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España país de pandereta y genocidio

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España país de pandereta y genocidio
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España país de pandereta y genocidio
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#1218

Re: España país de pandereta y genocidio

Ha fallecido un psicopata franquista al sevicio de la transicion trampa. José Luis Espinosa Pardo, conocido como el ‘topo de Torreagüera', este murciano de mil caras fue uno de los espías y confidentes más importantes de los servicios secretos durante la Transición trampa al servicio de Martin Villa, cerebro gris de la operaión. Espinosa falleció hace una semana en Murcia en la indigencia y su familia ha tenido que recurrir a una colecta para reunir el dinero necesario para enterrarlo.Roma no poaga a traidores. Siempre les decía a sus familiares más cercanos que tenía una caja fuerte en Suiza con una documentación que valía millones de euros, pero que él no podía ir a recogerla porque si aparecía por allí lo mataban, pero lo único cierto es que sobrevivía con una pensión de 600 euros al mes en un piso prestado de un barrio de Murcia. Espinosa fue un personaje clave de las cloacas de la Transición trampa y confidente en los asuntos más turbios de Interior. Sabía mucho de personalidades falsas y de secretos de Estado. Trabajó con alias como ‘Gustavo', ‘Alberto', ‘Juan Sánchez’ y ‘Ahmed' como confidente de la Policía, al servicio directo del comisario Roberto Conesa,( jefe de la Brigada Político-Social), se infiltró en el PCE,después fue delegado murciano en el congreso del PSOE de Suresnes, secretario general de UGT en Murcia, y un ‘topo' de los servicios secretos en los Grapo y el FRAP, como tal, participó en 1978 en el asesinato frustrado en Argel de Antonio Cubillo, el líder independentista de Canarias, al que asestó varias puñaladas y dio por muerto. Espinosa declaró en el juicio que el asesinato de Cubillo se lo ordenó planear el Ministerio del Interior, bajo el mandato de Rodolfo Martín Villa. Así se hizo la transión trampa. Por Murcia corre otro asesino a sueldo de Martin Villa, apodado "Gambin" que organizo la quema del local "Scala" de Barcelona donde murieron cuatro trabajdores y que sirvio a Martin Villa como pretexto para desarticular la CNT,en pleno crecimiento en la transicion trampa, el año 1978, el de la Constitucion.

#1219

Re: España país de pandereta y genocidio

Lo más inaudito del auto judicial que ha llevado a la cárcel a siete jóvenes altsasuarras es acusarles de crear un «clima» entre los ciudadanos para evitar que entablen vínculos afectivos con la Guardia Civil. Viene a decir que, si no fuera por los abertzales, los guardias serían miembros de las peñas y sociedades gastronómicas, potearían con cualquier cuadrilla, ligarían con las neskas vestidos de uniforme y vivirían en casas como los demás vecinos y no en ghettos. La cosa sin embargo, no es tan simple.

La llegada de la Guardia Civil al País de los Fueros no pudo ser más desdichada: vino de la mano del centralismo como instrumento de cohesión y control del Estado liberal. Eso le puso desde el primer momento en guerra abierta contra las cuatro provincias y en permanente hostilidad. Ya en 1844, año de su fundación, el Cuerpo reconocía «lo difícil que es llenar el Tercio del 10º distrito con licenciados del País». El distrito y el país al que se refería no era otro que las cuatro provincias vasconavarras. Mark Kurlansky escribió que desde su fundación, «la Guardia Civil se convirtió, y lo ha continuado siendo, en el factor más irritante en las relaciones entre vascos y españoles». Hoy día sigue siendo algo extraordinario la presencia de vascos en el Cuerpo: hasta la derecha navarra más españolista, prefiere a sus hijos en la lista del paro que en la Benemérita. En el fondo, los políticos del PSOE o UPN son quienes peor les tratan: los aplauden y jalean por interés, pero luego no van con ellos ni a jugar al mus; jamás les brindan su amistad, ni su txoko, ni su casa. Ajenos al país, encerrados en sus cuarteles y sin integración social, son el paradigma del ocupante.

