No. Por supuesto que no. La norma constitucional dice que un estatuto se debe tramitar según un procedimiento especial y reforzado.
En el caso catalán implica:
a.- Para ser solo un Proyecto de Ley, sometido al soberano (el pueblo de España que dice la consti), mayoría cualificada de 2/3 del Parlament
b.- Aprovación de dicho proyecto por parte de una mayoría absoluta del representante del soberano (el congreso), al igual que una ley orgánica.
c.- Refrendo posterior por parte de la subparte del pueblo (soberano) afectado por dicho ordenamiento (el pueblo catalán).
d.- Tras eso, es sancionado y promulgado por el Rey de España.
Es un procedimiento muy duro, y muy garantísta, y muy integrador, pues requiere continuas mayorias (cualificadas y/o absolutas), por parte de diferentes ambitos y momentos.
Una vez hecho todo eso, por supuesto que el mejor escribano echa un borrón. Y no seré yo quien cuestione, en el caso, la capacidad del constitucional de pulimento y corrección de incongruencias técnicas que todo cuerpo legal pueda tener.
Pero el constitucional, y mucho menos uno "en funciones" donde sus miembros incluso se les iban muriendo de viejos, es nadie para arrogarse las competencias ni del soberano (el pueblo), ni de los diversos legisladores implicados, ni del rey de España.
En Catalunya NO hay un estatuto de autonomía querido y votado y aceptado por el pueblo catalan (subconjunto del pueblo español). Hay una restrictiva carta otorgada sujeta a permanente interpretabilidad y sospecha, Poco más que algo del tipo de aquellos Mandatos de Encomienda que su católica majestad otorgaba para el buen gobierno de las almas de los inditos.
En el 78, España hizo una propuesta de pacto y convivencia. En Catalunya dicha propuesta fue donde mayor aceptación tuvo.
España, en 2010, un determinado organismo caduco y deslegitimado cometió una tropelía legslativa e incumplió y traicionó flagrantemente dicho pacto. Y la mayor parte de las instituciones españolas, o callaron como bellacos, o aplaudieron hasta con las orejas.
Ante eso, ante una España que ni se respeta a si misma ni a su propia palabra, y mucho menos a Catalunya y lo que tenga que ver con lo catalán, es ante lo que masivamente el pueblo catalán ha respondido, según palabras de ese andaluz que fue President de Catalunya, con una grandísima desafección. Y asentada la desafección hacia España, florecen las diversas iniciativas y propuestas de independencia.
A los catalanes, aunque nos vaya la rauxa (que nos va), y aunque nos guste el teatro (que nos gusta), en asuntos de negocios y gobernanzas somos muy serios. Y la palabra dada o la seriedad y el cumplimiento en la gobernanza son cuestiones esenciales. Y hoy por hoy, España, por méritos propios, no merece respeto ajeno, ya que ni siquiera se respeta a si misma. Y eso, a los catalanes nos provoca unos irrefrenables deseos de huida.
(Todo lo cual no es óbice para que la política catalana esté también muy llena de mangantes, corruptos y oportunistas)
la plus belle des ruses du Diable est de vous persuader qu'il n'existe pas!