX- sobre el secretario general socialista le obligue a rectificar su inicial pretensión de pactar con Podemos, ERC y quien sea necesario para garantizarse la investidura. Algo está alterando los planes iniciales de Sánchez, que en la noche del 20 de diciembre se veía presidente pese a obtener los peores datos del PSOE en su historia: 90 escaños y un triunfo solo en 6 de 52 circunscripciones.

La segunda teoría, la del gobierno en minoría, es la más factible. Rajoy va a intentarlo por todos los medios, con la abstención del PSOE en segunda instancia, y el apoyo de Ciudadanos. Hoy el rechazo de Pedro Sánchez es absoluto por miedo a perder aún más de sus cinco millones de votantes, y a que se le considere un «traidor» a la causa del socialismo permitiendo una renovación de la derecha en el poder. Pero dos meses de presión no son fáciles de soportar, y múltiples barones abogan por un PSOE en la oposición. Rajoy tiene la iniciativa y Sánchez, la llave.

La tercera teoría es la repetición de elecciones. Salvo un caos absoluto y una ruptura total de cualquier vía de diálogo, está casi descartada. Sería una medida desesperada con un pésimo mensaje a los mercados: España es rehén de un bloqueo político y social que lastrará su recuperación.

2.- Atmósfera de Pacto de Estado. En la noche del 20-D apenas se habló de un pacto de Estado PP-PSOE. Las calculadoras solo sumaban escaños para descubrir alianzas factibles. Muchos analistas dieron por hecho un Gobierno PSOE-Podemos, unido al voto de otros partidos de extrema izquierda favorables al «cordón sanitario» contra el PP y un único punto en el orden del día de la negociación: expulsar a la derecha. Sin embargo, en la mañana del lunes algo cambió. Sánchez desapareció del mapa y permitió a Podemos tomar la iniciativa e imponer condiciones de una reforma constitucional imposible para avalar el derecho a decidir. El PSOE empezó a asumir que gobernar de la mano de Podemos, pese a las ansias de Sánchez por presidir el Ejecutivo, era un error. «Susto o muerte», lo definió un dirigente socialista, para definir la alambicada decisión que debe tomar Sánchez. Ser rehén de Podemos y sus exigencias, o avalar a Rajoy.

Haya o no «pacto de Estado», el aglutinante será el «factor España». ¿La «nueva Transición» será la guiada por una suerte de Pactos de la Moncloa, o la coordinada por un populismo extremista? Sánchez deberá aclarar si quiere ser Hollande, que ha sacrificado regiones de la izquierda a favor de la derecha de Sarkozy, para evitar el avance de la extrema derecha; si quiere ser como el líder socialista alemán, que allanó el gobierno de Merkel; o si quiere emular a los líderes socialistas griegos, que finalmente han sido fagocitados por Tsipras. Es lo que observa Europa con inquietud, aún en la conciencia de que una decisión tan criticada a Rajoy en su día, como haber aprobado los Presupuestos de 2016, resulta ahora ser una tabla de salvación.

3.- La llave de Podemos. Probablemente Pablo Iglesias sea el líder más interesado en que se celebren nuevas elecciones porque se ve en condiciones de «enterrar» al PSOE. Por eso impone condiciones no asumibles para los socialistas, como la convocatoria de un referéndum en Cataluña, la regulación del derecho a decidir, o la inclusión, a lo «chavista», de un instrumento que permita revocar los poderes de un gobierno legítimo a mitad de legislatura. Iglesias ha sustituido su «socialismo soft» de campaña por su «constitución bolivariana 3.0». Aun suponiendo que Pedro Sánchez decidiese aceptar los votos de Podemos y pactar la legislatura, la decisión final está en Iglesias, a quien tácticamente le interesa figurar ya como la segunda fuerza política más votada en España. Visto lo visto –Cataluña, País Vasco, debacle absoluta del PSOE en Madrid (cuarto)…– es factible. Iglesias quiere gobernar, no ser un «segundón» de Sánchez en un escaño rojo.

4.- Bloques constitucionales, no ideológicos. La resolución de la investidura pasará sin duda por bloques de adehesión/descuelgue de la Constitución, y no tanto por consideraciones ideológicas derecha/izquierda. Podemos ya ha mostrado sus cartas, y la Constitución de 1978 no le sirve. Arrastrar al PSOE hacia sus tesis es una opción. Pero barones del socialismo como Susana Díaz, García Page o Fernández Vara, y «factótums» influyentes como Felipe González o Pérez Rubalcaba, lo descartan. Hoy, el respeto al marco constitucional, con sus matices y diferencias, solo lo representan PP, PSOE y Ciudadanos. Es la baza de Rajoy: no poner a Sánchez en la tesitura de si a España le conviene una dicotomía izquierda/derecha, sino exigirle que se retrate en el respeto, o no, a la Constitución vigente para salvar los muebles de un Parlamento imposible.