Resulta peculiar que su fundador, Francisco de Girón y Ezpeleta, naciera en Pamplona, del cruce de un militar acantonado y una indígena euskaldun. «Cuando llegué a Madrid –escribió– no entendía una sola palabra de castellano, y no perdono a mi madre que me dejase olvidar el vascuence, mi lengua nativa, que muy poco me hubiera costado el conservar sabiéndolo muy bien mi madre y toda mi familia materna, pero el deseo de que yo hablase pronto y bien el castellano la llevó a este descuido, si así puede llamarse, que toda mi vida he sentido». El gorro de charol no llegó a casar con el vascuence.

Su repaso histórico es estremecedor. La defensa del orden central exigió primero la represión de las rebeliones carlistas, multas, destierros, deportaciones. Con la abolición foral, se dedicó a la persecución de los prófugos y del contrabando, consecuencias de la imposición de las quintas y de las nuevas fronteras. No es casualidad que el primer guardia muerto en Navarra fuese en un levantamiento de mozos que no querían sortearse. Fue en Tafalla, en 1846. Su tarea más importante fue la defensa de la nueva propiedad privada, en manos de los ricos liberales tras las forzadas enajenaciones de los bienes comunales. En muchos casos, la Casa Cuartel se construía paredaña a la del propietario, incluso, como en Sartaguda en la Casa del Infantado, con garitas de vigilancia comunes. Los paisanos que pedían tierra fueron cruelmente tratados. Los enfrentamientos del siglo XIX continuaron el siguiente: en 1914 mataron a tres jornaleros en Olite; en 1918 otros cuatro en Miranda. Los ricos, asustados, exigían más y más cuarteles. Una característica se adhiere a la historia del Cuerpo como el gorro de charol: la impunidad.

Con la llegada de la II República arreciaron las voces exigiendo su disolución. Los guardias siguieron disparando y matando paisanos indefensos: Alsasua, Villafranca, Cadreita o Roncal, por citar solamente el caso navarro. No eran abertzales de Alsasua sino ugetistas de la Ribera los que cantaban la jota: «Ya no se llaman civiles / los del gorro atravesado / que se llaman asesinos / del trabajador honrado.»

Cuando llega el golpe militar de 1936 la Guardia Civil adquiere en Navarra un protagonismo estremecedor. Tres mil fusilados salpican mucha sangre. Pasaron a la leyenda el sargento «Terror» en Lodosa; el brigada «Serafín» en Villafranca; el cabo Escalera en Peralta; el «Sargento» en Mendavia; el comandante de puesto «Rufino» en Buñuel; el «Teniente» en Baztan… Impunidad absoluta

Donde pudieron, los vascos se quitaron de encima este lastre histórico: nada más ser elegido lehendakari del nuevo Gobierno Vasco, Jose Antonio Aguirre disolvió la Guardia Civil. En un país liberado, no cabía la Benemérita.

Luego, hablar del franquismo fue hablar de la Guardia Civil. Entre los opositores al régimen, el regreso de la democracia no se entendía sin la abolición de ambos. García Lorca nos lo recordaba continuamente. Pero la Transición, como en tantas cosas, no tuvo bemoles. Sólo en tres provincias se consiguió un discreto repliegue a favor de la Ertzantza.

La historia posterior es conocida. Apenas aprobada la nueva Constitución, unos guardias ebrios mataron a dos jóvenes en la sala de fiestas Bordatxo en Doneztebe. Fueron absueltos. La impunidad iniciaba una nueva etapa. El «Terror» de Lodosa se iba a llamar ahora Galindo, Intxaurrondo… En Navarra, tras el asesinato en Tudela de Gladys del Estal, casi un centenar de ayuntamientos democráticos solicitaron su retirada y su sustitución por la Policía Foral. Hasta Víctor Manuel Arbeloa se lo decía: «Señores guardias civiles / dejen en paz sus fusiles». Luego vino la Foz de Lumbier, Lasa y Zabala, Mikel Zabalza... Todo impune.

