Cuando leo el foro de Rankia en el que exponen carteras para que se les dé su visto bueno, procuro no intervenir para no herir susceptibilidades (ya me he ganado suficientes insultos). Por eso aquí me siento más cómodo y puedo hacer reflexiones en voz alta: ¿cómo puede haber personas con menos de 50 años que tengan una actitud tan, tan prudente que parecen ancladas en sus abuelos y el dinero en el calcetín? Me explico, es que uno no puede pasar sin dos cervezas a la semana y apostarlas a un mercado con una caída de más del 50% ¿qué riesgo hay? Perder dos cervezas, que China desaparezca del mapa, que el mercado chino, que está en el suelo, caiga un poco más (¿pues ya subirá!), que esto quede paralelo cinco años (pero invierten en renta fija a largo plazo que es lo mismo). Cartera ideal que se ha puesto de moda (más o menos): 70% indexarse al MSCI Word (algunos “arriesgan” más haciéndolo al S&P500) 10% a small caps o emergentes (también indexados, ¡es la moda!) 20% al calcetín, renta fija (indexada, por supuesto), es decir, perder dinero a diez años. Pero ¿cuál es el objetivo de rentabilidad?, en ninguna cartera me he enterado de cuál es. Eso sí un X-ray precioso, una volatilidad que no meta miedo, un “asegurar por si acaso viene Atila” De repente uno invita a su novia a la movida, y ésta le dice: … pero después de haber pasado por tropecientos fondos entrando y saliendo a los tres días, ¿no te iría mejor indexarte al S&P500 (y prestarme un poco más de atención a mí)? Y claro que tiene razón, el buscar 5 pies al gato es una pérdida de tiempo, la inversión tiene que ser SIMPLE: China se pone a tiro, pues compras China. ¿Y me preguntareis qué tiene que ver China con el S&P500?, Pues los dos son válidos, una cartera no es cuestión de % sino de oportunidades de inversión, de objetivo de rentabilidad y de ser conservadores controlando el riesgo real. Y para jugar este partido tienes dos comodines muy importantes: la gestión del tiempo y la gestión del capital para acomodarlo a cada activo. Bueno, hoy me he ganado unas buenas reprimendas, para no perder la costumbre. Ya me he recetado siete rosarios.