En el PSOE velan armas. Lejos de haberse apaciguado tras la última reunión del Comité Federal, el malestar se larva por dentro. Y estallará. PSOE histórico frente a PSOE de nueva horma. Los que mantienen que «ni las matemáticas ni los principios permiten un Gobierno pentapartito» y los que enarbolan, con el secretario general al frente, que es posible encabezar una «alternativa de izquierdas y de progreso».Los primeros acumulan fuerza. Entre ellos se cuentan un buen número de referentes del socialismo, los barones y las federaciones más potentes, incluida Andalucía y su lideresa, Susana Díaz, a quien auparán sin titubeos en cuanto dé el paso definitivo a lo más alto del partido. En este bando crítico contra la actual dirección, cuando se pregunta «¿hacia dónde va el PSOE?», la respuesta es unánime: hacia nuevas elecciones.No ven otra salida. Las otras opciones que existen son, en su opinión, imposibles. Aseguran estar dispuestos a impedir la «ensoñación» de Pedro Sánchez intentando encabezar un Gobierno de «batiburrillo» con cinco fuerzas políticas que «sólo conduciría a la disolución del PSOE». «Ese Gobierno no se va a hacer», aseguran los interlocutores de EL MUNDO.Estas fuentes lamentan la actitud del secretario general, al que ven «enrocado en su intento de mantenerse a costa de lo que sea, incluso a riesgo de que se rompa el partido». Descartan también la posibilidad de pactar con el PP. Para algunos, habría sido posible sólo con la condición de acordar una legislatura muy breve, de un año, con el fin de abrir la ponencia de reforma constitucional y plantar cara de forma definitiva al desafío secesionista catalán. Esta opción, sin embargo la dan ya por olvidada. No al menos con el conflicto orgánico que tienen planteado sangrando.«Los ciudadanos no nos entenderían. El lío es tan grande que ni siquiera hay espacio para un debate coherente; no podríamos explicar a los votantes que, por encima de todo, el PSOE debe mantener sus señas de identidad. Somos un partido constitucional y nacional y renunciar a eso implicaría convertirnos en algo distinto al PSOE», asegura un ex ministro, para quien, a estas alturas, todas las puertas están cerradas salvo para la repetición de los comicios.«La lucha del PSOE es muy de fondo y se está dando la batalla justo cuando se debe, cuando hemos visto que existe la tentación cierta de gobernar a cualquier precio», explica una de las fuentes, ex miembro de sucesivas ejecutivas e integrante del Comité Federal. El 'momento' de Susana DíazLas nuevas elecciones según sus cálculos, serían a finales de mayo o principios de junio, lo que permitiría, dicen, celebrar el congreso del partido a finales de marzo o principios de abril y acudir a las urnas con Susana Díaz de candidata. «Éste es ya su momento», insisten.Todas las fuentes coinciden en calificar de «pésimos» los resultados del 20-D. «El drama radica», como explica uno de los consultados, «en que hemos quedado situados en el centro de la decisión pero en la periferia del poder, y algunos se resisten a verlo».«Con 90 diputados y un 21% del voto no podemos hacer un gobierno. No aguantaríamos ni dos meses discutiendo cada palabra con Podemos, las Mareas, ERC... Sería imposible negociar, por ejemplo, una reforma laboral con quien no compartes lo básico, que es un proyecto de Estado», añade.«Estamos enfocando mal la situación», opina otra fuente, que añade que «en el nuevo Congreso hay 179 diputados de derechas. No podemos sumar al PNV y a los antiguos miembros de CiU como representantes de la izquierda, y mucho menos radical. Pedro Sánchez no podría en ningún caso gobernar». Abocados a las urnasPara todos los interlocutores de este periódico es imprescindible respetar los tiempos y dejar que Mariano Rajoy intente conformar su mayoría. Se trata de una cuestión formal, porque admiten que los socialistas no permitirán con su abstención la investidura y, a partir de ahí, todo abocará a las urnas. La posibilidad de forjar una alianza con Podemos sólo pasa por la renuncia expresa y definitiva de la formación morada al referéndum de autodeterminación en Cataluña, y nadie lo ve factible.«Nos arrastraríamos ante Podemos y sólo para acabar hechos jirones», sentencia una de las voces críticas, para quien es imprescindible que el PSOE, con un nuevo liderazgo, «pase a la ofensiva, marcando su espacio como alternativa. La gente no nos puede percibir con miedo».La frustración está instalada en estos círculos que, en la pasada primavera, todavía veían una posibilidad de victoria para el PSOE. Esperanza que empezó a flaquear tras las municipales y el golpe de mano de la dirección federal en el socialismo madrileño, y que decayó definitivamente con la elaboración de las listas para las generales. La inclusión en puestos privilegiados de Irene Lozano y Zaida Cantera es una píldora que el socialismo de siempre no ha conseguido tragar. Desde «cacicada» a «capricho» o «insulto»: hay calificativos para todos los gustos.En el PSOE siempre hay lucha de poder. Todos lo saben. Pero nunca tan desgarradora como ahora. Con el peor resultado de su historia, la duda para muchos se ha desvanecido: «Al final, conseguimos que no funcionaran los vasos comunicantes entre PP y PSOE. La dirección no supo hacer una campaña con una estrategia definida y se limitó a celebrar una sucesión de actos electorales sin hilo. Perdieron todas las oportunidades. El candidato no ha convencido, la gente no le ha creído. Necesitamos otro líder», zanjan.