Si los vasconavarros fueran consultados directamente en las urnas sobre mantener las Casas Cuartel o sustituirlas por una policía foral, no habría una sola aldea que lo dudase. La permanencia de la Guardia Civil está totalmente ligada a esa ausencia del derecho a decidir. A la falta de respeto democrático. A la falta de soberanía. Fueros, autonomía o nacionalidades fueron, y son, sus principales enemigos. Y especialmente los gobiernos, como el de Navarra, que reclaman esos derechos. La provocación de Altsasu tiene una carga desestabilizadora evidente.

Las alegorías del siglo XIX pintaban a la Guardia Civil como un pulpo, con la cabeza en Madrid y los tentáculos hacia la periferia. El pulpo ha conseguido mantenernos atrapados a España, pero es evidente que no ha logrado ni hacernos españoles ni amar el cefalópodo. Este sábado en Altsasu volverá a demostrarse.

(Publicado en Gara por Jose Mari Esparza Zabalegi)

#1220

Re: España país de pandereta y genocidio

Los extranjeros sois como niños. Si no os gusta nuestro país pues iros al vuestro. Mira que es fácil.

#1221

Re: España país de pandereta y genocidio

Jauja Herria se llama no?

#1222

Re: España país de pandereta y genocidio

Aunque eso que se llama izquierda o progresismo se empeñe en levantar su edificio ideológico de espaldas a la realidad, ésta siempre acaba imponiéndose. Por eso el modelo socialista se derrumbó solo: pues su rechazo a la natural aspiración del hombre a disfrutar del resultado de su trabajo sólo podía conducir al fracaso. Aunque a regañadientes, a la izquierda sensata no le ha quedado más remedio que renunciar a cambiar el modelo económico capitalista, que se ha demostrado muy superior al paraíso proletario para procurar el bienestar a la gran mayoría de la población.

Pero a lo que no ha renunciado la izquierda es a cambiar la sociedad, siempre atrasada en su incompleto camino desde la reaccionaria realidad hacia la utopía progresista. Y la clave para conseguirlo se encuentra en ese infinito afán de igualdad que sólo puede surgir del resentimiento. El capaz, el esforzado, el exitoso, no tendrá el menor interés en reclamar mayores dosis de igualdad obligatoria para que cualquiera menos capaz, menos esforzado, menos exitoso alcance los mismos resultados que él.

Para conseguir ese estado de igualdad ya no sirven las revoluciones, ni la dictadura del proletariado, ni ninguno de esos cantos de sirena que anegaron el mundo en sangre. La herramienta actual, de mortífera eficacia, es eso que se llama corrección política, que esconde bajo una superficie casi anecdótica una firme voluntad de cambiar la sociedad mediante la mutación del pensamiento, el comportamiento, la percepción y hasta el modo de hablar. Pues si hay que acabar con cualquier diferencia, hay que empezar por impedir que pueda expresarse con palabras inadecuadas.

La ortodoxia marxista estableció que la propiedad es un robo y fuente de toda desigualdad. Por eso había que expropiarla para ponerla en manos de todos, es decir, del Estado. Todos debían ser iguales, tener la misma consideración, ganar lo mismo y poseer lo mismo. De igual modo, la corrección política –concepto, por cierto, nacido hace un siglo entre comunistas para designar la línea oficial del partido– persigue expropiar las diversas facultades de cada uno para repartirlas entre los que las tengan menores y así conseguir que todos seamos iguales. Los distintos logros y capacidades de cada persona han de ser puestos en segundo plano, tras las cuotas por raza, sexo (perdón, género), religión, orientación sexual o lo que sea. Un ejemplo reciente de esta desquiciada manera de entender la justicia fue la polvareda levantada en los últimos premios Óscar por la ausencia de nominados negros.