5.- Ciudadanos, un coágulo para la gobernabilidad. El partido de Albert Rivera ha obtenido 3,5 millones de votos, todos ellos «sustraídos» al PP. Sin embargo, sus 40 escaños son casi irrelevantes porque no condicionarán nada. Difícilmente Rivera puede ocultar su decepción y la asunción de varios errores graves en campaña, en especial permitir el sobredimensionamiento mediático de su partido. Y creerse que la «sondeocracia» (bautizada así por el profesor Javier Redondo) sería suficiente para ser segundo. Muchos de los que ayer eran fervientes partidarios de Rivera, hoy despotrican de él.

Ciudadanos ha sido un coágulo para el PP. La mayoría suficiente que a priori iba a conformar con el PP no ha sido tal. El caso de Huelva es significativo. Siempre hubo 3+2 escaños a favor de PP o PSOE. En esta ocasión, iba a ser 2+2+1, incluyéndose Ciudadanos. No ha sido así, porque el escaño fue para Podemos, con una diferencia de 8.000 votos sobre el partido de Rivera. La conclusión es que 30.709 votos de Ciudadanos –del centro-derecha- sirvieron en realidad para que Iglesias ganase un escaño. Esta misma operación se produjo en numerosas provincias, donde la ley electoral perjudicó a Ciudadanos. El PP fracasó en su llamamiento al «voto útil», y tampoco Rivera obtuvo rédito.

6.- ¿A quién le interesan nuevas elecciones y a quién no? Sin duda, le interesarían a Podemos, y en última instancia, al PP. Desde luego, no al PSOE ni a Ciudadanos, ambos en tendencia «depresivo-descendente». El escarmiento que hasta 3,5 millones de antiguos votantes del PP han dado a Rajoy no se ha fraguado en un éxito real de Rivera. Este fenómeno probablemente le penalice en el futuro, y el voto útil del centro-derecha se reactivaría a favor del PP. Pablo Iglesias, por su parte, está eufórico. En la práctica sería el gran beneficiado de la izquierda en unos nuevos comicios. Y ya no cometería el error de prescindir de hasta 900.000 votos de Izquierda Unida, para solo dos pírricos escaños. Unidos habrían obtenido hasta 13 más.

7.- Un gobierno corto. La premisa de que la legislatura aguante cuatro años apenas es manejada por nadie. Si la opción probable de un gobierno en minoría de Rajoy sale adelante, lo hará condicionado a no prolongarlo mucho más de un año. A lo sumo, dos. Son cálculos que se hacen varios pesos pesados del propio equipo de Rajoy. Sería un escenario de «supervivencia» para consolidar la recuperación, reorganizar al bipartidismo en sus respectivos cuarteles de invierno, probablemente modificar la ley electoral, desgastar al máximo al populismo emergente… y convocar nuevas elecciones en 2017.

8.- Triunfo del extremismo. Uno de cada tres votantes en España ha optado por partidos antisistema, anarquistas, de extrema izquierda, comunistas, anticonstitucionales, anticapitalistas o independentistas. Es un dato objetivo. Casi el 30 por ciento del electorado nacional comparte tesis favorables a una refundación drástica de nuestro sistema político. Al bipartidismo no le valdrá solo con tomar nota. Los avisos de Podemos en Cataluña o el País Vasco, donde habrá elecciones en breve, no han caído en saco roto, y están alarmando en Génova y Ferraz.

9.- Transición de liderazgos. Haya repetición de elecciones en 2016 con un Gobierno en funciones de hasta seis meses, o haya un pacto de supervivencia para convocar comicios en dos años, la pregunta en el PSOE es si con nuevas elecciones, su cabeza de lista sería o no Pedro Sánchez. Lo mismo ocurriría con Rajoy. Si finalmente se resuelve el sudoku de una gobernabilidad de mínimos de aquí a marzo, la siguiente fase será probablemente el debate interno en ambos partidos sobre la continuidad de sus líderes. ¿Por qué si no se ha descolgado Sánchez con un aviso de que se presentará a la reelección como secretario general del PSOE ocurra lo que ocurra? ¿Por qué si no, Aznar ha abierto en canal el debate sucesorio en el PP? ¿Por qué si no, Rajoy ha anunciado que tiene «fuerzas» para seguir? En el fondo, PP y PSOE dan por hecho que se superará este trance… y que la verdadera batalla será en otras elecciones.

