Efectivamente...
En mi situación actual, cuento con el respaldo de mi médico de cabecera, quien está al tanto de mi estado de salud y considera que no estoy apto para trabajar. Se sorprendió enormemente cuando le comuniqué que me habían denegado la incapacidad. Ya he contratado un abogado y, al igual que yo, no comprende por qué me la negaron.
Estoy a la espera de realizar más pruebas médicas que determinarán si hay mejoría o empeoramiento en mi condición. Si bien tienen 135 días para resolver el expediente, no entiendo por qué deciden cerrarlo y negar la incapacidad sin antes evaluar estos resultados, que caen dentro del plazo establecido. Existen otras pruebas que no entran en este período, pero podrían concederme la incapacidad y posteriormente enviarme a revisión si lo consideran necesario.
No busco una pensión de por vida, solo deseo estar protegido por la Seguridad Social mientras mi salud no sea óptima.
He trabajado en el sector socio-sanitario y en residencias. Debido a mi obesidad, tuve que abandonar ese tipo de empleo porque me causaba un dolor de espalda intenso, que me impedía trabajar y descansar adecuadamente por las noches, sabiendo que al día siguiente tendría que volver al trabajo. Mi médico atribuyó el dolor a mi obesidad cuando tenía 27 años. Finalmente, decidí estudiar administración, una profesión más sedentaria, pensando que sería la única manera de trabajar sin dolor.
Después de cuatro años de estudio, conseguí trabajar sentado, lo que supuso un cambio positivo en mi vida. Sin embargo, aún experimentaba cierto dolor y molestias durante la jornada laboral, aunque eran "manejables", por no decir que tenía que soportarlas porque necesitaba trabajar.
Finalmente, obtuve una cita en traumatología tras seis meses de espera, seguidos de tres meses más para realizar una prueba que detectó una hernia discal de grado 2. Durante ese tiempo, estuve de baja por COVID-19, que me afectó severamente. En los primeros tres meses de baja, una vez superado el dolor en las costillas causado por la tos, me recomendaron caminar para fortalecer los pulmones. Sin embargo, esto empeoró mi hernia discal y ahora el dolor es casi tan intenso sentado como de pie o caminando; no lo soporto, empieza a los seis u ocho minutos, aumenta y me provoca sudores hasta dejarme la cara roja.
He tenido más pruebas, también relacionadas con la obesidad. Ya estaba psicológicamente inestable, y me diagnosticaron otras patologías como hernia de hiato y úlceras estomacales, que me han hecho sufrir sin entender la causa hasta realizar las pruebas. También padezco depresión y ansiedad, he tenido que acudir al médico tres veces por ataques de ansiedad, y tomo medicación que me impide conducir y me deja algo aturdido, aunque también me aporta cierta tranquilidad. Sigo esperando mi cita con el psicólogo, tengo problemas respiratorios y uso tres tipos diferentes de inhaladores, además de una cita programada con el cirujano para una operación bariátrica al final del año, entre otras cosas...
Al final, decidieron darme el alta. Contraté a un abogado, pues cumplo con los requisitos para la incapacidad.
Como mencioné antes, solo necesito estar protegido por la Seguridad Social mientras mi salud esté comprometida. Si mi situación mejora tras la operación, estaré dispuesto a recibir el alta, pero mientras tanto, deberían otorgarme la incapacidad y no complicar aún más mi situación.
Hay detalles que no menciono por ser personales y otros que son demasiado extensos para relatar aquí. Sin embargo, solo con la ansiedad y la depresión por las que estoy pasando, sin contar otras patologías, ya deberían haberme concedido la incapacidad, o al menos esperar a la evaluación del psicólogo, pues no tienen idea de lo que estoy sufriendo ni de los pensamientos, incluso desesperados, que uno puede tener en esta situación.
Con este mensaje, me desahogo un poco y animo a otros a luchar por sus derechos, de lo contrario, nos tomarán el pelo.
Un saludo.