Los ciudadanos –ya lo avisó el benemérito Orwell– tienen que ser obligatoriamente iguales. Pero no iguales en oportunidades o ante la ley, sino iguales en condición. Y como la naturaleza se empeña en demostrar que eso es imposible, ya está el Estado para obligarla a aceptarlo. De ahí la idea de las cuotas, injusta para los no beneficiados y humillante para los beneficiados. Porque no hay mejor manera de proclamar la inferioridad de algunas personas que obligarlas a triunfar en un proceso de selección, lo que es lo mismo que admitir que, si no fuese por esa ayuda, no podrían superarlo.

Como en casi todo avance hacia la disolución, los introductores y campeones de esta bolchevique ocurrencia han sido los aparentemente conservadores pero muy revolucionarios Estados Unidos. El primero que usó el concepto affirmative action –que es el eufemismo para sustituir al más feo positive discrimination– fue Kennedy en 1961. Con ello se persiguió el en parte justo objetivo de promover social y laboralmente a personas a las que se tenía por infrarrepresentadas por pertenecer a grupos raciales, religiosos o sexuales considerados tradicionalmente oprimidos por los grupos raciales, religiosos o sexuales considerados dominantes.

Pero las consecuencias de todo ello hace ya mucho que se demostraron nefastas. Y, por cierto, han representado un papel no desdeñable en el mar de fondo que ha llevado a Trump a la presidencia tras los asfixiantemente igualitarios años obamescos, corolario del pensamiento dominante desde por lo menos los años 60. La primera de esas consecuencias consiste en la presunción de inocencia que ampara a los grupos beneficiados y la equivalente presunción de culpabilidad de los supuestamente dominantes. En USA se manifiesta, por ejemplo, en la creciente contratación por parte de empresarios de los llamados seguros procesales en previsión de posibles demandas por acoso sexual por parte de empleadas, pues, al parecer, se ha puesto de moda como medio de chantaje para obtener beneficios salariales o indemnizaciones. Pues la carga de la prueba se invierte: es el empresario, el macho dominante, el que ha de probar que no hubo acoso. En cuanto a España, además del trato discriminatorio que reciben los hombres en los procesos de divorcio, cuando a algún incauto se le ocurre mencionar lo inmencionable sobre el muy resbaladizo asunto de la llamada violencia de género, se arriesga al linchamiento.

La segunda consecuencia consiste en que, como el sistema de cuotas prevalece sobre la valía personal, la autoexigencia ha caído en picado. Se ha conseguido que no se esfuercen ni los incluidos en el grupo de los beneficiados, que conseguirán sus objetivos hagan lo que hagan, ni los incluidos en el de los no beneficiados, que no conseguirán sus objetivos hagan lo que hagan. Échese un vistazo a la enseñanza española si se desean evidencias.

Resultado final: otro paso, y de gigante, hacia el Gran Hormiguero. Mediocres, incapaces, débiles y encadenados. E iguales, muy iguales. Aunque unos más que otros.

www.jesuslainz.es

#1223

Re: España país de pandereta y genocidio

Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras.
Con el alma de charol
vienen por la carretera.
Jorobados y nocturnos,
por donde animan ordenan
silencios de goma oscura
y miedos de fina arena.
Pasan, si quieren pasar,
y ocultan en la cabeza
una vaga astronomía
de pistolas inconcretas.

El silencio es hermoso cuando no es impuesto.

