Ya que usted, sorprendentemente, vuelve a dirigirse a mí después de tanto tiempo y no precisamente para pedirme disculpas por la difamación y calumnia públicas que hizo de mi persona, le sugeriría que se moderase al dirigirse a mí en sus intervenciones en un foro público, por muy restringido que sea el acceso al hilo de la mono-opinión, en el cuál solo cabe la adulación a todo lo que a usted le apetece y sin posibilidad alguna de hablar en contra sin ser amonestado, expulsado y faltado al respeto, como se hizo conmigo, por ejemplo.
Quizá mi abogado pudiere considerar la difamación como libelo, por estar escrita en un medio electrónico, en cualquier caso fue una calumnia como la copa de un pino... y ésto lo puedo decir sin necesidad de estudios de Derecho.
En cualquier caso, consideré y sigo considerando una auténtica desfachatez por su parte, hablar de mi persona y de mi actitud intentando salvar los ahorros de mi padre, difamándome publicamente y por escrito, aseverando que "me jugaba los ahorros de mi padre", cuando usted a mí no me conocía de nada, ni tan siquiera sabía de los apuros económicos que estaba pasando mi progenitor en esas fechas, por su pésima inversión en SOS y en otro producto bancario. "Calumnia que algo queda"... ¿le suena esta frase de algo?
Aprovecho la ocasión para recordarle que fui yo la que le rogué me expulsara del hilo para no tener que seguir leyendo mentiras sobre mi persona, algo que me hacía sufrir mucho más de lo que espero que usted se imagine, porque si no tendría que pensar que tuvo mala intención en sus palabras y prefiero pensar que sencillamente se acaloró un día de verano...
No me gusta que un desconocido -ni nadie- tenga la osadía de manchar mi nombre y no toleraré si alguien se atreviera a intentar mancillar el de mi familia.
A mí el foro de mono-opinión me hizo mucho daño y soy pequeña accionista, lo seguiré pensando mientras viva. De hecho, ése fue otro de los motivos por el que le solicité que me expulsara. Por mí, puede poner mi opinión en conocimiento del Sursum corda. Me resultan indiferentes sus infantiles amonestaciones. Creo en el Estado de Derecho y me encanta disfrutar de la libertad de expresión.
Gracias por sus ánimos, aunque llegan muy tarde... Hubiera preferido una elegante y justa disculpa.
Finalmente, le deseo suerte en sus inversiones y unas felices fiestas de Navidad.
Un saludo
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.