10.- Revisión de la Ley D´Hondt… O segunda vuelta. Víctima de sus propios errores, el bipartidismo asume estar en un declive imparable. La revisión del modelo electoral estará probablemente en la agenda de los partidos. Y no es tanto por el oportunismo de partidos que ahora pierden cuota de poder frente a Podemos, por ejemplo, como por una cruda realidad: esta ley ofrece ahora pocas soluciones frente al bloqueo y la ingobernabilidad. Son amenazas ciertas que antes no se habían producido. Las alianzas imaginativas, o la «geometría variable», pueden no ser ya soluciones factibles, frente a las facilidades que ofrecen el sistema mayoritario, o la segunda vuelta en determinados comicios, por ejemplo.

#131

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

Iglesias no reunciará al referéndum y compara al PSOE con la "caverna mediática"

#132

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

No hay mayoría absoluta, no hay siquiera un partido con una mayoría decisiva, y todos aquellos que radicaron los grandes males de España en el predominio de los dos grandes partidos deberían estar francamente satisfechos. Porque si el bipartidismo era el problema, la dimensión de ese problema se ha reducido. En realidad, los enemigos del bipartidismo PP-PSOE sólo podrán quejarse de que no haya salido de las urnas un bipartidismo alternativo. Y, sin embargo, a la luz de las corrientes de opinión que fluyen estos días, resulta que la buena nueva no lo es tanto. Así, no son pocos los hastiados de bipartidismo que propugnan que el bipartidismo, el de siempre, forme gobierno.

Yo entiendo, por ejemplo, que Vargas Llosa esté a favor de la gran coalición. Para él, el período en el que el PP y el PSOE se alternaron en el poder ha sido "uno de los mejores de la historia española". El escritor no cree que ese bipartidismo, pese a sus lacras, fuera el peor de los mundos políticos posibles, y plantea corregirlo con la incorporación de Ciudadanos. No hay incongruencia en su propuesta, aunque la propuesta sea discutible. Pero si uno ha sostenido hasta ahora que el PPSOE era el mal elevado al cuadrado, ¿cómo puede mantener que deben coaligarse en un gobierno?

Tal vez la fragmentación parece a simple vista un caos inmanejable y la coalición entre los dos grandes partidos se presenta como un seguro de orden y estabilidad. Y, sí, seguramente sería eso. Pero poco más. La gran coalición sólo puede ser una fórmula transitoria. Un parche para salir del paso. Y conste que yo no tengo nada en contra de los parches; todo lo contrario. Pero la idea de que la gran coalición es algo así como la gran solución (a los grandes problemas de España) no la compro. Primero, porque no hay grandes soluciones definitivas a los problemas. Después, porque un gobierno de los principales partidos de derechas y de izquierdas suele basarse en un acuerdo de mínimos.

Estamos todavía en los aperitivos del bufé multipartidista, y ya hay sensación de vértigo. Pero ¿no deseaban tantos el fin del bipartidismo? ¿No se quería que hubiera alternativa o, al menos, contrapesos a los dos grandes partidos? Me temo que en cualquier momento alguien va a salir, como Ortega, proclamando "No es esto, no es esto". Bueno, pues sí lo es. La fragmentación era esto. No será la ideal, pero es la real. Quien esperase que el desgaste de los dos grandes partidos lo capitalizaran los más moderados, en lugar de los más populistas, ha vivido estos años en otra galaxia. Y huelga decir quién sería el principal beneficiario de que se diluyera, en una gran PPSOE, el eje izquierda-derecha.

#133

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

ya tiene el PP 122 y el PSOE 89...uffffffff

#134

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

Los partidos se preparan ya para elecciones en mayo
Carmen Morodo. Madrid. 109

El Gobierno sólo tendría que aprobar una modificación presupuestaria para poder afrontar el gasto extraordinario. Los partidos mantendrán activa su movilización territorial para que la maquinaria electoral no se desengrase

#135

Re: Elecciones del 20D. Nos jugamos mucho.

Vaya novedad. Eso ya se dijo, en el foro, al día siguiente de las elecciones.

El silencio es hermoso cuando no es impuesto.

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