#1224

Re: España país de pandereta y genocidio

Ussía visita por primera vez el lugar donde mataron a su abuelo, el dramaturgo Muñoz Seca
CULTURA / HISTORIA
Regreso a Paracuellos ochenta años después
Alfredo Semprún. Hace 1 hora 44

Más de 4.000 personas fueron asesinadas en Paracuellos del Jarama por designio del Partido Comunista, que quería limpiar la retaguardia de Madrid de enemigos de la revolución. De las cárceles fueron sacados los presos y llevados a la muerte en expediciones perfectamente organizadas. Entre ellos, Pedro Muñoz Seca, abuelo de Alfonso Ussía, dramaturgo ilustre, español cabal, que está camino de la beatificación

#1225

Re: España país de pandereta y genocidio

El invierno sangriento de 1936 del Frente Popular
En los primeros meses de la Guerra Civil española, aprovechando el desorden y el caos que se adueñaron de Madrid, se procedió a matar cientos de militares, civiles y muchachos. Varios documentan apuntan a quiénes fueron los responsables de aquellas célebres «sacas».

#1226

Re: España país de pandereta y genocidio

El 18 de octubre de 1936, el presidente de la II República española, Manuel Azaña, abandonaba Ma-drid ante las noticias de que el Ejército de África avanzaba sobre la ciudad. El 3 de noviembre, legionarios y regulares estaban en la Cuesta de Las Perdices junto a las vallas de la Casa de Campo. El 6 de noviembre, Largo Caballero y sus ministros huían convencidos de que la ciudad caería en pocas horas. En Madrid, las milicias anarquistas desfilaban gritando «¡Viva Madrid sin Gobierno!», mientras los comunistas se preparaban para tomar el poder. El general Miaja quedó encargado de la defensa de la capital. Nacía la Junta de Defensa que, contra todo pronóstico, logrará defender la ciudad hasta casi el último día de la guerra, en la primavera de 1939. El Madrid del años 1936 era una ciudad en la que primero el gobierno había perdido el control. Las milicias del Frente Popular imponían su propia ley por medio de la violencia indiscriminada. Proliferaban las «checas», cárceles privadas en las que se cometían todo tipo de tropelías y que convivían con las grandes prisiones en un ambiente de alegalidad.
Primeros «paseos»
Cuando el Ejército de África aún no amenazaba Madrid, ya se cometieron numerosos asesinatos de los madrileños que no se mostraban partidarios del Frente Popular. Tras el asesinato de los defensores del Cuartel de la Montaña comienzan las primeras sacas y paseos que se llevarán por delante la vida del diputado Melquiades Álvarez, el héroe de la aviación y falangista Ruiz de Alda y el hijo del dictador y hermano del fundador de FE de las JONS Fernando Primo de Rivera. Criminales por delitos comunes como García Atadell fundarán checas y pequeñas milicias que se dedicaran a robar y asesinar a cualquiera que pudiera proporcionales un buen botín o tenga aspecto de fascista. La llegada a los arrabales de Madrid de los militares sublevados, llevó a que el responsable como Consejero de Orden Publico de la Junta Defensa, el antiguo socialista y recién afiliado al partido comunista Santiago Carrillo y su más directo colaborador, el director general de Seguridad Segundo Serrano Poncela y el taciturno y cruel, también comunista, José Cazorla planificasen la eliminación de una enorme masa de presos políticos detenidos desde antes del 18 de julio. Coordinándose con las milicias anarquistas de Madrid llevaron adelante el asesinato, primero en las tapias del cementerio de Aravaca, luego en Torrejón de Ardoz y, finalmente, en Paracuellos del Jarama, de varios miles de españoles.
En una entrevista de 1986, citada por Paul Preston, el agente soviético en el Madrid de 1936 Grigulevich cuenta cómo estuvo al mando de una brigada a las órdenes de Carrillo. Más de 20.000 madrileños fueron asesinados en estos meses. En Paracuellos se produjo el fusilamiento de más de 4.500 hombres, de los que un 25% eran militares, entre el 50 y 60% civiles y el resto frailes y curas. Entre esos asesinatos más de 300 eran adolescentes. Entre estos muertos existen 105 beatos pendientes de su canonización por no renunciar a su fe católica. Los asesinatos fueron una operación en la que el general Miaja dejó hacer, dado que si quería defender Madrid no podía enfrentarse a comunistas y anarquistas. El historiador Jorge Martínez Reverte ha encontrado las actas de una reunión entre el Partido Comunista y los responsables de las milicias anarquistas en la que se acuerda el modo de realizar las «sacas» y el traslado hasta Paracuellos de presos. Las actas van firmadas por Ricardo Amor Nuño, uno de los anarquistas más importantes de Madrid. En ellas se cuenta cómo se acordó que los comunistas sacasen a los presos de las grandes cárceles y que los anarquistas facilitarían el viaje.
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Todo esto ocurría ante los ojos de los madrileños, que veían cruzar los convoyes por la calle de Alcalá. El cónsul noruego Félix Schlayer fue testigo. Amigo del ex ministro de Alfonso XIII Ricardo de la Cierva, se fue a interesar por su situación, ya que había sido detenido. Habló con Miaja y poco después con Santiago Carrillo, garantizándole ambos que De la Cierva estaba bien. Mientras mantenía una charla con Carrillo, De la Cierva estaba siendo enterrado en una fosa común en Paracuellos. Había sido asesinado unas horas antes, ya que su nombre se encontraba en una de las listas en las que constaban los presos que iban a ser asesinados. El anarquista Melchor Rodríguez, responsable de prisiones durante unos días, puso freno a sus compañeros de la CNT-FAI e impidió que Carrillo y Serrano Poncela continuasen con su plan. Pero en el Madrid de 1936 imperaba la ley del más fuerte, y las sacas a Paracuellos volvieron a reanudarse. Rodríguez salvo muchas vidas. Al acabar la guerra salió de la cárcel y a su entierro en 1972 asistieron generales y políticos falangistas como Muñoz Grandes. Su muerte parecía indicar que las heridas de la guerra se comenzaban a cerrar, pero no era cierto.
La lógica del exterminio
Desde la Revolución Rusa, Lenin y sus colaboradores formularon la necesidad de eliminar a los enemigos de la revolución. Sobre esta premisa los comunistas, desde 1917 y hasta muy avanzado el siglo XX, procedieron de forma fría a la eliminación de sus enemigos. En 1939, en Katyn asesinaron a más de 22.000 polacos. En la URSS, Stalin asesinó a 20 millones de rusos mientras que Mao eliminó a 65 millones de sus compatriotas. El Che Guevara tiene sobre su conciencia el asesinato directo de más de 2.000 personas. En menos de cien años, los comunistas han masacrado en nombre de la libertad a 100 millones de seres humanos.

#1227

Re: España país de pandereta y genocidio

La impronta de Tomás García-Noblejas Quevedo es una marca todavía hoy muy presente en su familia. Su nieta, Araceli Ezquerro García-Noblejas, contó como «en casa siempre se ha hablado mucho de él. Todavía recuerdo cuando le decía a mi madre que me aburría y me contestaba que “el abuelo decía que eso no era cosa más que de bobos”. Igual que cuando se rompía una muñeca o un juguete, “eso no le pasa a quien no tiene”, comentaba». Se cumplen ahora –el 4 de diciembre– 80 años de su asesinato en Paracuellos y desde entonces, una vez terminada la guerra, «nunca ha faltado alguien de la familia para llevarle flores o dedicarle una oración en su aniversario».
Es la imagen que hoy conservan los herederos de Tomás García-Noblejas. El relato de un hombre que, contra su voluntad, quedó para siempre ligado a la historia negra de Paracuellos del Jarama. Su vida en Mazanares (Ciudad Real) –donde fue una eminencia– era la de un ingeniero industrial y agricultor que de forma altruista llevó el agua hasta el pueblo. «Una persona sin una vida espectacular, de padre de familia. Eso sí, católico, de orden y muy trabajador», lo define su nieta.
Pero el capítulo, desgraciado, que hace recordar semejante figura comenzó en el otoño del 36, en la casa madrileña que la familia tenía en Claudio Coello, 72. Tal día como ése fueron a buscarle, «sólo ellos saben el motivo». Pero Tomás no estaba, no había llegado todavía, «por lo que se llevaron a sus hijos», recuerda Araceli. «Imagínese el dolor tremendo de ese padre al que le quitan lo que más quiere. Por ello se quedó en su casa a la espera de que fueran a por él». Ocurrió el 15 de noviembre de 1936, cuando se presentaron allí «unos policías nada normales» que llevaban en el coche una pancarta en la que se leía «Los sin Dios». «Mi abuelo no fue político. Simplemente era de Acción Católica y de las Conferencias de San Vicente de Paúl y en Paracuellos hubo, en gran medida, una persecución religiosa», puntualiza.
Una familia dividida
Con los hombres de la familia apresados sin motivo aparente, comenzó el infierno para la saga que había salido de un pueblo de Ciudad Real en busca de una nueva y mejor vida en la capital. Los esfuerzos de los García-Noblejas se concentraban desde este instante en la cárcel de Porlier. Allí estaban todos, o eso intuían. «Mis tíos coincidieron con mi abuelo. No se vieron, pero sabían que estaba ahí porque cuando llamaban para un recuento o vociferaban por la llegada de alguna carta lo escuchaban». A los días, el cabeza de familia fue llevado a Paracuellos para fusilarlo en una de las últimas sacas, mientras que sus hijos se salvaron in extremis, pues, con todo listo para emprender el fatídico mismo camino que su padre, llegó el cambio de caras en el consejero de Orden Público: se fue Santiago Carrillo para dejar sitio a Melchor Rodríguez, con el que se frenaría la matanza de Paracuellos.
Quedaba así dispersada una familia en la que las dos hijas –una de ellas madre de Araceli Ezquerro– tuvieron que irse hasta Vitoria, pasando por Francia, para pasar allí el resto de la guerra sin saber qué había sido de los suyos. Trabajaron de enfermeras en un hospital y en el Ministerio de Justicia con la incógnita de si su padreseguía vivo o no. Sospechaban su muerte por conversaciones que escucharon en las visitas a la cárcel, «pero no tuvimos la certeza hasta que terminó la guerra. Todos los días nos acordamos de mi abuelo Tomás, pero hay que mirar hacia delante. No puede ser que después de 80 años sigan abiertas las heridas del rencor», zanja Araceli.
Por otro lado, con ese apellido resulta inevitable sacar otro tema candente hoy: la retirada de nombres de calles a colación de la ley de memoria histórica. Y aquí Araceli es contundente con los sobrinos de su abuelos, los hermanos García-Noblejas, «unas personas comprometidas, generosas y capaces de dar la vida por todos –explica–. Me parece un disparate que se juegue ahora con esto. Son ganas de remover el pasado. Es increíble que ocho décadas después se siga hablando de una historia que llevamos en el corazón. Nosotros lo hemos perdonado todo y sólo nos limitamos a recordar a nuestros allegados».

#1228

Re: España país de pandereta y genocidio

Pero matar estuvo mal. Cuándo lo reconoceréis los franquistas.

El silencio es hermoso cuando no es impuesto.

#1229

Re: España país de pandereta y genocidio

https://www.rankia.com/foros/politica/temas/3382755-ganado-trump-esto-no-pasaria-spain?page=2#respuesta_3385649

« Y como hay un "discurso progre" siniestro que va a cargarse la comunidad nacional para que una élite decida, troceando esa comunidad, lo que tiene que hacer, lo que debe pensarse, lo que se puede escribir, lo que no se puede escribir, lo que se puede decir, lo que no se puede decir, etc., todo esto es lo que ha sido derrotado allí porque ha triunfado la Nación... »

#1230

Re: España país de pandereta y genocidio

El discurso más siniestro es acusar a Castro de fusilamientos mientras en Trumplandia se ejecutan docenas de personas anualmente.

El silencio es hermoso cuando no es impuesto.

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